Samuel (1 Samuel 3,1-10)

19 julio 2017

«Habla, que tu siervo escucha.»

A. SITÚATE:
El joven Samuel vive en el templo, al servicio del anciano sacerdote Elí. Cuando oye la llamada, él no comprende que es Dios el que lo llama, y piensa que su jefe lo necesita. Elí tampoco está atento, y le cuesta darse cuenta que es Dios el que está llamando al joven.
Este pasaje lleno de simbolismo subraya que Dios llama por el nombre y a quien quiere, que insiste y tiene paciencia infinita con nosotros. La enseñanza que Elí le transmite a Samuel, hoy la llamamos «acompañamiento». No es fácil discernir cuál es la llamada de Dios sobre nuestras vidas. La sabiduría de otros cristianos con más experiencia puede ayudarnos a escuchar mejor.
B. UNA LUZ QUE ILUMINA: 1 Samuel 3,1-10
El joven Samuel servía al Señor al lado de Elí. En aquellos días era rara la palabra del Señor y no eran frecuentes las visiones.
Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos habían comenzado a debilitarse y no podía ver. La lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encuentra el arca de Dios. Entonces el Señor llamó a Samuel. Este respondió:
—Aquí estoy.
Corrió adonde estaba Elí y dijo:
—Aquí estoy, porque me has llamado.
Respondió:
—No te he llamado. Vuelve a acostarte.
Fue y se acostó. El Señor volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí, y dijo:
—Aquí estoy, porque me has llamado.
Respondió:
—No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte.
Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la palabra del Señor. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí, y dijo:
—Aquí estoy, porque me has llamado.
Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. Y dijo a Samuel:
—Ve a acostarte, y si te llama de nuevo, di: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
Samuel fue a acostarse en su sitio. El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores:
—Samuel, Samuel.
Respondió Samuel:
—Habla, que tu siervo escucha.
C. PONTE EN ORACIÓN:
Señor Dios,
tú me llamas por mi nombre,
me llamas una y otra vez,
a tiempo y a destiempo,
con infinita paciencia y cariño.
Tú pones en mi camino
personas sabias que me apoyan
y me ayudan a escucharte.
¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!
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