No hace falta ir en procesión por las diferentes cruces; mejor, te quedas sentado en tu mesa y recorres en tu corazón el camino del Calvario… No te preocupes si no entiendes o no estás muy de acuerdo con alguna de las estaciones… Sigue leyendo y orando; al final del vía crucis encontrarás la explicación…
I Estación: Sentenciado a sentarse en el último lugar. No, no mires para atrás, no van por ahí los tiros… Tu compañero se ha matriculado en el mismo centro que tú, tiene nombre y apellidos como tú, llega todas las mañanas con la mochila a cuestas como tú, y sin embargo ha sido condenado, sin haber cometido delito alguno, a llevar una vida muy diferente a la tuya.
II Estación: Es cargado con la cruz. La cruz de una cultura diferente a la tuya por la que es rechazado, la cruz de una familia desestructurada en la que el amor brilla por su ausencia, la cruz de una enfermedad o una deficiencia que intenta ocultar por todos los medios… ¡Puedes continuar la lista!
III Estación: Cae por primera vez. Ocurrió mientras estabas charlando con los amigos en un cambio de clases, pero no te alarmes, no requirió atención médica… ¡Está tan acostumbrado! Además, como comentáis en el corrillo tan a menudo, siempre “va a su bola.” Por cierto, ¿os habéis preguntado alguna vez el porqué?
IV Estación: Se encuentra con su madre. Los días pasan y su madre es la única persona que comparte su dolor, aunque él prefiere no decirle nada. ¡Ha sufrido ya tanto…!
V Estación: Le ayudan a llevar la cruz. Él hubiera preferido que le hubieras echado una mano tú, si supieras cuánto se hubiera alegrado… Al final ha sido el psicólogo del centro, el que, alertado por el tutor, se ha hecho cargo del asunto.
VI Estación: Le limpian el rostro. No ha tenido más remedio que acudir a la enfermería, aunque me temo que ese tipo de heridas no se cura con un poco de alcohol y unas gasas.
VII Estación: Cae por segunda vez. Lo intentó, es cierto que se introdujo silenciosamente en el mismo grupo en el que estabas tú, sin embargo no volvió a incordiar más… Te acuerdas sí le dijisteis algo o, lo que es peor, tal vez no le dijisteis absolutamente nada.
VIII Estación: Te consuela. Tú que, en un arranque de generosidad, te acercas a él y… ¡No pasa nada, no te preocupes! Bueno, al menos ya has cumplido.
IX Estación: Cae por tercera vez. En esta ocasión, como en las anteriores, tú no sabes nada, el que le puso la zancadilla fue otro, el que le insultó también fue otro, el que se burló de él fue otro… Sabes una cosa: hay gente que escoge la violencia para matar, otros, el poder para humillar, y otros, la indiferencia… y no sé cuál será peor.
X Estación: Es despojado de sus vestiduras. Por mucho que ha intentado vestir a la moda como tú, tener los mismos gustos que tú, ir a los mismos lugares de marcha que tú…, ¡ha resultado en vano! Le habéis despojado de algo mucho peor: de vuestra compañía.
XI Estación: Es clavado y bien clavado. Ya se ha dado sobradamente cuenta de que su sitio es otro muy lejos de donde estás tú. Es curioso, apenas a unos metros de tu pupitre y sin embargo tu corazón se encuentra a miles de kilómetros del suyo.
XII Estación: Muere. No te preocupes, ni van a suprimir las clases para ir al funeral, ni vas a tener que dar el pésame a su familia. De todas formas es duro decirlo, pero hace mucho tiempo que él ha muerto para ti, ¿verdad?
XIII Estación: Es bajado de la cruz. Por primera vez toda la clase se junta para hablar de él, ¿dónde estará? ¿Se habrá matriculado en otro centro? ¿Alguien tiene su número de móvil?…
XIV Estación: Es colocado en el sepulcro del olvido. Y es que en un semana, al máximo dos, ya nadie se acordará de él.
XV Estación: “El que acoge en mi nombre a un compañero como éste, a mí me acoge.” (Mt 18, 5).
José María Escudero