{"id":4530,"date":"2005-03-01T14:46:28","date_gmt":"2005-03-01T12:46:28","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=4530"},"modified":"2005-03-01T14:46:28","modified_gmt":"2005-03-01T12:46:28","slug":"memorias-de-un-dinosaurio","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/blog\/memorias-de-un-dinosaurio\/","title":{"rendered":"Memorias de un dinosaurio"},"content":{"rendered":"

Pertenezco a una especie en extinci\u00f3n. A un tiempo en el que la juventud abrazaba utop\u00edas y so\u00f1aba con cambiar el mundo. El discernimiento aparec\u00eda en la edad justa, tanto que, al final del segundo curso, unos optaban por el curso cient\u00edfico y otros por el cl\u00e1sico.<\/p>\n

Hoy, los j\u00f3venes terminan el cielo b\u00e1sico sin tener idea de qu\u00e9 carrera seguir. Las utop\u00edas cayeron en desgracia, aplastadas por el aqu\u00ed y ahora del consenso neoliberal. Los sue\u00f1os son qu\u00edmicos, embutidos en jeringas o pastillas, o producidos electr\u00f3nicamente en un c\u00f3ctel de colores sin contenido. Los j\u00f3venes quieren apenas cambiar su propio \u00e1mbito visual: un arete en la oreja, un tatuaje en la piel, o unos tenis de marca.<\/p>\n

Antes, los corruptos eran minor\u00eda, y los usureros, excluidos de la vida social. Ahora, temo que la excepci\u00f3n se vuelva regla. La usura regula las finanzas internacionales, la contabilidad de un peque\u00f1o contrato pasa por veredas obscuras, las comisiones por debajo de la mesa son tan frecuentes como la propina del mesero.<\/p>\n

Era un tiempo en el que en la infancia no interven\u00eda el factor dinero. No recuerdo la marca de ninguna pieza de mi vestuario. La fantas\u00eda oxigenaba nuestras mentes infantiles y el m\u00e1ximo consumo consist\u00eda en pedir al pap\u00e1 que comprara una caja de clavos para armar nuestros juguetes.<\/p>\n

Hoy, la erotizaci\u00f3n monitoreada por televisi\u00f3n convierte a la ni\u00f1ez en consumidora precoz, principalmente por no poseer suficiente discernimiento y ser capaz de seducir a los adultos, que ceden a los caprichos del deseo para librarse de la insistencia obstinada.<\/p>\n

A los 4 a\u00f1os, se ve al ni\u00f1o revestido de marcas comerciales y a la ni\u00f1a enfrascada en bailes, a un ritmo de esquizofrenia que aleja la edad fisiol\u00f3gica de la psicol\u00f3gica, cuerpo de ni\u00f1a y alma de mujer.<\/p>\n

El sue\u00f1o es sustituido por la televisi\u00f3n, las historias ceden lugar a los programas de auditorio, y las hadas, brujas y reyes, a los juguetes electr\u00f3nicos. Los armarios est\u00e1n tan llenos como el esp\u00edritu vac\u00edo. Ya no se reza en familia y las comidas abandonan el ritual de la mesa por ladeglutici\u00f3n mec\u00e1nica, que hace de la casa una filial del restaurante.<\/p>\n

Hay ni\u00f1os terriblemente gordos de az\u00facar y sin afecto, cansados frente a un futuro que a\u00fan no vivieron, enviciados, en indigencia intelectual y espiritual.<\/p>\n

En aquel tiempo, el mercado era apenas el lugar donde vend\u00edan frutas y legumbres, aves y huevos, y no el bazar globalizado que restringe los valores a la Bolsa y hace del capital un dios a quien se le debe ofrecer en sacrificio el bienestar de la naci\u00f3n.<\/p>\n

Junto con mi especie, se extingue el tiempo en que se anhelaba el matrimonio entre la libertad y la justicia, el pan y la paz. En aquellos d\u00edas hab\u00eda historia y sentido del tiempo y de la vida. Se forjaban esperanzas en gremios, sindicatos, movimientos y partidos. Se respiraba cultura y el arte a\u00fan no hab\u00eda sido soterrado por el entretenimiento que exalta nalgas y canciones sin nexo y melod\u00eda.<\/p>\n

Todav\u00eda no se introduc\u00eda en corazones y mentes la idea de que la felicidad se resume a una mera suma de placeres, ni la convicci\u00f3n de que la existencia es una sucesi\u00f3n fortuita de eventos centrados en la ambici\u00f3n y movidos por la competencia.<\/p>\n

Otrora, el amor era el arte de bordar sentimientos y, de manos agarradas, envejecer en un silencio pleno de saciedad, cercado de hijos y nietos, memorias y cari\u00f1o. Nadie se sent\u00eda agredido por mani\u00e1ticos virtuales que invaden hogares y proyectan im\u00e1genes de burdeles en un est\u00edmulo telef\u00f3nico a la violaci\u00f3n.<\/p>\n

Eran tiempos en que los alumnos no asesinaban profesores; cat\u00f3licos y protestantes no llegaban al colmo de jugar con explosivos unos contra otros; jud\u00edos y \u00e1rabes se respetaban como hijos del mismo padre Abrah\u00e1n; todos se indignaban cuando un pa\u00eds, como la Alemania nazi, lanzaba bombas sobre las poblaciones civiles de las naciones extranjeras; y la solidaridad se impon\u00eda como virtud.<\/p>\n

Los dinosaurios, es verdad, est\u00e1n en extinci\u00f3n. Son relegados a los museos que, en breve, exhibir\u00e1n tambi\u00e9n a sus visitantes, para que todos conozcan un poco del pasado, r\u00edos y \u00e1rboles, cataratas y frutos silvestres. Un piso estar\u00e1 reservado a los valores: compasi\u00f3n, amistad, generosidad.<\/p>\n

Eso en caso de que alg\u00fan arque\u00f3logo logre descubrirlos en los escombros de esa sociedad que deja de erguir catedrales para construir centros comerciales y relega a Dios al estante de los cuentos para ni\u00f1os.<\/p>\n

Frei Betto<\/p>\n

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