La creación del mundo… según Teledios

1 enero 2006

Al principio no existía la TV y… ya se pueden imaginar, la tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo. Así que antes de nada la poderosa TV se convirtió en un dios y a partir de entonces se pasó a llamar Teledios…

Y dijo Teledios: Que existan tantos canales televisivos que una persona pueda pasarse horas y horas extasiada delante de mí, sin más ocupación que la de convertirse en un profesional del zapping. Para este menester crearemos el mando a distancia (ante todo, comodidad y descanso de las neuronas y de las extremidades de los usuarios)…Y vio Teledios que era bueno. Pasó una tarde, una mañana, el día primero.

 

Y dijo Teledios: Que haya centenares de series televisivas, en las que las personas puedan identificarse a sus anchas con los personajes y, sobre todo, dar rienda suelta a sus sueños imposibles… Series con “divorcios a la torera,” con policías que de un manotazo exterminen la delincuencia y médicos que de otro manotazo fulminen el sufrimiento en sus pacientes. Que los que escuchen mis palabras y vean mis acciones puedan engañar a su propia realidad y crear su propio mundo… Pasó una tarde, una mañana, el día segundo.

 

Y dijo Teledios: Debo rentabilizar todo esto que estoy haciendo… Y en un santiamén Teledios creó la publicidad. Montones y montones de anuncios publicitarios, cuyo gran objetivo fuese el de embotar la mente del gran público y, éstos, pudieran orgullosamente adquirir lo que desearan, sin tener en cuenta la calidad, la necesidad u otras chiquilladas. “Lo ha dicho Teledios y por lo tanto no se hable más”… Y vio

 

Teledios que era bueno, muy bueno. Pasó una tarde, una mañana, el día tercero.

 

Y dijo Teledios: Siempre hay personas un tanto rarillas, crearemos para ellos los informativos, los documentales, los programas educativos… De todas formas, Teledios, que no tenía un pelo de tonto, no quería dejar ni un cabo suelto. De esta manera creó los manipuladores televisivos que, a sus órdenes, no dejaran “funcionar en exceso” el intelecto de ese grupo de personas de alto riesgo… Pasó una tarde, pasó una mañana, el día cuarto.

 

Y dijo Teledios: Crearemos ahora algo espectacular, revolucionario, una obra que pase a los anales de la historia por su grandeza y magnanimidad. Una obra capaz de dejar desiertas las calles, los parques, los centros comerciales, las iglesias, las bibliotecas… Una obra sublime en la que esté permitido todo y en la que se juegue con los sentimientos de las personas. Una obra, en fin, capaz de atraer a millones de telespectadores y cuya única preocupación sea la de incrementar cada día más su audiencia… Y así fue como Teledios creó la telebasura en su estado más puro Pasó una tarde, una mañana, el día quinto.

 

Entonces dijo Teledios: Hagamos algo a nuestra imagen y semejanza, para que pueda ser sometido a mi antojo y cumpla en todo momento mi más firme voluntad… Así fue como Teledios creó a sus hijos; eso sí, antes de bendecirles y enviarles a sus butacas les “fundió” dos neuronas: la de la creatividad y la de la imaginación… Y así fue. Vio entonces Teledios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. Pasó una tarde, una mañana, el día sexto.

 

Así quedó concluido el mundo, “el mundo de Teledios” y el mundo de sus hijos queridos. Así que cuando llegó ese momento Teledios había terminado su obra y dedicó el día séptimo a descansar… Bueno, el día séptimo y el octavo y el noveno. Y, para qué engañarnos, Teledios junto a sus hijos sigue descansando y, si nadie lo remedia, seguirán descansando por los siglos de los siglos…

 José María Escudero

Para hacer

  1. Repasar cada uno de los días y ver en cuál está más cada uno de nosotros.
  2. ¿Y si ponemos todo esto en escena? Así nos libramos de ser espectadores y pasamos a ser actores…

 

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