Cuando me quejo

1 junio 1997

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Hoy, viajando en autobús, vi a una hermosa muchacha

Con cabellos de oro y expresión de alegría;

Envidié su hermosura.

Al bajarse la vi cojear…, tenía una sola pierna,

Y apoyada en su muleta sonreía.

 

Perdóname Señor, cuando me quejo.

            ¡Tengo dos piernas y el mundo es mío!

 

Fui después a comprar unos dulces.

Me atendió un muchacho encantador.

Hablé con el; parecía tan contento que aunque se me

Hubiera hecho tarde no me habría importado.

Ya al salir, oí que me decía:

“Gracias por charlar conmigo…, es usted tan amable.

Es un placer charlar con gente como usted…, ya ve, soy ciego”.

 

Perdóname Señor, cuando me quejo.

            ¡Yo puedo ver, y el mundo es mío!

 

Mas tarde, caminando por la calle, vi a un pequeño

De ojos azules, que miraba jugar a otros niños,

Sin saber que hacer.

Me acerqué y le dije: ”¿Por qué no juegas con ellos?”

Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra;

entonces comprendí que no me oía.

 

Perdóname Señor, cuando me quejo.

            ¡Yo puedo oír, y el mundo es mío!

 

Tengo dos piernas para ir a donde quiero…

Ojos para ver los colores del atardecer…

Oídos para escuchar las cosas que me dicen…

Perdóname, Señor, cuando me quejo,

¡Lo tengo todo y el mundo es mío!

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