Señor, tú eres silencio
cuando en nuestro interior
nos rebelamos contra nosotros,
contra lo que nos pasa…,
cuando lo queremos mandar todo de paseo…
Pero, Señor, tú nos hablas en el silencio
y no haces sentir poco a poco
que conviene que todo sea así…
en la escuela de la vida,
para madurar, crecer y creer.
Señor, tú eres silencio
cuando vemos la guerra y el mal
que reinan por todas partes…,
cuando unos pocos provocan a muchos
y nos sentimos impotentes ante la fuerza del mal.
Pero, Señor, tú nos hablas en silencio
cuando descubrimos
las manos, los ojos y el corazón
de los que trabajan por la paz y la justicia.
Señor, tú eres silencio…
pero un silencio que llega siempre a hablar
y a que aflore una palabra
en lo más íntimo del corazón.
Señor, tú eres silencio
que hay que aprender a escuchar
para descubrir tu presencia silenciosa,
perceptible sólo a los ojos
de los que dejaron atrás sus escamas
y aprendieron a verte,
y aprendieron a creerte,
y aprendieron a vivir colgados de tus manos providentes.
Álvaro Ginel
Catequistas digital
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