JÓVENES ESPAÑOLES 2010: ANÁLISIS Y VALORACIÓN

1 octubre 2011

Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil
 
La Fundación Santa María desde 1982 presenta cada cinco años un informe sobre los jóvenes españoles a modo de radiografía de su situación. Hace unos meses publicó su octavo estudio, Jóvenes Españoles 2010, bajo la dirección de Pedro González Blasco y Juan González-Anleo[1].
Este informe es muy valorado en el ámbito de la Pastoral Juvenil. Misión Joven ha dedicado algunos de sus estudios a leer los resultados de estos informes para una descripción ajustada de la realidad juvenil, que ilumine las iniciativas pastorales a partir de la interpretación de los datos.
Este estudio mantiene las características y las principales áreas de investigación (valores, familia, religión, política, ocio y tiempo libre) de los anteriores, si bien esta vez añade también un capítulo dedicado a los jóvenes inmigrantes.
Durante unos meses el equipo del Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil ha estudiado este Informe con la convicción de que el primer momento de la acción pastoral es siempre el conocimiento de la realidad. Ofrecemos los puntos esenciales de dicha reflexión, intentando presentar los datos, con breves comentarios que señalen algunas pistas de carácter educativo y pastoral[2].
 

  1. Los valores de los jóvenes y su integración sociopolítica

Este capítulo destaca desde el principio dos claves. La primera es la posmodernidad, que extiende su influjo por doquier en el escenario social. Y la segunda clave es el individualismo, naturalmente de cuño posmoderno, y posiblemente marcado por la actual crisis económica y social que podría estar provocando una mayor sensatez y responsabilidad en el ambiente juvenil.
 
1.1. Valores finales y valores morales
¿Qué es importante para ti? ¿A qué le das valor en la vida? La respuesta que dan los jóvenes a estas preguntas es clara: lo más importante es la familia, la salud y los amigos; lo menos importante la política y la religión. La importancia de la familia y de los amigos introduce una perspectiva comunitaria en el ambiente individualista. Pero tenemos que señalar que estamos hablando de comunidades de “bajo coste, de esferas de realización personal y del desarrollo de la libertad sin peros, sin ningún tipo de obligación incondicional o categórica”[3]. La familia es un lugar privilegiado de apoyo personal y se está convirtiendo en un contexto hermenéutico decisivo para la interpretación de la vida y del mundo. Por tanto es imprescindible la relación entre pastoral juvenil y pastoral familiar.
Por otro lado el horizonte existencial de los jóvenes se nubla de amenazas: el paro, las drogas, la falta de vivienda, la inseguridad… El informe habla del avance de una cultura del miedo caracterizada por la incertidumbre, y también por la carencia de un espíritu crítico. Esta cultura puede estar siendo alimentada por los medios de comunicación y por la ambigüedad y torpeza del entramado político.
Un dato que queremos resaltar es que los jóvenes con más estudios, y aquellos que más se esfuerzan son más optimistas respecto al futuro. En este punto resulta estimulante comprobar el valor de la educación y su importancia para formar la voluntad.
Sobre la preocupación medioambiental: los jóvenes con una fe ciega en la ciencia y en la tecnología consideran que el problema del medio ambiente no es tan grave como lo presentan, y por tanto parecen estar cansados de este tema. Y consideran que la administración debería preguntarse cómo afrontarlo de una manera eficaz en una sociedad consumista.
¿Dónde sitúan los jóvenes los límites entre el bien y el mal, y cómo disciernen las prácticas justificables de las no justificables? En épocas pasadas estos temas estaban iluminados por un ideal moral, pero la posmodernidad ha relativizado los ideales.
Los jóvenes consideran como comportamientos menos justificables aquellos que atentan contra la moral pública y las reglas de convivencia: el terrorismo y la violencia doméstica. Por lo general se muestran permisivos con lo que pertenece al ámbito privado: el propio cuerpo, el estilo de vida, las formas de uniones sentimentales…
El informe constata una erosión de aquellos valores que se consideran tradicionalmente incuestionables porque sostienen el orden y el consenso moral. Se puede hablar con razón de un cierto relativismo moral juvenil. Y por tanto nos enfrentamos a la cuestión ineludible de la educación moral en nuestros ambientes educativos y pastorales.
 
