Pong\u00e1monos sesudos: esta exitosa pel\u00edcula argentina no ofrece nada nuevo a un espectador exigente, al menos en apariencia. Podr\u00edamos resumir su f\u00f3rmula de forma telegr\u00e1fica y da\u00f1ina: historia de la profunda crisis laboral-familiar-existencial de un cuarent\u00f3n que, poco a poco, consigue salir del agujero y rehacer su vida en todos los frentes stop. Por concretar un poco y no resultar antip\u00e1tico diremos que el agujero del que escapa Rafael, el sujeto en cuesti\u00f3n, es fundamentalmente el de su propio ombligo: en cuanto aprende a utilizar (en sentido literal y figurado) su coraz\u00f3n y a conjugar el pronombre \u00abnosotros\u00bb (familia, amigos, pareja), su malestar o, mejor, su \u00abmalser\u00bb empieza a remitir. Cuando los problemas individuales son sustituidos por problemas compartidos entramos en el terreno de las aut\u00e9nticas relaciones humanas y de la existencia con verdadero sentido (direcci\u00f3n: el otro), y all\u00ed es donde, al final, consigue arribar felizmente el protagonista de este relato para iniciar, desde ese punto, un nuevo proyecto de vida.<\/p>\n
Ser\u00edamos tremendamente injustos si reduj\u00e9ramos la obra de Juan Jos\u00e9 Campanella a estas l\u00edneas maestras precocinadas y viejas como el mundo. Es cierto que el director se ajusta a este esquema y, adem\u00e1s, maneja las emociones a flor de piel , los buenos sentimientos y el humor ligero con un descaro que, para el ojo cr\u00edtico que uno lleva dentro, vuelven demasiado almibarado el producto e invitan a arremeter contra sus blanduras , sus excesos lacrim\u00f3genos y su ingenuismo. Pero tambi\u00e9n es verdad que lo convencional de la propuesta y su amabilidad no esquiva las zonas oscuras y el sufrimiento, sino que, muy al contrario, los sit\u00faa en el mismo centro de su desarrollo. Por esa senda la pel\u00edcula se redime y se eleva por encima de las convenciones. Ve\u00e1moslo.<\/p>\n
La madre de Rafael padece Alzheimer. De forma irreparable, su memoria est\u00e1 condenada a extinguirse. A trav\u00e9s de la enfermedad materna, la degradaci\u00f3n, la perdida, la destrucci\u00f3n se vuelve elemento omnipresente en el entorno vital del protagonista, tanto al principio, en plena cat\u00e1strofe personal, como al final de la historia que se nos relata, cuando aparentemente ha apaciguado todas sus zozobras: recordemos que el Alzheimer es una enfermedad degenerativa e incurable, que perdurar\u00e1 y se agravar\u00e1, en consecuencia, una vez superado el desenlace del relato. El final feliz no lo es tanto.<\/p>\n
\u00bfC\u00f3mo enfrentarse con el mal sin soluci\u00f3n que esta afecci\u00f3n simboliza? Nino, el padre de Rafael, est\u00e1 empe\u00f1ado en cumplir un viejo sue\u00f1o de su esposa que no satisfizo en su d\u00eda por sus ideas agn\u00f3sticas: casarse por la Iglesia con ella. Nuestro protagonista evolucionar\u00e1 de la oposici\u00f3n frontal a este matrimonio (no quiere exponer a su madre a esa situaci\u00f3n, que considera un gesto absurdo del que ella ni siquiera se va a enterar) a impulsar de todo coraz\u00f3n ese acto de amor. En el itinerario interior recorrido entre esos dos extremos se encuentra la respuesta a la pregunta con que arrancaba este p\u00e1rrafo. Por otro lado, es en la singular orograf\u00eda de este camino donde radica lo m\u00e1s novedoso y valiente de El hijo de la novia, <\/em>lo m\u00e1s significativo desde el punto de vista pedag\u00f3gico.<\/p>\n Rafael es un egoc\u00e9ntrico negado para el compromiso, un tipo acomplejado, que se siente en la obligaci\u00f3n de demostrar lo que vale a los dem\u00e1s, en lo que el considera err\u00f3neamente su forma de autorrealizaci\u00f3n personal. Con un negocio tambaleante, una novia a la que no quiere atarse y una hija \u00abpor temporadas\u00bb de su primer matrimonio, tras superar un infarto intentar\u00e1 buscar en su historia personal pasada alguna v\u00eda de salida, alg\u00fan est\u00edmulo para el cambio. Sin embargo, cuando vuelve sus ojos atr\u00e1s, en lugar de recuperar lo m\u00e1s valioso que se perdi\u00f3 con la infancia, s\u00f3lo rescata de ese regreso a Nuncajam\u00e1s actitudes escapistas o cobardes, de un utopismo infantil y vano: para salir del atolladero planea marcharse a vivir a M\u00e9xico… con el fin de dedicarse a la cr\u00eda de caballos (animal que, como muy bien le dice su exmujer, s\u00f3lo ha visto en sus tebeos). All\u00ed estar\u00eda \u00abyo y mi alma, tirado todo el d\u00eda, sin preocupaciones, sin nada\u00bb.