Con demasiada frecuencia, se invoca el supuesto derecho al propio cuerpo, al libre uso de esta realidad material, a poder disponer de \u00e9l seg\u00fan los propios criterios. La idea de que el cuerpo del otro merece un respeto y una consideraci\u00f3n est\u00e1, cuanto menos, contemplada en las grandes declaraciones derechos y textos constitucionales, pero no existe una igual claridad con respecto a los usos que uno puede hacer de su propia corporeidad.<\/p>\n
Es evidente que no se puede agredir o herir el cuerpo ajeno, porque se vulnera el derecho que tiene el otro a su integridad f\u00edsica, pero si uno decide, por cuenta propia, agredirse a s\u00ed mismo, o vender un \u00f3rgano de su anatom\u00eda o, simplemente, exponer una \u00e1rea de su corporeidad a la luz p\u00fablica, \u00bfpor qu\u00e9 se debe limitar tal deseo? \u00bfQui\u00e9n tiene autoridad moral para prohibir tal uso de tal cuerpo?<\/strong> Esta cuesti\u00f3n es muy compleja desde un punto de vista antropol\u00f3gico, \u00e9tico y jur\u00eddico y no puede plantearse simplemente a modo de boutade <\/em>u obedeciendo consignas electorales. En sentido estricto, el ser humano no<\/strong><\/p>\n \u00a0<\/strong><\/p>\n tiene un cuerpo, sino que est\u00e1 instalado en \u00e9l, vive en \u00e9l, puesto que se mueve y vive en \u00e9l.<\/strong> Es, lo que el fil\u00f3sofo y fenomen\u00f3logo franc\u00e9s Michel Henry, denomina, un ente encarnado<\/em>.<\/p>\n Ni siquiera hemos escogido el cuerpo en el que estamos incorporados y, menos a\u00fan, hemos hecho m\u00e9ritos para recibir este don. El cuerpo no es una propiedad, ni un bien material que se pueda comprar, vender, dividir o segmentar. Nadie ha comprado su cuerpo, ni tampoco lo ha heredado, sino que se halla en esta realidad<\/strong> y tiene que aprender a gestionarla correctamente y a aceptar sus posibilidades y sus fronteras.<\/p>\n A pesar de que la comercializaci\u00f3n del cuerpo y su uso como objeto de intercambio econ\u00f3mico es un hecho en la sociedad, esto no significa, ni mucho menos que sea ya un derecho. El hecho no fundamenta el derecho, sino el juicio y el discernimiento de los seres racionales que son las personas. El cuerpo humano tiene una dignidad intr\u00ednseca.<\/p>\n El deber que tenemos con respecto de \u00e9l es de cuidarlo, amarlo y protegerlo, tambi\u00e9n de curarlo cuando enferma, pero no tenemos el derecho a venderlo, a comprarlo, a modificarlo en su estructura m\u00e1s \u00edntima seg\u00fan nuestras apetencias est\u00e9ticas, en definitiva, no tenemos derecho a usar de \u00e9l como si fuera una mercanc\u00eda<\/strong>. (\u2026)<\/p>\n En sentido estricto a uno no le pertenece su cuerpo, como le pertenece, por ejemplo, un coche o un piso. No tenemos una relaci\u00f3n extr\u00ednseca con el cuerpo, sino \u00edntima, personal e intransferible. No se puede comparar esta relaci\u00f3n con ning\u00fan otro objeto t\u00e9cnico o natural. Cada cual sabe, en su foro interno, como lo siente, como lo padece o como lo goza.<\/p>\n Vivimos en la sociedad de la exhibici\u00f3n de los cuerpos bellos, en un tipo de sociedad donde se ocultan los cuerpos que sufren, los cuerpos deformes o dolientes. Vivimos en una sociedad donde el ejercicio de la libertad se interpreta como libre albedr\u00edo sobre el propio cuerpo. Precisamente por ello, urge la articulaci\u00f3n de una \u00e9tica del cuerpo, de una estima por el cuerpo, que nos redima a todos de la ca\u00edda en la banalidad y en la comercializaci\u00f3n, de su utilizaci\u00f3n mec\u00e1nica o industrial<\/strong>.<\/p>\n No es leg\u00edtimo comprar un cuerpo humano, ni un \u00f3rgano humano y sin embargo este tipo de transacciones existen. Tampoco es leg\u00edtimo modificar gen\u00e9ticamente el cuerpo de un atleta para conseguir los m\u00e1ximos resultados y, consiguientemente, los m\u00e1s altos beneficios en publicidad. El cuerpo humano es un cosmos, un sistema ordenado, pero fr\u00e1gil; no es, en ning\u00fan caso, una m\u00e1quina para explotar. (\u2026)<\/p>\n El cuerpo no es propiedad, no nos pertenece y eso a pesar de la \u00edntima relaci\u00f3n que cada cual establece con \u00e9l, tan \u00edntima e impenetrable que uno no puede comprenderse a s\u00ed mismo al margen de su corporeidad. Si el cuerpo humano es una dimensi\u00f3n fundamental de la identidad personal, el cuerpo no es una propiedad, porque la identidad personal ni se puede comprar, ni se puede vender; puesto que es lo m\u00e1s \u00edntimo de nuestro ser<\/strong>. Es la dignidad lo que est\u00e1 en juego.<\/p>\n Francesc Torralba Rosell\u00f3<\/strong><\/p>\n Forumlibertas.org<\/strong><\/p>\n \n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Con demasiada frecuencia, se invoca el supuesto derecho al propio cuerpo, al libre uso de esta realidad material, a poder disponer de \u00e9l seg\u00fan los propios criterios. 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\nLa vindicaci\u00f3n del derecho al propio cuerpo pone impl\u00edcitamente de relieve la idea de que el cuerpo humano, nuestra corporeidad, la de cada cual, es propiedad privada y que, como consecuencia de ello, nadie puede injerirse en el uso de esta realidad material, nadie salvo, naturalmente, uno mismo. En esta concepci\u00f3n aflora, una vez m\u00e1s, el individualismo latente que existe en nuestro universo cultural, seg\u00fan el cual, cada ser individual es como un \u00e1tomo aislado que no tiene que dar cuenta a los otros de lo que haga o deje de hacer con su vida. Y sin embargo, vivimos en sociedad, tenemos v\u00ednculos y nuestros actos y decisiones afectan, directa o indirectamente, a los otros.<\/p>\n