Desde hace años acompaño a grupos de jóvenes y doy clase a niños y adolescentes. Últimamente también he tenido la posibilidad de acompañar y trabajar pastoralmente con personas adultas. Tanto en el primer caso como en el segundo llego a la misma conclusión: «me preocupan las personas». Y puedes preguntarte qué quiere decir esto. A continuación te ofrezco alguna explicación que espero te sirva para hacerte alguna pregunta igual que me ha servido a mí.
Me preocupan las personas porque muchas veces nos fijamos solo en la apariencia, en lo externo, sin valorar lo que de verdad merece la pena en una persona, que es su corazón, su interior.
Me preocupan las personas porque en ocasiones en lugar de valorar a cada uno por lo que es lo valoramos por lo que tiene, por lo que sabe o por lo que sabe hacer. Y la persona es un tesoro en sí misma.
Me preocupan las personas porque a veces el amor no es más que una palabra bonita que no se concreta en detalles concretos, en el día a día. E incluso, en el peor de los casos, es un amor que quiere poseer a la persona, dominarla y controlarla, llegando a anularla.
Me preocupan las personas cuando no son capaces de ocuparse y preocuparse de aquellos que tienen a su cargo o son tan egoístas e infantiles que lo único de lo que se preocupan es de ellos mismos.
Me preocupan las personas porque en lugar de utilizar todos nuestros recursos, fuerzas y energías para buscar el bien de los otros, en ocasiones buscamos cómo hacer daño.
Me preocupan las personas porque en lugar de trabajar por construir un mundo en paz y en armonía, hacemos del nuestro, el cercano y el lejano un mundo violencia, de enfrentamientos y violencia.
Me preocupan las personas porque nos olvidamos de ser agradecidas y creemos que todo se nos debe. ¡No somos conscientes de todo lo que tenemos que agradecer a otros seres humanos! Les debemos todo, comenzando por la vida.
Me preocupan las personas cuando todo se tiene que hacer a la medida de nuestros propios gustos e intereses. Y por desgracia muchas veces según nuestros propios caprichos.
Me preocupan las personas que no son capaces de mirar más allá de lo concreto y de lo que se puede tocar, que no son capaces de abrirse a la trascendencia. Y cuando eliminamos a Dios de nuestra vida, muchas veces, eliminamos a las personas y su dignidad.
Me preocupan las personas porque en muchas ocasiones hablamos de respeto y tolerancia y no somos capaces de respetar a los demás si no piensan como nosotros.
Me preocupan las personas porque no somos capaces de respetar la dignidad de las personas, ni sus creencias o religiones, porque unos nos creemos más que otros.
Y todo esto y mucho más lo observo, a veces en mí, pero también en niños, en jóvenes y en adultos y me preocupa. Me preocupa porque parece que no es algo pasajero y da la impresión que nos estamos instalando en un mundo en el que la persona no cuenta, no importa y lo que cuenta es que cada uno haga su vida independientemente de los demás.
A ti, ¿no te preocupan las personas? Los educadores tenemos una gran labor por delante. ¡Mucho ánimo! ¡Pongamos nuestro granito de arena!
Óscar Bartolomé Fernández, SDB
Director de la Obra salesiana de Lugo
Miembro de la Comisión Nacional de Animación Vocacional