- Prepara tu regalo. Elígelo con tino. Envuélvelo con mimo. Entrégalo con cariño. Que con él vaya también algo de ti.
- Regala algo no comprado: un poema tuyo o de otro, un dibujo, un recorte.
- Regala unas palabras personales que salgan de dentro, que sean elegidas. De la Biblia, de un autor conocido o desconocido, tuyas.
- Prepara y elabora tu regalo. No lo compres. Elabóralo, aunque sea algo comprado. Que al final sea preparado por ti.
- Regala algo simbólico. Elige algo significativo para regalar. Ya sabes que todo regalo es simbólico, pues habla de ti y de aquél a quien se lo regalas: la idea que tú tienes de él, lo que esperas o piensas de él, cómo lo ves. Por eso, busca lo que puedas regalar a cada uno y date cuenta de por qué se lo regalas.
- Regala algo precioso, pero siempre sin herir.
- Regala algo que no sirva para nada más que para eso: de regalo.
- Regala tu presencia: hazte presente a alguien a quien quieres o a quien lo necesita. Acierta a desaparecer en el momento oportuno, de modo que tú seas un regalo para alguien, pero no una carga.
- Regala tu tiempo: dedica tu tiempo a la gente a quien quieres y escúchala en silencio. Facilita que ella se comunique, hable y se exprese. Y vete.
- Regala tu silencio. No un silencio ausente, sino una presencia silenciosa que contagia paz, provoca la comunicación y estimula la vida.
- Regala tu palabra: comedida, justa, silenciosa casi.
- Regala vida. Se dice pronto, pero
eso no se compra. Sólo se contagia.
- Regala una palabra de ánimo a alguien: dile lo bueno que tiene o ves en él.
- Regala sin pedir ni esperar nada a cambio. Así hace Dios, que sabe esperar.
- Regálate algo a ti mismo. Quiérete un poco y regálate eso detrás de lo que andas desde hace tiempo: un libro, un viaje relajado, un día de descanso, una lectura.
- Regálate tiempo: que la prisa y el alboroto no puedan contigo.
- Regálate una visión más positiva de ti mismo: mira un poco hacia dentro y busca lo que tienes bueno. Déjalo salir o regálaselo a alguien, que será la mejor forma de regalártelo a ti mismo.
- Déjate regalar. Recibe los regalos como un don y sé agradecido. No hace falta nada a cambio: una palabra, una sonrisa, un gesto, bastan.
- Mira qué te regalan y piensa por qué: ahí te van dando claves de ti mismo y de quienes te lo regalan: cómo te ven, qué esperan de ti.
- Regala tu fe, para purificarla y quedarte tú con lo mejor de ella. Jesús nos dice: » Lo que habéis recibido gratis dadlo gratis» (Mt 10,8). Pero no seas pesado. Contágialo.
- No regales aquello que no quieres para ti: ni tabaco ni alcohol ni pesimismo ni desánimo.
- No pretendas comprar a nadie con regalos.
- Y eso: date a ti mismo. Que seas un regalo para quien tropiece contigo. Sorprende a amigos y enemigos. Siempre. Y también en esta Navidad.
Herminio Otero
Para hacer
Recuperamos este texto que habíamos escrito hace tiempo (Misión Joven, 167, diciembre 1990). Es nuestro regalo de Navidad, casi 20 años después, pero con la misma actualidad o incluso mayor.
Según esto, ¿cuál va a ser tu regalo de Navidad?
Unir este texto a la imagen de este mismo número de Cuaderno Joven y trabajar con ambos a la vez.