[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nadie es una isla, cerrado en sí mismo. Cuando un trozo de Europa lo arranca el mar, toda Europa queda disminuida. Somos continentes, por eso nunca preguntes: ¿por quién doblan las campanas?… ¡Doblan por ti!
GABRIEL MARCEL
Primera parte
Has leído la parábola del Vergel de la página anterior. Ahora te toca a ti pensar y definirte. Si queremos hacer una macedonia, tenemos que recoger frutas. Necesitamos conocer la calidad de cada una, su riqueza, su jugo…
Y tú…
¿En qué fruta te reconoces mejor?
– Cada uno somos una fruta: descubrirse como fruta con todas las características que yo tengo.
– Ver cómo se vive en soledad: ¿Somos capaces de vivir «solos», como cada uno somos?
-¿Qué enfermedades, qué madurez, qué gusto… tiene mi fruta? ¿Por qué?
¿Qué reconoces en esa fruta que exprese algo de ti?
-¿Cómo es tu cáscara?
– ¿Qué esconde dentro?
– ¿Cómo es tu jugo?
– ¿Qué siente dentro esa fruta?
– Qué miedos e inquietudes oculta?
Segunda parte
- Objetivo
Hay que partir la fruta; descubrir el dolor de partirme para unirme a los otros; «ver» la experiencia que tengo que partirme…
– ¿Me parto o me echo entero para que lo demás no se mezcle conmigo…?
– ¿El amargor de mi gruta da amargor a todo el conjunto?
Tercera parte
- Objetivo
Comparar la macedonia con el grupo: ver los defectos de fabricación; de dónde le viene la calidad; de dónde el sabor y cuál es, en fin, la vida de la macedonia.
- Para elaborar la «gran macedonia» –¿Qué hacer si no hay fruta?
– ¿Qué hacer si echamos las frutas enteras?
– ¿Dónde está la diferencia de cada macedonia?
«JUVENILES» DEL «PAN BENDITO» (Madrid).
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