<\/p>\n \u201cSetenta balcones\/ y ninguna flor.\/ Odian el perfume,\/ odian el color:\/ si no aman la planta\/ no amar\u00e1n el arte\/ no sabr\u00e1n de m\u00fasica\/, de rimas, de amor.\u201d El padre de Rafael obliga a Norma, su esposa, a recitar esos versos una y otra vez, como ejercicio de conservaci\u00f3n de la memoria. No se trata de palabras gratuitas. Todo lo contrario: resumen en buena medida cu\u00e1l es la actitud del hombre maduro actual hacia la vida y, m\u00e1s en concreto, cu\u00e1l es la visi\u00f3n del mundo del propio Rafael, as\u00ed como el sentido final subyacente de la historia relatada. A nuestro protagonista lo que le ocurre, en esencia, aparte de sus problemas umbilicales, es que ha suprimido de su vida las flores y la poes\u00eda (el perfume, el color, el arte, la m\u00fasica, las rimas y el amor, se entiende), dos elementos simb\u00f3licos clave en el desarrollo de la pel\u00edcula: en definitiva, el mundo del esp\u00edritu, el idealismo productivo, los sue\u00f1os ilusionantes, los manejos del coraz\u00f3n. Ese es el tesoro de su infancia que debe desenterrar para seguir en pie y que s\u00f3lo al final reencontrar\u00e1.<\/p>\n Rafael con el paso de los a\u00f1os ha llegado a convertirse en un realista inflexible y ciego que niega la existencia de cualquier realidad interior y, sobre todo, que rechaza algo capital para seguir vivos: la necesidad de aceptar el misterio e incluso lo imposible como variables activas de la vida. La enfermedad degenerativa de su madre corrobora sus principios pragm\u00e1ticos. Junto a sus nuevas experiencias vitales (destaca el reencuentro con su mejor amigo de la infancia) va a ser sobre todo el amor inquebrantable del padre y su obcecaci\u00f3n por la boda las vivencias que acaben por resquebrajar su descreimiento y su materialismo: no se puede negar que el caos forma parte de la vida, es m\u00e1s, que el caos acaba con la vida, pero frente a \u00e9l est\u00e1 el af\u00e1n por querer y por creer, la lucha f\u00edsica y l\u00edrica por continuar avanzando como si fu\u00e9ramos eternos. En esa pugna feroz entre lo visible, lo contingente, con todas sus limitaciones, y lo invisible (sea esto lo afectivo, lo espiritual, lo religioso o lo imposible) se juega la partida entre lo que tristemente somos y lo que noblemente podemos llegar a ser.<\/p>\n Recapitulemos: el discurso te\u00f3ricamente complaciente de El hijo de la novia<\/em> no est\u00e1 inspirado en un idealismo f\u00e1cil que vuelve la espalda a la realidad, como puede deducirse de una visi\u00f3n poco atenta de la obra, sino en proponer que, ante un mundo que no excluye el dolor, el desencanto, la derrota, los problemas, la enfermedad, el olvido y la muerte (elementos todos presentes con mucha intensidad en la pel\u00edcula), s\u00f3lo una f\u00e9rrea fortaleza\/fe interior, cimentada en los valores del esp\u00edritu y en el compromiso con y por el otro, nos permitir\u00e1 encarar la vida con cierta esperanza. Ah\u00ed es nada. Si el cine actual m\u00e1s arriesgado es aquel que se atreve a mirar cara a cara a las realidades conflictivas de nuestro mundo para present\u00e1rnoslas descarnadas, con todas sus contradicciones y matices en carne viva, sin esquivar los f\u00fanebres presagios que anuncian, Campanella opta por llegar hasta el pesimismo y franquearlo para acceder m\u00e1s all\u00e1, al punto de sugerir una necesaria vuelta al alma y a la utop\u00eda frente al desaliento. Buenos sentimientos, valores humanos, ternura y coraz\u00f3n, le\u00eddo as\u00ed el texto f\u00edlmico, ya no son atributos torpes de una pel\u00edcula familiar complaciente, sino arriesgadas alternativas ante un mundo con setenta balcones y ninguna flor y una humanidad aquejada del mal de Alzheimer.<\/p>\n JES\u00daS VILLEGAS<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Pong\u00e1monos sesudos: esta exitosa pel\u00edcula argentina no ofrece nada nuevo a un espectador exigente, al menos en apariencia. 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