1.2. Integración sociopolítica
La confianza sociológicamente es un valor que está relacionado con la integración social. Y en los jóvenes españoles hay una generalizada desconfianza respecto a la gente. Esta desconfianza va calando desde la preadolescencia. Además es fácil entender que el individualismo y la desconfianza se retroalimentan.
Respecto a la confianza en las instituciones el informe ofrece datos llamativos. Las organizaciones de voluntariado, el sistema de enseñanza, la seguridad social y la policía son las instituciones que generan mayor confianza. Y las organizaciones que generan menos confianza son las multinacionales y la Iglesia que ocupa el último lugar. Es cierto que interpretar estos datos no es sencillo porque se mezclan valores y prejuicios, deseos y estereotipos. Pero siempre son datos que dan que pensar.
Y sobre los movimientos sociales el informe nos indica que los movimientos que tienen más aceptación son aquellos “más próximos, menos burocratizados y creados con el objetivo específico de ser útiles, ya sea al conjunto de la sociedad, a un colectivo específico o a un ideario político”[4]. Los movimientos sociales ofrecen a los jóvenes, especialmente a aquellos jóvenes que no se consideran religiosos, una fuente de sentido y de significado.
El informe destaca sin embargo que el voluntariado va debilitándose. Desciende la aprobación y la confianza que merecen, así como la implicación y la participación en él. El perfil del voluntario en 2010 es el siguiente: mujer, de entre 21 a 24 años, con un nivel de estudios alto, de izquierdas, agnóstico o ateo.
Y sobre la participación social resulta muy iluminadora esta valoración: “Ante la falta de tiempo o la desilusión con los ideales colectivos y el creciente desapego…, la identidad y la fidelidad serán los principales escollos con los que tendrá que vérselas en la actualidad la participación juvenil”[5].
La participación juvenil es muy baja y está disminuyendo. Los datos son contundentes: un 81% no participa en ninguna asociación, un 6,5% en asociaciones deportiva, un 2,3% en asociaciones juvenil y un 1,6% en asociaciones religiosas. Estos datos mantienen la tendencia a la baja que se inició en 2005, y reflejan las dificultades que estamos teniendo en grupos y asociaciones juveniles.
¿Cuáles serían las causas de esta debilidad participativa? El informe propone algunas explicaciones: la crisis de las instituciones, la crisis educativa (especialmente en la familia), la influencia de los medios de comunicación social y el desplazamiento de la participación real a la virtual. ¿Y cuáles serían los motivos que mueven a la participación? Un 34% de los jóvenes dice que son motivos lúdicos, un 30% convivenciales, un 16% altruistas, un 11,4% instrumentales, un 7,64% reivindicativos, y un 0,9% religiosos.
La integración política se ve condicionada por los bajos índices de integración social y de participación. Y por tanto describe a un joven tendencialmente asocial y apolítico. La identidad política del joven español, según el informe, es de centro-izquierda. Aunque crece el número de jóvenes que prefieren no identificarse políticamente porque no les gusta la separación izquierda-derecha o porque consideran que la política nada tiene que ver con ellos y no afecta a su vida privada. Aumenta el desinterés por la política: los jóvenes buscan poca información política, hablan poco sobre política, y la clase política tiene mala imagen. El gran reto de la educación cívica es ayudar a dar el paso entre el “puedo implicarme y participar” al “debo implicarme, participar y actuar en política”.
 
1.3. La juventud actual vista por los jóvenes
Tres son los rasgos principales con los que los jóvenes se describen. Los jóvenes se ven consumistas y rebeldes. Y no consideran negativa la expresión ‘consumista’ y han dibujado un halo mítico alrededor de la expresión ‘rebelde’. La rebeldía de la que hablan no tiene nada que ver con la rebeldía idealista, es una rebeldía sin causa. El tercer rasgo que reconocen como juvenil es el interés por la estética y el culto al cuerpo (salud, belleza, fuerza física, equilibrio psicológico…).
No reconocen en ellos otros rasgos que tradicionalmente se consideraban típicamente juveniles: el idealismo, la generosidad, la solidaridad, la independencia, la libertad.
 

