{"id":5671,"date":"2001-01-01T00:00:23","date_gmt":"2000-12-31T22:00:23","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=5671"},"modified":"2001-01-01T00:00:23","modified_gmt":"2000-12-31T22:00:23","slug":"el-bola","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/blog\/el-bola\/","title":{"rendered":"El Bola"},"content":{"rendered":"
Mucho se ha escrito sobre El Bola<\/em>, primer largometraje de Achero Ma\u00f1as, como pel\u00edcula que aborda con particular desgarro el tema del maltrato infantil. No vamos nosotros a desmentir la importancia de tal contenido en una obra en la que la transparencia de intereses constituye una de sus mejores bazas. Efectivamente, el personaje principal de esta historia es un preadolescente al que su padre somete a castigos y vejaciones injustificables, h\u00e1bilmente elididos por el director hasta el tercio final del metraje. Sin embargo, El Bola<\/em> no s\u00f3lo lanza la voz de alarma sobre un tipo de comportamiento detestable, pocas veces denunciado en las pantallas, sino que indaga en otra serie de temas tan interesantes como el anterior con la misma honestidad.<\/p>\n <\/p>\n Primeramente, la pel\u00edcula de Achero Ma\u00f1as es, ante todo, el relato de una amistad entre dos muchachos, El Bola y Alfredo. En este sentido, el director sabe retratar con singular sensibilidad la uni\u00f3n entre estos dos chavales introvertidos (uno, por la terrible realidad familiar que le toca sobrellevar; el otro, por ser nuevo en el colegio); una uni\u00f3n que se sostiene sobre todo en la fidelidad, en la comprensi\u00f3n mutua, sembrada de tolerancia, y en un alto grado de sinceridad sorprendentemente adulta. Estas actitudes limpias transforman el v\u00ednculo entre El Bola y Alfredo en una refrescante lecci\u00f3n de humanidad. En una \u00e9poca en la que cada vez es m\u00e1s frecuente escuchar sentencias pesimistas sobre los valores de los j\u00f3venes, esta cinta, que se detiene a pintar el fondo de pureza rastreable en la mayor\u00eda de la amistades adolescentes, constituye un interesante ejercicio de comprensi\u00f3n y esperanza.<\/p>\n Adem\u00e1s, la pel\u00edcula transciende este \u00e1mbito relacional y se atreve a preguntarse sobre los n\u00facleos sicol\u00f3gicos de la personalidad preadolescente: el deseo de libertad y de emoci\u00f3n (metaforizado en esas escenas espeluznantes del juego en la v\u00eda del tren o la que transcurre en el parque de atracciones), el miedo ante la muerte y el misterio, la necesidad de modelos de referencia a los que mirar… La descripci\u00f3n de estos chavales, por tanto, no se limita a una epid\u00e9rmica caricatura o a un elemental retrato-robot de cr\u00f3nica de sucesos: los protagonistas est\u00e1n tratados como seres humanos \u00edntegros y contradictorios, que se relacionan, sienten y piensan.<\/p>\n <\/p>\n En este sentido, el paso de la infancia a la madurez se narra sint\u00e9tica y eficazmente mediante el elemento esc\u00e9nico de la bola de hierro, un amuleto que el protagonista lleva siempre en su bolsillo y al que se agarra supersticiosamente frente a la tristeza, la soledad, la frustraci\u00f3n. En el momento en el que confiesa ante la polic\u00eda las aberraciones que su padre le inflige, la esfera, s\u00edmbolo de todos sus lastres infantiles, es aplastada por un tren.<\/p>\n Sin embargo, el tema al que la pel\u00edcula dedica m\u00e1s metraje es el del papel de la familia en la iniciaci\u00f3n a la vida de los ni\u00f1os y ni\u00f1as. En este punto, Achero Ma\u00f1as se muestra en unos momentos tan atinado y certero como t\u00f3pico y simplista en otros. La pintura de los entornos de el Bola y Alfredo a veces cae en una oposici\u00f3n esquem\u00e1tica, poco atenta a las paradojas y los matices de cada modelo:<\/p>\n <\/p>\n \u00a1 El Bola vive con sus padres y su abuela, una mujer enferma. El hermano mayor muri\u00f3 antes de que \u00e9l naciera y la amargura ocasionada por ese hecho motiva el car\u00e1cter amargado del padre y todo lo que de \u00e9l se deriva. La madre calla ante la rigidez y los abusos de su marido. No hay comunicaci\u00f3n, no hay risas, no hay cari\u00f1o: una espiral sin salida conduce a la desdicha a todos ellos.<\/p>\n \u00a1 Los padres de Alfredo son los j\u00f3venes progres de los ochenta, que se han hecho adultos asumiendo sus experiencias y sus principios liberales positivamente. Sus apariencias (tatuajes, pendientes, ropa juvenil) y su comportamiento (la amistad entendida como un lazo tan estrecho como la familia, la inclusi\u00f3n en su c\u00edrculo de relaciones de homosexuales o personas con problemas de drogadicci\u00f3n…) escandalizar\u00eda a los defensores de lo pol\u00edticamente correcto. Optan por el di\u00e1logo en el trato con su hijo. Son abiertos, no imponen ning\u00fan valor ni ninguna norma, dejan vivir libremente a Alfredo, aunque se equivoque, e intentan educar e insuflar un estilo de vida mediante el cari\u00f1o, el ejemplo, la cercan\u00eda.<\/p>\n <\/p>\n El director sintetiza en una bell\u00edsima idea visual esta oposici\u00f3n que peca a veces de reduccionista: el padre de Alfredo tiene un negocio de tatuajes y, en una de las escenas, tat\u00faa a su hijo en la espalda un sol; los \u00fanicos tatuajes de los que entiende el padre de el Bola son las magulladuras y las contusiones con las que adorna atrozmente el cuerpo de su hijo.<\/p>\n <\/p>\n Jes\u00fas Villegas<\/p>\n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Mucho se ha escrito sobre El Bola, primer largometraje de Achero Ma\u00f1as, como pel\u00edcula que aborda con particular desgarro el tema del maltrato infantil. 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