La sociedad moderna ha asistido al nacimiento de un nuevo tipo de ciudadanos que han adquirido mayores conocimientos que nunca y que disponen de m\u00e1s recursos materiales que en \u00e9pocas pasadas, lo que ha conducido a un incremento de la autonom\u00eda individual. Esa autonom\u00eda individual, contemplada desde algunas perspectivas, puede entrar en contradicci\u00f3n con la pr\u00e1ctica de la solidaridad y ser la causa, seg\u00fan algunos expertos, del descenso del compromiso solidario.<\/p>\n
\u201c\u00bfSomos, realmente, una sociedad de yoes?\u201d -se pregunta Ulrich Beck-. Hay sin duda razones para creerlo si se pasa revista a las expresiones en boga en nuestro tiempo: falta de solidaridad, decadencia de valores, cultura del narcisismo, trampa del ego\u00edsmo, sociedad del ego o hedonismo son t\u00e9rminos que resuenan en el espacio p\u00fablico.<\/p>\n
Independientemente del juicio que se formule sobre el futuro, el supuesto com\u00fan que subyace en todas estas formulaciones es que el individualismo y la solidaridad son posturas antag\u00f3nicas. El inter\u00e9s personal est\u00e1 contra de los intereses por los dem\u00e1s. Entre la \u201csociedad del yo\u201d y \u201cla sociedad del nosotros\u201d existe un abismo insalvable. El acusado sentido del yo y de la propia independencia parece ir en detrimento del sentido colectivo y de la participaci\u00f3n en la cosa p\u00fablica. \u00bfRealmente son incompatibles el valor de la autonom\u00eda y el de la solidaridad?<\/p>\n
Seg\u00fan el mismo Beck, la afirmaci\u00f3n de uno mismo y el compromiso solidario no solo no se soportan entre s\u00ed, sino que se refuerzan y se influyen de manera positiva. A su juicio, se ha despreciado hist\u00f3ricamente la autonom\u00eda individual, cuando lo que debe hacerse es no solo reconocerla como positiva, sino alimentar y favorecer la relaci\u00f3n que existe entre la misma y la acci\u00f3n c\u00edvica y solidaria.<\/p>\n
Querr\u00eda eso decir que no cabe hablar de crisis de valores, sino en todo caso de conflicto de valores y, sobre todo, de la emergencia de nuevas pautas que saben<\/p>\n
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conciliar la realizaci\u00f3n personal con la pr\u00e1ctica solidaria.\u00a0 (…)<\/p>\n
Se acusa sobre todo a los j\u00f3venes de ser el grupo social en el que han hecho m\u00e1s mella las tendencias individualistas con menoscabo del compromiso solidario, pero la encuesta mundial de valores, cuyos resultados m\u00e1s relevantes para el caso de Espa\u00f1a han sido presentados por Ronald Inglehart, contradicen esta apreciaci\u00f3n.<\/p>\n
A juicio de Inglehart, Espa\u00f1a es un pa\u00eds cuyos valores han evolucionado en los \u00faltimos a\u00f1os de forma dr\u00e1stica hasta situarse entre los m\u00e1s avanzados del mundo, poniendo el \u00e9nfasis en los valores postmaterialistas m\u00e1s que en los materialistas. Seg\u00fan la encuesta, los espa\u00f1oles no s\u00f3lo se describen a s\u00ed mismos como m\u00e1s tolerantes que los de otros pa\u00edses, en lo que cabr\u00eda una importante carga de subjetividad, sino que sus posiciones respecto los derechos de la mujer o sobre el derecho al trabajo de los inmigrantes por ejemplo reflejan unos valores muy por encima de la media del conjunto de los 81 pa\u00edses en que se realiz\u00f3 la encuesta.<\/p>\n
Este cambio de mentalidad y de valores que se detecta en nuestro pa\u00eds, se debe, de un modo determinante, a los j\u00f3venes. En ninguna otra parte como en Espa\u00f1a -afirma Inglehart- se aprecia un corte generacional tan profundo. A pesar de todas estas transformaciones, la encuesta mundial de los valores para Espa\u00f1a confirma que la familia recibe la valoraci\u00f3n m\u00e1s alta del conjunto de las instituciones y la que obtiene mayor reconocimiento sobre el papel que juega en la difusi\u00f3n de pr\u00e1cticas solidarias.<\/p>\n
Encuestas posteriores ratifican el creciente ascenso de la actitud solidaria por parte de los j\u00f3venes, aunque ello no se corresponda en un plano paralelo a un mayor compromiso efectivo. Diversos estudios han puesto especial \u00e9nfasis en la condici\u00f3n juvenil como una etapa de la vida en que se acogen y promueven, con m\u00e1s relevancia que en otras, causas solidarias. Pero los mismos estudios ignoran que la situaci\u00f3n de los j\u00f3venes, marcada por la incertidumbre respecto a su futuro, es una fuerza que opera contra la posibilidad de un compromiso c\u00edvico y solidario con cierta permanencia.<\/p>\n
Esta situaci\u00f3n de incertidumbre modifica el sentido que el individuo atribuye al hecho de estar junto a otros. La presencia de otras variables, tales como la fragmentaci\u00f3n, la falta de estabilidad, la falta de certeza y otras, ser\u00edan elementos que actuar\u00edan en contra del compromiso solidario, pero hay otras realidades que tiran en sentido contrapuesto, de modo que se produce una parad\u00f3jica combinaci\u00f3n entre una tendencia a una individualizaci\u00f3n por un lado y la aparici\u00f3n de una vasta pluralidad de tipolog\u00edas de compromiso social y participaci\u00f3n por otro.<\/p>\n
En definitiva, la autonom\u00eda no es, per<\/em> se<\/em>, contraria a la pr\u00e1ctica de la solidaridad. El sentido de la propia individualidad y el deseo de emancipaci\u00f3n no tienen porque significar un olvido de los otros m\u00e1s vulnerables. Al contrario, uno puede reivindicar plenamente su proyecto vital y contemplar, en \u00e9l, a los grupos m\u00e1s necesitados de la sociedad. Lo que realmente cierra el camino hacia la solidaridad es la incertidumbre frente al propio futuro, la precariedad laboral y la especulaci\u00f3n de la vivienda. Cuando el futuro se presenta bajo el signo de la oscuridad, uno tiene a pensar, sobre todo, en s\u00ed mismo y en los suyos. Entonces, los otros quedan en un segundo plano.<\/p>\n