  1. Juventud y familia en los comienzos del siglo XXI

En las familias en las que crecen los jóvenes el estudio detecta dos tendencias claras que se van consolidando en estos últimos años: por una parte, la adaptación a los modelos y realidades familiares más comunes en los países europeos; y por otra, lo que podríamos llamar la “posmodernización” de la familia.
 
2.1. Características de la institución familiar
La cultura familiar tiende a la individualización y a la privatización en sus comportamientos. Se constituye como una unidad eminentemente emocional, donde los jóvenes dicen que se sienten a gusto y la consideran el aspecto más importante de sus vidas. Lo decisivo no es la estructura familiar cuanto su finalidad, que es la felicidad y el bienestar de sus miembros.
La familia española adopta cada vez más una morfología reducida y plural. Priman las parejas sin hijos o solo con uno (más de un 40% del total), con una tasa de fecundidad de 1,40 hijos por pareja, que va creciendo, aunque todavía por debajo de la media europea. Por otra parte, van emergiendo con fuerza nuevas formas familiares: familias monoparentales, parejas de hecho, familias reconstituidas…
Las dinámicas internas de las familias se configuran como claramente negociadoras y no conflictivas. Los roles tradicionales se van adaptando a las circunstancias, buscando acuerdos que fomenten el bienestar de sus miembros. Esto condiciona de forma decisiva la atmósfera, las relaciones y la transmisión de valores en el seno de la familia.
 
2.2. ¿Cómo entienden los jóvenes la institución familiar?
Se mantiene la tendencia a una prolongación de la juventud que afecta a la convivencia familiar, a los procesos de emparejamiento y a la posibilidad de emancipación. El 85% de los jóvenes vive en el hogar familiar y el 65% estudia. El noviazgo está sufriendo un doble proceso de desregulación y retraso. Uno de los datos más llamativos es que la mayoría de los jóvenes no saben cuándo se podrán emancipar.
Llama la atención la coincidencia ideológica de jóvenes y adultos en la mayoría de las familias. Esta convergencia ideológica parece más fruto del talante negociador de la familia actual y del deseo constante de evitar conflictos, ya que cuando la familia se encuentra es sobre todo para comer juntos y para ver la televisión, soslayándose las discusiones conflictivas. El disenso se da fundamentalmente sobre ciertos aspectos de la vida privada de los jóvenes y sobre su escasa colaboración en las tareas del hogar. Los jóvenes parecen tener un alto nivel de satisfacción y motivación respecto a sus estudios.
Sobre la imagen de su futura familia los jóvenes la conciben con un alto grado de flexibilidad en su forma, aunque el ideal mayoritario sigue siendo el matrimonio con hijos. Consideran que la regulación de las relaciones familiares debe ser el fruto de un pacto de tipo emocional, y no tanto de un compromiso duradero de carácter social. Esto hace que exista un contexto mucho más favorable a las rupturas.
 
2.3. Conclusiones educativo-pastorales
Esta rápida radiografía nos lleva a ciertas conclusiones de carácter pastoral. La familia sigue siendo la institución más valorada por los jóvenes y sigue teniendo una importancia decisiva en sus vidas. Por tanto es fundamental una apuesta clara por una pastoral familiar.
Algunas claves que se podrían tener en cuenta son:
– A las familias les preocupan sus hijos, no la juventud en general. Es importante potenciar iniciativas educativo y pastorales personalizadas en base a las necesidades y situaciones concretas en que viven los hijos. Las familias son receptivas cuando se les habla de sus hijos, no de la juventud.
– Las cuestiones que generan más conflictos en la familia son aquellas que tienen que ver con la vida privada de los jóvenes, como la educación afectivo-sexual o el derecho a la propia originalidad. Tendríamos que ayudar a los padres en estos temas.
– Es fundamental también buscar una mayor implicación de las familias en los procesos educativos reglados de sus hijos. Normalmente no es algo a lo que dediquen tiempo. Y sin embargo su actitud condiciona altamente el rendimiento y la motivación de los jóvenes en sus estudios.
– Hay que pensar en procesos de apoyo y formación de los padres, de manera que no sean meros negociadores en posibles situaciones complejas y pasen a ser verdaderos educadores que transmiten valores esenciales para los jóvenes y su futuro.
 
