Hace unos días descubría una palabra que, parece ser, está muy de moda. De vez en cuando aparecen temas que pretenden marcar tendencia: a veces de forma anecdótica, otras por necesidad y otras por rutinas. Y esa palabra a la que me refiero no es plurilingüismo, no es sistema de calidad, no es innovación, no es operación triunfo… es POSVERDAD. La Real Academia de la Lengua define la POSVERDAD como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Algunos quieren transmitir que lo importante no es la verdad en sí, si no que lo que nos cuentan parezca verdad y, sobretodo, debe “tocar por dentro” aunque no sea la realidad.
En los últimos tiempos hemos pasado del con, al sin; de la lentitud y parsimonia a la rapidez e inmediatez; de lo real, a lo virtual; de lo absoluto a lo relativo… y de la verdad, a la posverdad, aquello que “parece, pero no es”.
¿Alguna vez has aparentado aquello que no eres? ¿Alguna vez has querido transmitir algo que no es verdad? ¿cuáles eran los motivos para hacerlo?
Esto de la posverdad, me recordaba al carnaval y a este tiempo de preparación, de reflexión y de cambio que estamos viviendo, la ‘Cuaresma’. Celebramos el carnaval con máscaras y disfraces: unos días para disfrutar, para pasarlo bien, incluso en algunos lugares con mucha tradición gastronómica. Los disfraces vendrían a ser como esos ‘filtros’ que las redes sociales también nos permiten añadir a nuestras fotos… para modificarlas y hacerlas más divertidas, hacerlas más llamativas y conseguir muchos “me gusta”. Todo son ejemplos de cambio de la realidad. Estas fiestas de carnaval son días para “aparentar” lo que no somos, perder la vergüenza (siempre desde el respeto), son unos días de “posverdad” que finalizan con la Celebración de la Ceniza, un gesto hacia el cambio.
¿Cuáles son esos filtros que te distraen? ¿Cuáles son esos disfraces o esas máscaras que a veces nos impiden mostrar todo lo bueno y original que llevamos dentro?
Estamos celebrando 40 días antes de nuestra gran Fiesta, la fiesta de la Vida, la fiesta de la Resurrección, la fiesta que no es de la posverdad, si no de una VERDAD plena, completa.
Creo que Jesús puede ser el ejemplo contrario a la posverdad. Jesús es esa realidad que se muestra como es: con sus debilidades y fortalezas. Con sus ilusiones para conseguir realizar el proyecto que su Padre tiene preparado para él; y desilusiones cuando en el Monte de los Olivos piensa que ha fracasado. Con sus alegrías y sus tristezas. Consigue tocar por dentro a todo aquel que se cruza en su camino, desde su Vida, desde su originalidad, desde su SER.
Que estas semanas nos sirvan para descubrir esos filtros y esas máscaras que nos ocultan, que nos dificultan, que muestran a veces nuestra “posverdad” y seamos capaces de mostrarnos tal como somos a los demás, originales. Pero día a día, semana a semana, año a año, Cuaresma a Cuaresma… ¡un poquito mejores!
Rubén Fernández Santiago