El nuevo espectador de televisión

1 noviembre 2003

En este momento una buena parte de la literatura ensayística sobre la televisión y sus efectos trata de desmontar las tesis catastrofistas que sobre el medio televisivo han expresado un buen número de intelectuales. El modelo generalista ha convertido a la televisión en un gran supermercado. Y también en una escuela de formas y modos de vida existentes o inexistentes. La televisión tiene una importancia muy superior a la que muchos le atribuyen, incluso aquellos que prescinden de ella.

Dos modelos

El modelo, el actual, está regido por unas normas muy precisas, casi sibilinas, en las que al público se le da la posibilidad de ser árbitro y juez, según confiesan los actores de este negocio. Son las audiencias las que, con su veredicto, crean ese mercado de programas. Pero eso no es del todo cierto.

  • La etapa fundacional del modelo televisivo europeo es la paleotelevisión. Un modelo de televisión generalista, tutelado por el Estado con las específicas funciones de informar, formar y entretener y basado en el principio de servicio público.
  • El fenómeno de deregulation traerá a Europa un nuevo modelo televisivo, aquel que conocemos como neotelevisión, al instaurarse un régimen de competencia con el que se conoce al modelo de televisión que se impone en los años 80. Si en la paleotelevisión el espectador era el destinatario, la neotelevisión impone un modelo comercial basado en el de las networks norteamericanas: la publicidad se convierte en la primera y fundamental fuente de financiación de cada una de las cadenas en competencia.
  • La antigua televisión hablaba de público. Ahora el término audiencia está íntimamente relacionado con las técnicas sociológicas de investigación, en las que después se basan los estudios de marketing. A su vez, los programas pasan a denominarse productos.
  • Estamos ya ante un claro proceso industrial de fabricación de productos (los antiguos programas) con un objetivo muy claro. Éstos deben ir dirigidos a un público potencial, que denominan targetsespecíficos, dentro de una oferta total y sinérgica (la programación), con la intención de obtener los mejores resultados (índices de audiencia) para conseguir, gracias a la publicidad, los mayores ingresos económicos. El espectador pasa a ser una mercancía.

La falacia

El argumento más extendido por parte de las televisiones es que en todo momento se da a los espectadores lo que éstos reclaman. Y para confirmarlo exhiben las cifras de audiencia. La falacia está servida. Un programa es bueno si es seguido por una cifra alta de telespectadores. Se suele hablar mucho de rating y de share, dos parámetros que indican sólo cantidades de consumo televisivo. Pero se habla poco de índice de agrado de un programa, un parámetro que existe pero que en pocas ocasiones se recurre a él.

Respecto a esos índices de audiencia, una simple mirada a un día cualquiera bastará para darnos cuenta de que la gran mayoría de los espectadores tiene una visión parcial, fraccionada, mosaico, de la programación, en cuanto ven retazos de programas y sólo ven algunos, muy pocos, en su totalidad.

Este fenómeno asumido por productores y programadores da como resultado la necesidad de crear un tipo de formatos diversos pero con una misma estructura ligera, fácil, propia de ese tipo de audiencias que picotea en la programación. Así nacen los programas mosaico: programas que facilitan el seguimiento de los mismos y la integración de la audiencia cuando el programa lleva ya tiempo de emisión.

  • Son formatos light, su estructura es sencilla, de fácil asimilación por parte de los telespectadores y permiten ser seguidos en cualquiera de sus tramos, sin necesidad de conocer su comienzo o esperar su desenlace o su final.
  • Su catálogo comprende desde determinados formatos de tipo concurso hasta programas de cotilleo y algunos talk show. Y por supuesto tienen también cabida en este apartado los nuevos formatos bautizados como reality soap, y no show, en clara referencia al carácter melodramático de las telenovelas (soap ópera es la forma coloquial de denominar en inglés a las telenovelas).

Consecuencias y soluciones

Este tipo de televisión produce un mayor nivel de manipulación en los contenidos (todo vale, con tal de conseguir espectáculo), trivialización de los temas importantes tratados por personas no cualificadas, afán por inmiscuirse en la intimidad de las personas, y una falta de interés por todo aquello que representa una renovación creativa.

Frente a este panorama hay que esperar que los nuevos modelos televisivos –las televisiones temáticas–, apoyadas por las nuevas tecnologías, fomenten el espíritu renovador y creativo al poder dirigirse a grupos más homogéneos de personas. La ecología televisiva es todavía una asignatura pendiente.

José Ángel Cortés Lahera

 

Para hacer

  1. Estas ideas del director del Departamento de Comunicación Audiovisual de la Universidad San Pablo-CEU, expuestas en la Conferencia Internacional Televisión, violencia y sociedad en la Universidad Católica de Lisboa (junio 2003) explican el cambio que de la televisión en los últimos años. ¿Somos conscientes de ese cambio?
  2. ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué podemos hacer ante ello?

 

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