Respecto a los jóvenes es importante ir adelantándose a los procesos sociales que están en marcha y que suponen una quiebra progresiva de los modelos familiares tradicionales.
Algunas claves que podrían tenerse en cuenta son:
– Procesos de educación afectivo-sexual y de la pareja desde edades tempranas, de manera que afronten sus relaciones de manera sana y constructiva.
– Repensar nuevas formas de pastoral del noviazgo, que sepan acompañar a los jóvenes en las primeras experiencias que suelen marcar después su forma de ver y vivir las relaciones de pareja.
– Trabajar a nivel personal la estructuración fuerte de las personalidades, conseguir personas consistentes que sepan afrontar las dificultades y encontrar soluciones evitando cualquier tipo de huidas.
 

  1. Las creencias religiosas de los jóvenes

La religión sigue ocupando uno de los últimos lugares en una escala de las cosas más importantes para los jóvenes, que se hallan centrados en su vida cotidiana, en la que lo religioso no parece ser de utilidad. E incluso se presenta la religión no pocas veces como un obstáculo para vivir con gozo y libremente. Hay cierto repunte en el porcentaje de importancia con respecto a 2005, quizás por la opinión de los jóvenes inmigrantes, que son en su conjunto más religiosos.
Está claro que la transmisión de creencias y de valores cristianos en el seno de la familia es cada vez más débil, y esto nos hace ver la urgencia de una pastoral familiar más consistente.
 
3.1. Autodefinición religiosa y creencias
No quisiéramos llenar de números estas páginas, pero algunas estadísticas son imprescindibles. Por ejemplo, los datos sobre la autodefinición religiosa son: 53,5% se definen como católicos, un 2% son creyentes de otras religiones, un 44 % se consideran no creyentes. En este último porcentaje se incluyen los indiferentes (16%), los agnósticos (9%) y los ateos (17%).
Y con respecto a las creencias destacamos que un 53% de los jóvenes españoles dicen creer en Dios. Pero los porcentajes de creencia en algunas verdades importantes del credo cristiano son bajos. No pasa de treinta el porcentaje de jóvenes que aceptan la vida después de la muerte, la resurrección de Cristo, el pecado, la resurrección de los muertos, la creencia de que Jesucristo es Dios. Son curiosas las respuestas a la pregunta “por qué no crees en Dios”, planteada a quienes se declaran no religiosos. Un 32% argumenta que la religión es un invento de la Iglesia y de los curas; un 31% que es una superstición como otra cualquiera; un 24% apela a la existencia del mal en el mundo, y un 15,7% opina que “los científicos dicen hoy que Dios no existe”.
El informe afirma que la religión seguirá como un referente simbólico y celebrativo, pero desconectado de la vida cotidiana, y sin influjo específico en los comportamientos de una mayoría significativa de jóvenes. Y los datos de la encuesta nos obligan a reforzar elementos claves de la pastoral juvenil como la personalización de la fe, la diversificación de los itinerarios, una Iniciación Cristiana adaptada a las necesidades de estos tiempos. Y por otro lado debemos tener muy presente en el anuncio de la fe la centralidad del Misterio personal de Dios y la divinidad de Jesucristo, que como verdades cristianas están siendo socavadas por el influjo de las diversas corrientes de la New Age.
 
