Amerrika

1 mayo 2011

 

(Amreeka, 2009)”. Dirección y guión: Cherien Dabis. Producción: Christina Piovesan y Paul Barkin. Música: Kareem Roustum. Fotografía: Tobias Datum. Montaje: Keith Reamer. Diseño de producción: Aidan Leroux. Vestuario: Patricia J. Henderson. Actores: Nisreen Faour (Muna), Melkar Muallem (Fadi), Hiam Abbass (Raghda), Yussef Abu-Warda (Nabeel), Alia Shawkat (Salma), Joseph Ziegler (Sr. Novatski), Amer Hlehel (Samer).

“Si aparecíamos en las películas de Hollywood, siempre éramos terroristas. Siempre éramos los malos. Nunca veía que se representase a los árabes como gente normal, humana. Y, desde luego, no veía mi experiencia en ningún sitio, así que decidí que tenía que contribuir a ir cambiando eso con el tiempo, a través de muchas encarnaciones distintas… Probé con diversos medios de expresión creativa, y el cine me pareció el lenguaje de emoción universal mediante el cual puedes llegar a la gente de un modo que no te permiten ni los artículos de prensa ni los documentales, por ejemplo. Creo que cuando empleas un fino velo de ficción, la gente está más dispuesta a sentarse y relajarse, a bajar la guardia y realmente impregnarse y dejarse llevar por la historia. Eso es lo que de verdad me atrajo hacia la realización cinematográfica narrativa.”

La vida no es fácil para Muna en Palestina. Atender a un hijo sola mientras el padre convive con otra. Soportar los permanentes controles israelíes en Cisjordania y las críticas maternas por la obesidad creciente. Enfrentarse cotidianamente a un mundo sin futuro. ¿Cómo salir del laberinto?

El futuro soñado está en “Amerrika” gracias al permiso de trabajo y de residencia. Allí obtendrán el abrigo familiar. Pero, ¿es un verdadero El Dorado o una prolongación de Palestina? ¿Cómo afrontar la nueva situación?

«Cuando me preguntan de dónde soy, para mí siempre es una pregunta confusa. Mis padres emigraron a los EEUU antes de que yo naciera. Nací en Omaha, Nebraska, y crecí en el Ohio rural, pero regresábamos a Jordania todos los veranos. No era suficientemente americana para los americanos, ni suficientemente árabe para los árabes. O, al menos, así lo sentía yo. Por eso, nunca me sentí ‘en casa’ en ninguno de los dos sitios. Mi propio deseo de encontrar un lugar al que llamar hogar, un lugar al que perteneciese… siempre formó una parte importante de mi identidad. Además, como palestina, heredé la crisis de identidad de mi padre de no tener una nación ni una identidad nacional, lo que vino a exacerbar mi sensación de no pertenecer en ningún sitio.

Durante la primera Guerra del Golfo, se nos tomó por chivos expiatorios. Diariamente recibíamos amenazas de muerte y los servicios secretos llegaron a venir a mi instituto –tan grave era la situación- para investigar el rumor de que mi hermana mayor, mi hermana de 16 años, amenazaba con matar al presidente. En aquellos momentos yo tenía 14 años, y de algún modo retomé todo lo que había aprendido en mis viajes entre Oriente Medio y los EEUU, y las noticias que escuchaba en los diversos canales de noticias que recibíamos a través del satélite, y entonces empecé a preguntarme qué es lo que nos estaban contando. Empecé a ver que los medios de comunicación no hacían sino perpetuar los estereotipos que me estaban afectando directamente en el instituto, a mí, y a toda mi familia, en este pueblo de Ohio.”

Pistas para la reflexión

  1. ¿Cómo es la vida de Muna y de Fadi en Palestina? ¿Dificultades? ¿Apoyos? ¿Deseos?
  2. ¿Y en Illinois? ¿Qué problemas resuelven? ¿Qué nuevas dificultades sobrellevan? ¿Quiénes los apoyan? ¿Qué inventa Muna para guardar las apariencias?
  3. ¿Se trata únicamente de elementos autobiográficos de Cherien Dabis o de un caso común? ¿A qué se debe? ¿Cómo lo vivimos nosotros?

 

 

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