{"id":5216,"date":"2002-10-01T00:00:38","date_gmt":"2002-09-30T22:00:38","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=5216"},"modified":"2002-10-01T00:00:38","modified_gmt":"2002-09-30T22:00:38","slug":"condenados-a-cooperar","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/blog\/condenados-a-cooperar\/","title":{"rendered":"CONDENADOS A COOPERAR"},"content":{"rendered":"

P\u00f3ngase en situaci\u00f3n. Usted y su c\u00f3mplice Won Tun (un cient\u00edfico chino) han entrado por la noche en un laboratorio rural y han robado la f\u00f3rmula secreta de un revolucionario yogur con sabor a bacterias coliformes. La Guardia Civil les da el alto a la salida del laboratorio, pero a ustedes les da tiempo a ocultar la f\u00f3rmula robada junto a un poste de tel\u00e9fonos. Luego les detienen y les enjaulan en dos calabozos separados para que no puedan comunicarse. Uno de los guardias le esboza la situaci\u00f3n (mientras el otro hace lo propio con Won Tun):<\/p>\n

-Mira, listo, lo mejor es que me digas d\u00f3nde hab\u00e9is escondido la formulita. Si t\u00fa cantas y tu colega no, saldr\u00e1s libre y a \u00e9l le caer\u00e1n dos a\u00f1os.<\/p>\n

-Un momento -responde usted-. \u00bfY si \u00e9l tambi\u00e9n confiesa?<\/p>\n

-Entonces pring\u00e1is un a\u00f1o cada uno.<\/p>\n

-Pero espere, espere, y \u00bfqu\u00e9 pasa si no confesamos ninguno de los dos? Sin prueba no hay delito.<\/p>\n

-No, pero les calzo a los dos un multazo.<\/p>\n

-\u00bfPor qu\u00e9?<\/p>\n

-Por beber en la calle, mismo.<\/p>\n

-Hombre, eso no est\u00e1 mal, pero claro, si yo no confieso y \u00e9l s\u00ed, el tipo se va de rositas y a m\u00ed me caen dos a\u00f1os.<\/p>\n

-Justamente. As\u00ed que a cantar.<\/p>\n

\u00bfTiene raz\u00f3n el guardia? \u00bfLe conviene a usted cantar? La situaci\u00f3n ideal ser\u00eda que ni usted ni su c\u00f3mplice confesaran, desde luego, porque as\u00ed se ir\u00edan los dos de rositas pagando una simple multa (que despu\u00e9s se ver\u00eda compensada con creces por la venta de la f\u00f3rmula del yogur a una empresa competidora). Pero \u00bfse puede usted fiar de su c\u00f3mplice? Porque si usted no canta, pensando que \u00e9l es un buen tipo y va a hacer lo mismo, y luego resulta que \u00e9l s\u00ed canta, a usted le caen dos a\u00f1os y el maldito Won Tun vuela y encima se lleva la f\u00f3rmula, y por ah\u00ed s\u00ed que no. M\u00e1s a\u00fan: como es obvio que Won Tun estar\u00e1 pensando lo mismo en este momento, seguro que el t\u00edo canta la traviata de Giuseppe Verdi por lo que pudiera pasar, y como usted no le haga la segunda voz, se cuece en la trena. Vaya problema endemoniado. Si al final iba a tener raz\u00f3n el guardia.<\/p>\n

\u00c9sta es una versi\u00f3n como otra cualquiera del llamado ‘dilema del prisionero’, formulado en 1950 por el matem\u00e1tico norteamericano Albert Tucker, uno de los pioneros de la teor\u00eda de juegos. Se trata de una paradoja, porque el resultado m\u00e1s frecuente de una situaci\u00f3n semejante ser\u00e1 que los dos c\u00f3mplices confiesen (cada uno por miedo a que lo haga el otro), cuando es obvio que lo mejor para los dos ser\u00eda que ninguno lo hiciera. La moraleja podr\u00eda formularse as\u00ed: hay veces en que, incluso desde un punto de vista ego\u00edsta, m\u00e1s vale cooperar. El dilema del prisionero de Tucker ha dado lugar a flujos incesantes de literatura t\u00e9cnica en disciplinas como la econom\u00eda, la sociolog\u00eda, la teor\u00eda pol\u00edtica, la filosof\u00eda y la biolog\u00eda evolutiva.<\/p>\n

Uno de los ejemplos reales m\u00e1s ilustrativos del dilema del prisionero fue el extra\u00f1o comportamiento de la prensa brit\u00e1nica a mediados de los a\u00f1os noventa. La empresa editora de The Times<\/em> tuvo la brillante idea de recortar a la mitad el precio del peri\u00f3dico para arrebatar lectores a la competencia. Naturalmente, los dem\u00e1s prisioneros<\/em> se vieron forzados a hacer lo mismo, con lo que ni The Times<\/em> ni ning\u00fan otro diario ganaron un solo lector, y lo \u00fanico que consiguieron todos fue reducir sus ingresos a la mitad y ponerse al borde de la quiebra.<\/p>\n

Hace tres semanas, Gregory Berns y sus colaboradores de la Universidad de Emory imprimieron un giro inesperado al asunto (Neuron,<\/em> 18 de julio). Utilizaron la t\u00e9cnica de la ‘resonancia magn\u00e9tica funcional’, que permite ver qu\u00e9 zonas del cerebro se activan durante la ejecuci\u00f3n de alguna tarea mental, y la aplicaron a 36 voluntarias, distribuidas en diversas combinaciones de dos o m\u00e1s, mientras jugaban a una versi\u00f3n informatizada del dilema del prisionero. Cuando una voluntaria decid\u00eda confesar<\/em> -es decir, hacerle la pascua a las dem\u00e1s-, los patrones de activaci\u00f3n cerebral eran los propios de la actividad del juego, la toma de decisiones, etc\u00e9tera: nada de particular. Pero cuando una voluntaria decid\u00eda cooperar, en su cerebro aparec\u00edan activadas cuatro zonas nuevas y muy bien conocidas: las implicadas en el mecanismo de recompensa, una especie de trampa de placer<\/em> que nos ha tendido la evoluci\u00f3n para garantizar que nuestro comportamiento sea biol\u00f3gicamente sensato (comer con hambre, beber con sed y copular con ganas activan esos mismos circuitos). Dice Berns: ‘Nuestro estudio muestra por primera vez que la cooperaci\u00f3n social es intr\u00ednsecamente placentera para el cerebro humano, incluso cuando hay presiones racionales en sentido contrario’.<\/p>\n

 <\/p>\n

JAVIER SAMPEDRO<\/strong><\/p>\n

El Pa\u00eds, 11 de agosto de 2002<\/strong><\/p>\n

 <\/p>\n

Para hacer<\/p>\n

Adaptar el dilema del prisionero y proponerlo al grupo. \u00bfQu\u00e9 har\u00eda cada uno?<\/p>\n

Lo mejor ser\u00eda propon\u00e9rselo a dos personas sucesivamente. Ver y analizar en el grupo las reacciones de cada uno.<\/p>\n

Comentar: \u201cLa cooperaci\u00f3n produce placer? \u00bfPor qu\u00e9 no cooperamos m\u00e1s?<\/p>\n

Ver las propuestas de la Imagen<\/em> de este mismo n\u00famero de Cuaderno Joven<\/em>.<\/p>\n

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