3.2. Práctica religiosa y eclesialidad de la fe
La asistencia a la iglesia mejora ligeramente respecto del año 2005. Un 7% cumple con el precepto dominical de ir a misa, un 5% acude a la iglesia una vez al mes y un menor número de jóvenes, un 2%, acude más de una vez a la semana. Se produce un espectacular descenso de la práctica de la oración entre los jóvenes respecto a 2005.
Un 69% de los jóvenes que se consideran católicos o creyentes de otra religión opina que se puede vivir la fe individualmente, sin necesidad de compartirla con una comunidad de creyentes. El influjo del individualismo posmoderno es meridianamente claro. Y sigue ganando terreno la convicción de que la religión debe ser un asunto privado, sin proyección pública.
La iglesia sigue siendo una institución poco valorada. Aunque, en relación a 2005, mejora ligeramente la valoración que recibe, y desciende el porcentaje de jóvenes que están de acuerdo con las opiniones negativas sobre la iglesia. Y sobre la posibilidad de la vida religiosa y de la vocación sacerdotal como opción personal casi un 93% de los jóvenes afirma que no se lo ha planteado nunca. No llega al 1% los jóvenes (unos cincuenta mil en números absolutos) que han pensado a menudo en ello, aunque casi el 5% dicen habérselo planteado alguna vez.
Todos estos datos sobre la religiosidad juvenil animan a seguir ofreciendo desde la pastoral juvenil puntos de encuentro, que sean para los jóvenes lugares de acogida humana y religiosa, donde sea posible que la iglesia se acerque a los jóvenes y los jóvenes a la iglesia. La dimensión comunitaria de la fe, los grupos de fe y las comunidades juveniles han de ser elementos prioritarios de nuestra pastoral.
 

  1. Ocio, consumo y medios de comunicación

Una primera conclusión de la lectura del capítulo dedicado al ocio y tiempo libre es el impacto de la crisis económica en el mundo de los jóvenes, en su cultura, hábitos y aspiraciones. “Tratan de hacer el mismo tipo de cosas que les gustaba hacer antes de la crisis, aunque cuenten con menos recursos económicos, pero sus actitudes, su visión de la vida y de la posición que ocupan dentro de ella, indudablemente se han tenido que ver afectadas por las dificultades y cambios que la sociedad está experimentando”[6].
Para abordar el amplio mundo del ocio juvenil el estudio se centra en cuatro áreas: consumo y ocio, situación del deporte y la lectura, violencia y ocio, medios de comunicación (Internet) y ocio. Estas cuatro áreas de análisis no abarcan todo el mundo del ocio y el tiempo libre de los jóvenes en su complejidad y en todas sus dimensiones.
Cada época tiene un tipo de ocio concreto con características propias. El estudio, citando al profesor Manuel Cuenca Cabeza, habla del ocio caracterizado “por el ansia del disfrute, libertad y autorrealización, un ocio individualista (técnicamente hablando) el tipo de ocio dominante puede ser calificado de entretenimiento, lúdico y casual (…) un ocio predominantemente pasivo, en cuanto que unos lo disfrutan y son otros los que lo piensan y lo organizan; un ocio que forma parte de una importante industria cuyo objetivo es el rendimiento económico”[7].
El ocio sigue ocupando un lugar central entre los valores fundamentales de nuestra vida y sirve para organizar nuestros ritmos de vida, elecciones, relaciones sociales.
El 90% de los jóvenes españoles opina que el ocio es bastante o muy importante para ellos, un 2% menos que el año 2005. Y esta importancia, “es similar a la concedida a las amistades, a os estudios e incluso a la formación y a la competencia profesional. El ocio, para ellos, resulta más importante que tener pareja y algo más que ganar dinero, dándose la centralidad del ocio y un cierto desapego de logros sociales como el éxito profesional o la vida comprometida con una pareja”[8].
 
