{"id":3792,"date":"2007-10-01T18:44:03","date_gmt":"2007-10-01T16:44:03","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=3792"},"modified":"2007-10-01T18:44:03","modified_gmt":"2007-10-01T16:44:03","slug":"la-experiencia-secuestrada","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/blog\/la-experiencia-secuestrada\/","title":{"rendered":"La experiencia secuestrada"},"content":{"rendered":"

Tal y como expresa Anthony Giddens, la modernidad nos est\u00e1 apartando progresivamente de las experiencias directas y cada vez en un mayor n\u00famero de \u00e1mbitos vitales esta experiencia natural y deseablemente humana es \u201csecuestrada\u201d y sustituida por la llamada experiencia virtual. Se trata de una especie de alienaci\u00f3n de la experiencia, pues se le sustrae a la persona el derecho y la propiedad de gustar y sentir directamente las cosas. En sentido estricto, la experiencia virtual es una contradicci\u00f3n en los t\u00e9rminos, puesto que toda experiencia requiere de la alteridad, de la salida de uno mismo para entrar en contacto con algo distinto, con algo que no soy yo.<\/p>\n

Suced\u00e1neos de experiencias<\/strong><\/p>\n

El contacto con la realidad mediatizada por la pantalla no es, en sentido estricto, una experiencia real, ni directa, sino un mero suced\u00e1neo. Cada vez es m\u00e1s frecuente hallarse con ni\u00f1os y adolescentes que no han tenido experiencia directa de las cosas, ni de la naturaleza, ni de los animales, ni de los universos marginales de nuestra sociedad.<\/p>\n

Lo que conocen, lo han percibido a trav\u00e9s de la pantalla del ordenador, de un conjunto de im\u00e1genes, de iconos; pero sin salir de sus respectivas habitaciones.<\/p>\n

Tener experiencia de algo es, de hecho, pasar por algo, vivir una determinada situaci\u00f3n y enfrentarse a ella. Uno tiene, por ejemplo, la experiencia del amor, de la enfermedad, del desamor, del enamoramiento, de la angustia o de la muerte de un ser querido.<\/p>\n

Toda experiencia requiere de un contacto directo con la realidad. Este contacto puede ser agradable, doloroso o, incluso, inquietante, pero la experiencia es lo que nos configura como seres humanos.<\/p>\n

No podemos predecir nuestras experiencias futuras, pero podemos aprender de las experiencias pret\u00e9ritas. Lo vivido, pero, especialmente, lo padecido queda como gravado en el alma y forma un p\u00f3sito que es el cimiento de la sabidur\u00eda de la vida. A lo largo de la existencia, adquirimos ciertas habilidades para enfrentarnos m\u00e1s sabiamente a lo que pueda venir.<\/p>\n

Simulacro y estafa<\/strong><\/p>\n

La extensi\u00f3n de la llamada realidad virtual vac\u00eda de realidad la misma realidad, hasta tal extremo que lo que aparece por la pantalla del ordenador parece m\u00e1s real que la misma naturaleza. Esta construcci\u00f3n de lo real a trav\u00e9s de lo virtual constituye, en el fondo, una estafa, un simulacro.<\/p>\n

Los hay que antes de vivir, por primera vez, una experiencia de orden sexual, ya la han vivido virtualmente de muchos modos. Esta supuesta experiencia a trav\u00e9s de la pantalla representa, adem\u00e1s de un secuestro de la propia experiencia, es tambi\u00e9n una usurpaci\u00f3n de la inocencia. Pues uno acaba viniendo de vuelta de todo, sin haber vivido casi nada.<\/p>\n

Forjamos nuestra personalidad a trav\u00e9s de las experiencias que vivimos. No hay otra posibilidad. Los estoicos consideraban que el car\u00e1cter se forja, sobre todo, a trav\u00e9s de las contrariedades que irrumpen a lo largo de la vida. Una mala experiencia educa m\u00e1s que una experiencia agradable. Lo doloroso curte y endurece el car\u00e1cter; mientras que lo agradable, ablanda el esp\u00edritu.<\/p>\n

Los educadores no estamos exentos de este secuestro. Cada d\u00eda utilizamos m\u00e1s medios virtuales que secuestran la experiencia que tiene todo alumno de experimentar por s\u00ed mismo realidades nuevas, de satisfacer su curiosidad, de tocar el mundo con sus propias manos. Por un lado, la pantalla permite poner delante de sus mismas narices la obra de arte m\u00e1s sublime que ha erigido el esp\u00edritu humano y, al cabo de unos minutos, un ejemplar de oso pardo. Por otro lado, esta facilidad tambi\u00e9n es contraproducente. Lo ven todo, pero viven nada. Lo conocen, pero no lo saborean.<\/p>\n

Recuperar la experiencia<\/strong><\/p>\n

La solidaridad tambi\u00e9n corre el riesgo de ser secuestrada de la experiencia directa si sigue predominando la movilizaci\u00f3n cognitiva sobre la movilizaci\u00f3n participativa y si sigue predominando el acto espont\u00e1neo sobre el acto consciente. Podemos presentar a trav\u00e9s de pantalla la situaci\u00f3n de pobreza y de hambre que viven tantos pueblos en la tierra, pero esa presentaci\u00f3n no suscita, todav\u00eda, la experiencia de la solidaridad, aunque, de hecho, puede prepararla.<\/p>\n

Es fundamental recuperar la experiencia en el plano educativo. Para Ignacio de Loyola, la experiencia significa \u201cgustar de las cosas internamente\u201d. Ello quiere decir que las dimensiones afectivas del ser humano han de quedar tan implicadas como las cognitivas, por si el sentimiento interno no se une al conocimiento intelectual, el aprendizaje no mover\u00e1 a una persona a la acci\u00f3n.<\/p>\n

\u00a0<\/strong>forumlibertas.org, 02\/07\/2007<\/p>\n

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