Cuando nos hacen un regalo, un regalo que llevamos mucho tiempo esperando, un regalo de mucho valor, un regalo que nos sorprende o que es algo único… ¡Madre mía! ¡Cómo lo cuidamos! Tanto niños o jóvenes como adultos lo cuidamos con unos mimos: no dejamos que nadie se acerque, lo guardamos como si fuera único y cuando lo usamos nos emociona todo el cuerpo.
Y sin embargo, Dios nos ha hecho uno de los regalos más importantes para las personas y poco nos acordamos de cuidarlo. Ese gran regalo es la Creación.
De las actividades que más nos gustan, que nos emocionan y que disfrutamos mucho son: ir a la playa, un paseo por un parque o la montaña, buscamos espacios verdes en las ciudades…
Y a parte de lo que nos da placer, la creación también está relacionada con cosas básicas para nuestra vida como el sol o el agua.
A pesar de todo esto, somos las personas las que estamos destruyendo la creación a través de nuestras acciones: ensuciamos la naturaleza, destruimos los bosques, reducimos las zonas verdes, nos cuesta bastante reciclar en nuestros hogares, elegimos productos sin revisar si son nocivos … en fin, como si todas las noticias alarmantes o los informes de ONGs del cambio climático no fueran con nosotros.
¿Alguna vez nos hemos parado a pensar que la creación es un regalo para mimarla y cuidarla y que no es solo nuestro sino de todo el mundo?
Muchas acciones que estamos haciendo no son por iniciativa personal si no porque nos lo imponen o nos atosigan con información: multas por contaminar, carteles no fumes en la playa, pagar las bolsas de plástico … como si no fuera con nosotros
Pero… ¿Trabajamos esto en las escuelas cristianas? ¿Le damos importancia como el regalo que Dios nos hizo? ¿Lo trabajamos en nuestras clases de religión?
Convencer o explicar a un niño o joven que cuide algo que los adultos no hacemos es difícil. Les decimos que tienen que cuidar su habitación, que no deben perder sus cosas, que su clase tiene que estar limpia pero… ¿Qué pasa con el mundo en el que vive? Y, desde el punto de vista cristiano, hablamos con ellos para que recen, para que participen en las eucaristías, para que tengan los valores de Jesús pero… ¿Y la Creación? ¿El gran regalo De Dios? ¿Nos hemos olvidado de ella?
Laura Valcárcel Márquez