4.1. Gustos y aficiones
Para valorar y analizar las tendencias de los jóvenes en la ocupación de su tiempo libre, haciendo del ocio su centro vital, se debe partir de su auto-concepto personal. Tal como se valoran así mismos, así actúan y se perciben las tendencias en el campo del ocio juvenil.
De unos jóvenes que se autodefinen como consumistas (47%), rebeldes (44,7%), demasiado preocupados por la imagen personal (38.7%), egoístas (30%), independientes (29,7%), con poco sentido del deber (28,6%), leales en la amistad (28%), pensando sólo en el presente (26,6%)… resultan unos gustos y aficiones, donde la pasividad, el consumo y el propio beneficio son rasgos característicos. Escuchar música, salir o reunirse con los amigos, ver televisión, salir a bares, cafeterías o pubs, ir al cine ocupan los primeros puestos de la escala. Estas cinco actividades componen un gran marco en el que se dan otras actividades, entre ellas dos en alza: leer libros (69,7) y hacer deporte (66,6%)
Todo sigue pivotando entorno al fin de semana, vida social, ocio juvenil, amigos, fiestas… El “super-finde”, con matices descendentes con respecto al 2005, se consagra como el paradigma del ocio juvenil. El 41% sale todos o casi todos los fines de semana. Actualmente 1 de cada 10 jóvenes responde que no salen por la noche.
La noche acompaña al fin de semana, como tiempo del ocio, y es asumido así por los jóvenes y por la misma sociedad. El horario de las salidas nocturnas se alarga aunque no para la mayoría. Desciende de un 46% en 2005 a un 38% los jóvenes que regresan después de las 4 de la mañana.
“Compartir con los amigos” (54,5%) y “desconectar de la rutina diaria” (39,9%) son motivos suficientes para salir, y para situarse en otro nivel que no es el familiar, o el del tiempo controlado. Aunque sin objetivo determinado, salir ya es importante. Hay un dato significativo: para el 67,8% de los jóvenes tomar drogas no es una razón “importante” para salir.
Estos datos resultan familiares a todo educador y motivan muchas de sus reflexiones. Los gustos y las aficiones van apuntando a tendencias más pasivas que activas, a jóvenes más receptores que actores. Además se constata un ensimismamiento y la preferencia por estar con el grupo de amigos, aparentemente sin finalidad alguna. Esta manera de ser joven en su tiempo libre, motivada por múltiples factores, se convierte en un reto que pide proyectos educativo-pastorales desde criterios activos, críticos y comprometidos, donde el protagonismo juvenil es condición para crecer como personas y cristianos.
Por otra parte el afianzamiento de la “noche” como espacio reinventado por los jóvenes para vivir “otro tiempo y otra realidad” con otras normas y otros esquemas “sin hora”, aunque con recelo, nos cuestiona el cómo asumir el doble horario de los jóvenes.
El dato alentador de un 67,8% que separa ocio y drogas, no nos relaja de una preocupación acuciante sobre el tema, sobre todo viendo otras estadísticas[9].
 
4.2. Las nuevas formas de la comunicación personal
Las nuevas tecnologías siguen desbancando a la palabra directa entre los jóvenes. Podemos decir que se habla y se escribe más por móvil, redes sociales, chats… que por las formas convencionales. El 98% de los jóvenes tiene móvil, el 95% de jóvenes usa internet.
Se ha ganado en inmediatez, en colarse en la vida del otro saltando puertas y normas. El móvil facilita la comunicación, es signo de identidad y da estilo propio a los jóvenes que lo usan, se convierte en instrumento de comunicación y en herramienta de diversión y complicidad. Está ahí, no se puede obviar, sino asociar a una comunicación que haga crecer y abrirse a los demás en clave positiva y constructiva. El protagonismo del móvil en la sociedad está siendo importante.
Otra realidad son Internet y las redes sociales. ¿Para qué utilizan Internet? Para realizar búsqueda en Google (88,5%); chatear (80,8%); descargar música (78,3%); ver videos de Youtube (75,0%); descargar películas (70,4%); hacer cosas relacionadas con los estudios (70,1%); entrar en comunidades virtuales (70,8%). Internet es ya una herramienta potente de comunicación, formación, información, pero también un doble canal de educación, un currículo oculto, y a veces clandestino que convive con las pautas de la familia, con los valores de la escuela, con la vida de la pandilla de amigos, y que puede influir potentemente en la persona del joven. Por otra parte, este desarrollo de las nuevas tecnologías, de las nuevas formas de comunicación entre los jóvenes abre una mayor brecha generacional entre los jóvenes y adultos quizás más ajenos a este mundo tecnológico.
 
4.3. Educación y tiempo libre
Para entender como adultos el mundo de los jóvenes y de los adolescentes, en sus hábitos y gustos, necesitamos prestar atención a nosotros mismos, a lo que hacemos y hemos hecho. Somos los adultos, con nuestras actitudes y valores, los que creamos las condiciones necesarias para que surja esta o aquella tendencia entre los jóvenes. Por lo tanto, solo devolviendo el valor que tiene la educación e impulsando procesos educativos de calidad en el tiempo libre aportaremos sentido al contexto en el que viven, se relacionan y crecen los jóvenes con otros jóvenes.
 

