Las redes sociales hacen perder el pudor

1 noviembre 2011

Internet ha cambiado el concepto de intimidad entre los menores. Un ejemplo: Camino D., de 44 años, acaba de descubrir que su vida está en internet a la vista de los 353 amigos de su hija mayor, de 14 años. En la red aparecen varias fotografías etiquetadas como Mi familia: ella en bañador, junto a su hija pequeña (8) y su marido (47). Y otras imágenes…, incluso del chalet en el que viven y detalles del interior, como su título de licenciada y otros objetos que dejan bien claro que su marido pertenece a algún cuerpo de las fuerzas armadas… Y, por supuesto, centenares de imágenes de la primogénita. «Nuestra vida está a la vista de todos. Pero lo peor de todo es que se lo digo y en sus ojos veo que no entiende nada. No comprende mi indignación por ver de qué manera ha vulnerado nuestra intimidad», indica Camino.

Y es verdad que la adolescente no entiende el enfado de su madre, como tampoco lo entienden sus compañeros de clase. ¿De qué habla? Para ella, colgar fotos en la red no invade ningunaintimidad, como tampoco lo es contar qué hace, qué compra o con quién va… ¿Por qué? Según los expertos, estos jóvenes tienen un concepto de la intimidad completamente distinto al de generaciones anteriores. Los nativos digitales crecen en «la aceptación de la pérdida de anonimato e intimidad, que a nosotros nos parece esencial, quizá por eso se muestran sin pudor en las redes sociales«, señalan Susana Méndez, psicóloga.

Los expertos insisten en que el concepto de lo privado, de lo íntimo, se ha ido transformando. Se trata de un fenómeno prácticamente universal entre los más jóvenes, tan extendido como el uso de determinadas herramientas de la red. El 71% de los chicos y chicas de 10 a 18 años tiene un perfil o varios. A partir de los 14, el uso de redes sociales como Facebook y Tuenti supera el 80% y alcanza su cota máxima de uso (85%) justo antes de la mayoría de edad.

«Aunque vivimos una mayor exhibición de lo íntimo, los jóvenes y adolescentes dicen que tienen muy clara la separación entre lo que cuelgan en la red (fotos, comentarios) y lo que charlan con sus amigos. Creo que se trata de una expresión más emocional, de dejar un registro (de lo que pasa, de lo que están viviendo). Además, están convencidos de que no pasa nada por mostrar unas fotos tuyas. El control de la intimidad tiene menos valor que años atrás.» (Roger Martínez, sociólogo)

Y no es sólo internet. A través de los teléfonos inteligentes como la BlackBerry y programas como WhatsApp, los adolescentes intercambian un volumen enorme de mensajes, fotos, vídeos con sus contactos. «Sobre todo a estas edades, hay que entenderlo como una forma de estar juntos, de mantener la conexión con tu grupo de iguales, de tener un contacto continuo».
«En general, los internautas más jóvenes no están preocupados por exhibirse. La red es una prolongación constante y permanente de su vida social. Sienten la necesidad de alimentar la conexión. Compartir contribuye a alimentar su imagen… Hasta ahora, se ha valorado la privacidad, la posibilidad de perderla nos resulta incómoda. Para nuestros hijos, no existe. Es más, tiene una connotación negativa. No mostrarte en internet resulta sospechoso:’¿Por qué no estará en internet?’, se preguntan. Se trata de una generación que no pretende compartirlo todo, pero sí que prima poder ser encontrados en la red. Es una cuestión de proximidad». (Enrique Dans,  profesor del IE Business School y experto en tecnología)

El sociólogo Francesc Núñez y el filósofo Pau Alsina han colaborado en la reciente exposiciónExtimidad: arte y tecnología: A través de sus textos, apuntan que la espectacularización de lo íntimo lleva años forjándose, por ejemplo, mediante programas de televisión como los reality show o del avance de la prensa del corazón. Con las nuevas tecnologías como internet se ha ahondado en el proceso: «Las TIC permiten una enorme reflexividad, que convierte al yo en algo que se puede dimensionar fácilmente y presentar en los espacios públicos».
¿Cómo abordar estos cambios? «Zuckerberg, fundador de Facebook, piensa que la privacidad es un accidente histórico. Mientras se vivió en pequeños núcleos no existía, todo el mundo lo sabía prácticamente todo del otro. En las grandes ciudades, ya no eres capaz de abarcar todo lo que pasa a tu alrededor. Ahora, la tecnología amplía nuestro ancho de banda mental y, si sientes curiosidad por los nuevos vecinos, en la red puedes ver sus fotos y saber cuántos hijos tienen o, en ocasiones, hasta si se emborracharon hace unos días» (Enrique Dans)

Celeste López  y Alicia Rodríguez de Paz

La Vanguardia 09/07/2011

 

 

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