[vc_row][vc_column][vc_column_text]El secreto de la isla de las Focas es un hermoso cuento de hadas celta, con un trasfondo político sutilmente insinuado (la lucha por la independencia de Irlanda) y un mensaje ecológico que adquiere sentido pleno en el desenlace final: la necesidad de regresar a los orígenes de la civilización (los mitos, las leyendas) y de la existencia (el contacto directo, confiado y solidario con el medio) para encontrar allí nuevas fuentes de sentido para la vida; fuentes que nos permitan encarar con cierta dignidad y esperanza el fin del milenio. Por su interés, resumiremos brevemente el argumento del film: Fiona, la niña protagonista, vive en las costas irlandesas, en un pueblo de pescadores. A la muerte de su madre, su padre decidió hacerla regresar de la ciudad donde él trabaja a esa tierra para ser criada por sus abuelos.
En este ambiente, la aventura de Fiona consistirá en ir descubriendo paulatinamente las historias y los mitos que explican el sentido de la vida y el valor de la muerte en ese rincón privilegiado del planeta. Todas las leyendas participan de un mismo denominador común: el entendimiento, la mutua dependencia entre los seres humanos y la naturaleza (encarnada durante toda la película en la omnipresente figura de las focas) como energía motora de la existencia.
Entre esos relatos que salpican la película descubriremos uno extraordinariamente real y todavía inconcluso: aquel que describe cómo, hace tan solo un par de años, la familia de Fiona vivía en la llamada «Isla de las Focas», un enclave paradisíaco, cercano a su actual residencia, que debieron abandonar precipitadamente en circunstancias poco claras (¿penuria económica, deseos de medrar, miedo a un desastre natural…?). En su huida, el hermano pequeño de Fiona desapareció en el mar, arrastrado en su cuna por la marea.
Con este planteamiento argumental, el relato girará en torno a esas historias legendarias sobre el origen de un pueblo que los personajes narran a la niña, mientras ella, con la conciencia alimentada por todas estas fantasías extrañamente reales y siguiendo la lógica mágica de los cuentos escuchados, se empeña en reencontrar al hermano, supuestamente custodiado durante este periodo de tiempo por una manada de focas, quienes lo devolverán a sus parientes en cuanto estos retomen a la isla de la que huyeron. En el fondo, Fiona procura culminar con éxito el único relato planteado en la película que carece de final.
La historia concluye con la recuperación del niño (criado, efectivamente, por las focas) tras el regreso de toda la familia a la isla. Este desenlace permite que mitos y realidad se fundan armónicamente para completar así el itinerario de un doble retorno: por una parte, la vuelta de una cultura y sus creencias a sus raíces míticas; y, por otra, el retomo de unos seres humanos desde la civilización a la naturaleza en estado puro (la isla).
El panorama cinematográfico internacional recoge pocas obras donde el tema ecológico esté tratado combinando a un mismo tiempo la sencillez del mito y la profundidad de la ideología con tanta eficacia como en esta pequeña pieza maestra. Habría que recurrir a títulos clásicos como los documentales de Robert J. Flaherty Nanuk el esquimal, Hombres de Aran o las magníficas Dersu Uzala, Los dientes del diablo o ¡Qué verde era mi valle! para reencontrar esta, hoy por hoy, inhabitual sincronía entre ser humano y medio ambiente que emana de este filme. Ni Jugando en los campos del Señor, ni Los últimos días de Edén, ni la serie de pseudocumentales con estética de videoclip, que culminan en Baraka pasan más allá de utilizar el ecologismo como un mero barniz. Tal vez Tasio, la película de Armendáriz, o Hatschipuh (una fábula ecologista alemana que mezcla dibujos animados e intérpretes reales) sean los únicos filmes de los últimos quince años dignos de situarse en la estela de la obra comentada, por su apego a la realidad, por su capacidad para retratar a un mismo tiempo y de forma indisoluble al hombre y al medio en el que crece.
El secreto de la isla de las focas puede dar pie para abordar temas tan variados y sugerentes como el ya mentado ecologismo, el origen de los pueblos y las culturas, las narraciones populares y los mitos, los límites entre realidad y fantasía… Por si esto fuera poco, el atractivo de la cultura retratada (de raigambre céltica) y una banda sonora particularmente deliciosa recomiendan el aprovechamiento pedagógico de esta joya.
Jesús Villegas
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