  1. Aproximación a los jóvenes inmigrantes

El estudio entiende por inmigrante, en el contexto de la globalización, aquel extranjero pobre que procede de un país pobre o no desarrollado. La emigración es una respuesta previsible ante la inadecuación de uno de estos dos binomios en sus países de origen: población – recursos e inseguridad política – inexistencia de derechos humanos. Por otra parte el envejecimiento de los países desarrollados fruto del aumento de la esperanza de vida y de la caída de la tasa de fecundidad va transformando la sociedad y se convierte en un problema.
La población extranjera en España asciende al 11% de la población general. Es mayoritariamente masculina (53%), y es una población mucho más joven que la española. La población joven extranjera (15-24 años) asciende al 15% de la población joven general, siendo muy igualitaria su distribución por sexo.
Las comunidades de jóvenes extranjeros más numerosas por nacionalidades son: rumana (20%), marroquí (14%) y ecuatoriana (9%). A su vez, la población extranjera se concentra mayoritariamente en Cataluña (21%), Madrid (19%) y Comunidad Valenciana (16%).
 
5.1. Valores
En cuanto a la dimensión axiológica de la condición juvenil inmigrante en España cabe destacar algunos aspectos. Lo más importante para los jóvenes inmigrantes son los amigos, la salud y la familia.
Los lugares donde los jóvenes consideran que se dice lo fundamental en cuanto a ideas e interpretaciones del mundo y de la vida son: la familia y el grupo de amigos.
En cuanto a la confianza en las instituciones, las organizaciones de voluntariado son las instituciones en las que más confían los jóvenes inmigrantes seguido del sistema de enseñanza y de la seguridad social.
La imagen y valoración de la Iglesia Católica como institución es mayoritariamente positiva. El 57% de los jóvenes inmigrantes manifiesta mucha o bastante confianza en ella. En comparación con otras instituciones la Iglesia se encuentra ligeramente por debajo de la Unión Europea y por encima de otras instituciones de carácter universal como la ONU, o la OTAN.
Las instituciones que ofrecen menos confianza son los sindicatos, las grandes empresas y las multinacionales y la policía. La política es lo que menos interesa.
Para el 73% de los entrevistados la política es poco o nada importante en su vida. Entre los principales problemas que los jóvenes inmigrantes ven en su vida y para su futuro personal y profesional se encuentran el paro, el racismo y la xenofobia, la violencia juvenil, la falta de futuro y la calidad en el empleo.
En cuanto a lo que más les gusta en su tiempo libre es escuchar música, reunirse con amigos y ver la TV. También son éstas las actividades que más practican. Todo lo relacionado con la cultura (clases de música, visitar museos o exposiciones y tocar un instrumento, pintar o escribir) es lo que menos les gusta y en lo que apenas ocupan su tiempo libre.
Tampoco el asociacionismo entre los jóvenes inmigrantes parece ser valorado, debido quizá a su grado de integración en España y a la confianza que otorgan a las instituciones públicas y al respaldo que reciben del Estado de Bienestar.
 
5.2. Adaptación a la cultura española e integración en España
La mayoría de los entrevistados considera que como inmigrantes deben adaptarse a la cultura de los españoles y no al revés. La inmensa mayoría de los jóvenes inmigrantes están de acuerdo con la idea de que quitan el trabajo a los españoles, viéndose a sí mismos en situación de competencia laboral y como sector de población necesario para mantener nuestro nivel de vida.
La gran mayoría se sienten integrados en España y cree que su situación es mejor que en su país de origen. También se sienten integrados en los ámbitos sociales fundamentales: grupo de amigos, familia, estudios y trabajo así como en su barrio de residencia. Aún así, no se sienten todavía españoles: la mayoría de los entrevistados se sienten más de su respectiva nacionalidad que españoles. Uno de cada cuatro se siente tan español como de su respectiva nacionalidad de origen. Respecto al futuro, un 87% tiene intención de quedarse en España, bien a trabajar y a vivir definitivamente aquí (53%) o bien piensa permanecer por algún tiempo y, después de ahorrar suficiente dinero, volver a su país de origen (34%).
Ocho de cada diez jóvenes inmigrantes tiene relación o trato habitual con españoles, fundamentalmente relaciones de amistad, trabajo, estudios y vecindad. La mayoría de los jóvenes inmigrantes no se has sentido solos en todo el tiempo que lleva viviendo en España, mientras que cuatro de cada diez reconoce que sí, que alguna vez se ha sentido solo. Este sentimiento va disminuyendo conforme avanza la estancia en España. El tiempo es una variable capital para explicar el nivel de adaptación.
Por otro lado, la percepción que los jóvenes inmigrantes tienen respecto del trato que reciben de los españoles no termina de ser positiva: el 45% opina que el trato recibido es de interés, amabilidad y normalidad, mientras que el 37% percibe que es de desconfianza, desprecio y agresividad. El 17% cree que es de indiferencia. En este sentido, hay que destacar que ocho de cada diez inmigrantes no cree que en España se den demasiadas facilidades a los inmigrantes. Por otro lado, su opinión acerca de los españoles es contradictoria pero más bien positiva, especialmente en lo referente a nuestro carácter, estilo de vida y solidaridad. Por el contrario, perciben a los españoles como prepotentes, soberbios, distantes y algo clasistas.
 
