EL SECRETO DE LA FELICIDAD

1 enero 2010

Tras un largo periodo de aprendizaje, el maestro reunió por última vez a sus discípulos comunicándoles que había llegado la hora de que salieran por los caminos de la vida y aplicaran los secretos de la felicidad que, con tanto amor y dedicación, había intentado inculcarles… La noticia de la despedida embargó de una gran pena a los jóvenes aprendices, una tristeza mitigada en parte por la promesa de que, al cabo de un año, se volverían a juntar de nuevo.

Transcurrido el año, el deseado reencuentro se vio empañado por la desdicha y la desesperanza plasmada, como si se tratara de una pintura tenebrista, en los rostros de los jóvenes pupilos… Así que después de un largo rato de silencio, el maestro volvió a enviarles con el mismo propósito, aunque esta vez solamente por un mes… A la vuelta sucedió lo mismo. Parecía como si a los discípulos les hubiera atacado una plaga de infelicidad y desencanto de difícil curación…

El maestro, no se vino abajo, repitió lo mismo y les envío durante una semana, tras la cual, volvieron con el mismo estado ánimo.

Finalmente, lo intentó de nuevo por un día, pero… ¡más de lo mismo! Cada vez venían más tristes y abatidos…

Así que el maestro les invitó a seguirle y, después de un largo camino, llegaron a una pradera donde varios niños correteaban despreocupada y alegremente de un sitio para otro… El maestro, entonces, les preguntó a sus discípulos si percibían la felicidad en los jóvenes muchachos, a lo que sus discípulos asintieron con un leve y vergonzoso movimiento vertical de cabeza…

Fue entonces cuando el maestro les explicó la última lección, la más

importante, la que contenía el gran secreto de la felicidad; en efecto, se dirigió a ellos con estas palabras:

–La felicidad no se alcanza en un año ni en un mes ni en una semana, ni incluso en un día… La felicidad se logra en cada instante. Por lo tanto, si queréis ser felices, deberéis vivir los años, los meses, las semanas, los días, las horas… de instante en instante; de lo contrario, la desdicha seguirá siendo vuestra convidada de honor, pues no lo olvidéis nunca: no se puede ser feliz para siempre siendo infeliz a cada momento…

Y dándoles un abrazo que, por cierto, tan sólo duró un instante, se despidió para siempre de ellos.

José María Escudero

Para hacer

  1. ¿Cuál es nuestro secreto de la felicidad para la gente? ¿Y cuál es el secreto de nuestra felicidad?
  2. ¿En qué traduce cada uno lo que dice el maestro de esta parábola?
  3. Podemos relacionar esta parábola con el clásico “Carpe diem” (Aprovecha el momento) tan de actualidad también en estos momentos. ¿Qué diferencias habría entre una propuesta y otra?
  4. Trabajar esta parábola conjuntamente con la carta de la página anterior.

 

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