LAS DIEZ PELÍCULAS DEL AÑO

1 diciembre 2003

  1. Te doy mis ojos de Iciar Bolláin: por su manera honesta de abordar el problema de la violencia en la pareja, sin maniqueísmos; por su profunda comprensión de los recovecos y contradicciones del alma humana; por plantear la posibilidad de que el arte se convierta en camino de promoción y liberación de la persona; por sus ajustadas interpretaciones…
  2. Mi vida sin mí de Isabel Coixet: por su sensible aproximación al peliagudo problema del buen morir y, en consecuencia, por su delicada reflexión sobre la esencia del vivir; por su sugestivo retrato coral de personajes fuera de lo común; por su equilibrada mezcla de humor y patetismo; por la encomiable encarnación de una mujer joven y enferma por parte de la protagonista…
  3. Bowling for Columbine de Michael Moore: por la ácida y demoledora visión que nos ofrece de la cara oscura del sueño americano; por su sarcástica reflexión sobre las razones de la violencia; por su decidida toma de postura en contra del armamentismo, el imperialismo y la prepotencia; por su humor y su demagogia de buena fe…
  4. Bloody Sunday de Paul Greengrass: por reconstruir con un realismo sucio y eficaz un momento capital de la historia europea contemporánea, el llamado “Domingo Sangriento”, un terrible episodio del conflicto entre Inglaterra e Irlanda del Norte, que supuso una escalada de violencia en aquella zona; por recuperar el cine político, grave, serio, seco como un mazazo y, a la vez, revulsivo.
  5. Felices dieciséis de Ken Loach: por retratar a un adolescente marginal, sumergido en un mundo en descomposición, donde la pobreza, la delincuencia y la droga ahogan la posibilidad de cualquier otro valor; porque Ken Loach, con sus más y sus menos, se mantiene fiel a sí mismo, mira la realidad a la cara y nos interpela con su gesto…
  6. Ciudad de Dios de Fernando Meirelles: por adentrarse en el mundo de las favelas de Río de Janeiro; por su ambiciosa puesta en escena y su riqueza tonal, que se mueve entre el apunte sociológico, la reconstrucción histórica, el aliento trágico, el juguete lúdico, la historia de superación personal y el documento; porque el desolador mundo infantil que retrata no puede dejar impasible.
  7. Lejos del cielo de Todd Haynes: porque, para quien esto escribe, ha sido, sin dudas, la mejor película del año, un melodrama de una belleza otoñal imposible, que aborda un tema como el de la hipocresía social, sustentada sobre el supremo valor de las apariencias, de permanente actualidad; por la soberbia interpretación de Julianne Moore; por su sabor clásico y la modernidad de fondo de su discurso…
  8. A propósito de Schmidt de Alexander Payne: porque se enfrenta al tema de la jubilación con una singular mezcla de humor grotesco y dramática comprensión hacia un personaje impresentable; porque su protagonista apadrina a un niño africano de seis años, al que revela su intimidad en cartas tan desternillantes como sinceras, en un recurso narrativo magistral; porque, una vez más, como en la mayoría de las películas conseguidas de este año, el desencanto ante una realidad deplorable nos remite, no a la desolación, sino hacia el vitalismo, hacia la posibilidad de redención.
  9. Las horas de Stephen Daldry: porque sus personajes femeninos, que se debaten entre el ansia de vivir y la dificultad de hacerlo, alcanzan las cotas más hondas de lo humano; por su singular estructura (tres historias en tres tiempos de tres mujeres que, al final, guardan entre sí relaciones profundas; además, la relación de las tres con la novela de Virginia Woolf La señora Dalloway , autora, lectora, protagonista, transforma la película en un juguete tan complejo como subyugante); por la espléndida novela en la que se basa y a la que no desmerece, Las horas de Michael Cunningham; por su elenco de actores y de actrices…
  10. Y diez más: Mistic Rive de Clint Eastwood, porque el viejo Clint nunca se equivoca y es un maestro;Noviembre de Achero Mañas, porque, a pesar de tratarse de una película fallida, su idealismo y su capacidad comunicativa con los más jóvenes la vuelven necesaria; El hijo de los hermanos Dardenne, porque plantea como nunca se había hecho antes el dilema entre el deseo de venganza y el perdón en una de las obras más evangélicas de las últimas temporadas y de una estética más depurada; Amén yLas hermanas de la Magdalena, porque su mirada a los pecados de la Iglesia puede ayudarnos también a recapacitar, a reforzar lo esencial de nuestro mensaje; Soldados de Salamina de David Trueba, por su hermoso canto a la vida, otra vez; La vida mancha de Enrique Urbizu, una historia imposible de amor de aliento poderoso y clásico en la que lo no mostrado, lo insinuado tiene tanto peso que conmociona; In this World de Michael Winterbotton, que retrata la odisea de dos afganos que atraviesan Asia camino de Londres para cumplir su sueño de una vida mejor; La pelota vasca de Julio Medem, porque más vale hablar, polemizar, dar la palabra, que intentar imponerla; Dolls de Takeshi Kitano, un poema sobre amores trágicos, de estilo único y vibración profunda…

          Jesús Villegas

 

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