5.3. Familia
La familia es uno de los aspectos más importantes en la vida de los jóvenes inmigrantes. El ámbito de la familia y la casa familiar son los lugares donde se desarrollan las vivencias más importantes en sus vidas. La mayoría de los jóvenes inmigrantes viven con sus padres y su estructura familiar responde a la típica familia nuclear.
Las relaciones que mantienen los jóvenes con sus padres son muy satisfactorias, especialmente con la madre. En general, los jóvenes inmigrantes aceptan todas las formas de familia excepto aquellas que se refieren a parejas del mismo sexo: las parejas homosexuales no son consideradas en ningún caso como una auténtica familia.
La forma de familia que recibe la valoración más alta es el matrimonio con hijos, seguida de las parejas de hecho con hijos y el matrimonio sin hijos. La religión es capital para entender las distintas concepciones acerca de la familia. Los no creyentes y ateos son los únicos que tienden a considerar como una auténtica familia a las parejas homosexuales.
 
5.4. Creencias religiosas
Quizás uno de los aspectos más llamativos de los jóvenes inmigrantes en contraste con el joven español es el dato de su religiosidad: el 81% de los jóvenes inmigrantes afirma creer en Dios y no rechazan la pregunta sobre Dios. La mayoría considera a Dios como algo superior que creó todo y de quien depende todo, bien como juez supremo de quien dependemos y que nos juzgará, bien como padre bondadoso que nos cuida y nos ama. Uno de cada cinco jóvenes inmigrantes se considera católico practicante, y uno de cada diez se ubica en una posición de indiferencia o no creencia. ¿Podrá esta realidad emergente favorecer la religiosidad juvenil española?
 
[1] Los autores de los diferentes capítulos son:
Juan M. González-Anleo Sánchez, Capítulo 1: Los valores de los jóvenes y su integración socio-política.
Luis Ayuso Sánchez, Capítulo 2: Juventud y Familia en los comienzos del siglo XXI.
Maite Valls Iparaguirre, Capítulo 3: Las creencias religiosas de los jóvenes.
José Antonio López Ruiz: Capítulo 4: Ocio, consumo y medios de comunicación.
Gonzalo González, Capítulo 4: Aproximación a los jóvenes inmigrantes.
Pedro González Blasco: Metodología.
[2] El estudio ha sido elaborado por Koldo Gutiérrez, Ferran Solé, Óscar González, Juan Crespo, Rosendo Soler, y Antonio Jiménez, que ha coordinado el trabajo.
[3] Juan González Anleo y Pedro González Blasco (ed.), Jóvenes españoles 2010, Madrid 2010, pg. 23.
[4] Ibid., 65.
[5] Ibid., 71.
[6] Ibid., 231.
[7] Ibid., 234.
[8] Ibid., 235.
[9] EL Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) detectó 41 nuevas drogas en Europa en 2010, principalmente de origen sintético, distribuidas mayoritariamente a través de Internet, lo que supone un crecimiento del 300 por ciento respecto a los dos años anteriores. Estas nuevas sustancias reciben el apelativo de “recreativas” porque su consumo se asocia al ocio, fiestas, tiempo libre juvenil.