Jóvenes y religión

1 junio 2011

El 27 de abril de 2011 el cardenal de Barcelona, Mons. Sistach, dijo en la homilía de la misa con motivo de la patrona de Cataluña en Montserrat: “Estamos frente a un alejamiento, cada vez más radical, de la fe y de la antropología cristiana».

El mismo día se hacían públicos los datos de una encuesta del Instituto de la Juventud de España (Injuve), realizada durante el mes de noviembre de 2010, que reflejaba el auge de los agnósticos y ateos ente los jóvenes entre 15 y 29 años: el número de jóvenes no creyentes casi dobla al de católicos practicantes.

  • Según esos datos, el número de jóvenes que se declara católico practicante cae en picado. Ha pasado del 29,2% en 2002 al 10,3% en 2010.
  • Los católicos no practicantes alcanzan cerca del 45% del total.
  • Los no creyentes (19,1%) y los ateos (9,6%) han aumentado nueve y tres puntos.
  • En el año 2002, cerca del 30% de los jóvenes decían ser católicos practicantes y «sólo el 10% no creyentes o el 6,2% ateos».

Según los últimos sondeos de la institución, en los jóvenes entre 15 y 29 años se está produciendo un «desplazamiento de lo religioso hacia el ámbito privado». Así lo manifestaba el director general del Instituto, Gabriel Alconchel: para la juventud «la religión es un asunto privado sin apenas incidencias sobre los comportamientos de su vida», y que «tampoco la debería tener dentro de otros ámbitos como la política o la economía». Destacaba también que la diferencia de estas cifras con las recogidas en el año 2002 se debe a que «en los últimos años se está viviendo un fenómeno de modernización y secularización muy fuerte».

El coordinador de la revista Injuve, Jesús Sanz, señalaba que «se percibe un rechazo de los jóvenes a las doctrinas propugnadas por la Iglesia Católica, ya que «éstas chocan con las actividades realizadas habitualmente por éstos». Y ha reconocido que la Iglesia «es muy consciente» de que su estrategia debe girar en torno a los jóvenes, pero que «deberían ser menos agresivos en sus planteamientos».

Eso se dice y se opina desde ámbitos laicos. Pero ya en abril de 2003 Tony Anatrella, psicoanalista, especialista en Psiquiatría Social, señalaba que los jóvenes actuales, en muchos casos, han carecido de referencias espirituales quedándose desamparados y sin raíces religiosas. Lo decía así:“La mayor parte de las encuestas sobre los jóvenes y la religión confirma cuanto ya sabemos. Los jóvenes son los hijos de aquellos que fueron adolescentes entre 1960 y 1970 y que en su tiempo habían hecho la elección de no transmitir siempre aquello que ellos mismos habían recibido en su educación. Por lo tanto, han dejado que sus hijos se las arreglaran por sí mismos en el ámbito moral y espiritual, sin tener otra preocupación en la educación que cuidar de su realización afectiva. Así en muchos casos han carecido de referencias espirituales, quedándose desamparados. Los querían ver felices, pero sin enseñarles las reglas de la urbanidad, de cómo se emplean las riquezas de un pueblo y de la fe cristiana, que ha sido la fuente de muchas civilizaciones. Hay que reconocerlo, el sentido de la persona humana, el sentido de la propia conciencia, el sentido de la libertad, el sentido de la fraternidad, el sentido del igualitarismo, todo esto se lo debemos al mensaje de Cristo transmitido por la Iglesia. Se han banalizado estos valores separándolos de su fuente, con el riesgo de ya no poderlos transmitir, una vez que se desconoce su origen. Por este planteamiento mental antieducativo, los hijos no han sido bautizados ni catequizados. Necesitaban hacer tabula rasa del pasado para liberarse de la tradición, actitud que ha producido ignorantes culturales, privados de una formación y cultura religiosa. Son incapaces de entender períodos enteros de la Historia de nuestra civilización, como también del arte, de la literatura, de la música. No son alérgicos a los dogmas, o sea a las verdades de la fe cristiana, y menos a la Iglesia; ¡la cosa es que no saben nada de ella! Por ello, en las encuestas más serias, sus respuestas revelan ignorancia, indiferencia y falta de educación religiosa. Están condicionados por todos los clichés y por todos los conformismos que circulan sobre la fe cristiana. En pocas palabras, están lejos de la Iglesia, porque al no haber sido educados en ella no se han integrado en la tradición religiosa.”

Para hacer:

Esto lo decía hace 8 años. La realidad ha cambiado y no para mejor, como se ve en los datos señalados al principio. ¿Qué pensamos de todo esto?

Lo que está claro es que, como educadores y pastores, no podemos dejarlo de lado. Al menos podemos preguntarnos: ¿Qué opinamos nosotros? ¿Qué vemos que sucede? ¿Por qué creemos que pasa? ¿Qué hacemos ante ello? ¿Con qué resultados? ¿Qué podemos hacer?

 

 

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