Para los centros educativos de estilo salesiano el mes de enero es el mes de San Juan Bosco, «Don Bosco» para todos y para todas.
Aprovechando su fiesta, proponemos una actividad relacionada con él, que puede adaptarse a cualquier otro personaje que deseemos resaltar. Por ejemplo, el 30 del mismo mes, el día de Gandhi (San Gandhi para muchos).
La actividad que proponemos sería realizar un circuito de cuentacuentos en el que se van narrando diversas historias sobre el personaje escogido.
Para desarrollar la actividad propuesta, debemos seleccionar entre 5 y 7 anécdotas o datos biográficos que nos interese resaltar por los valores que se vivencian en esos relatos, o por ser hechos básicos y claves en la vida del personaje en cuestión.
Una vez seleccionados, deberemos incorporar a esas narraciones datos erróneos o falsos para que los que participantes en el juego sean capaces de descubrirlos.
Con las narraciones preparadas buscamos unos voluntarios y voluntarias que narren con interés las historias preparadas como si fuesen unos buenos cuentacuentos. Lo ideal, sería disfrazarse según la narración escogida y buscar un rincón en el que colocar algún elemento que identifique la acción que se narra.
Los datos erróneos se podrán incorporar, dependiendo de la edad y de la información que se tenga del personaje en cuestión. Pueden ser muchos o pocos, sencillos o complejos, … o incluso, si es para muy pequeños simplemente con la historia verdadera valdría, para no confundir a destinatarios que desconocen todo de la vida y milagros del personaje seleccionado.
Una vez dispuesto el pórtico, el centro educativo, el parque o la zona seleccionada, nos situamos siguiendo un orden lógico, si es necesario. Nos colocamos en un círculo imaginario como si fuésemos las horas de un reloj; de esa forma, el grupo que comience en el cuentacuentos número 1 cuando finalice su tiempo pasará sin tropezar con otro grupo al cuentacuentos número 2 y así sucesivamente.
La propuesta es organizar grupos poco numerosos, dependiendo de la edad de los participantes. Cuanto más pequeños menor número para que capten lo mejor posible la historia narrada y no pierdan detalle.
Según el estilo y la veteranía de los «cuentacuentos» se podría incorporar a la narración los propios destinatarios, ayudando en una posible narración escenificada o convirtiéndolos en elementos de la propia narración. Todo es válido para conseguir una mayor implicación de los chicos y chicas.
Cada 10 minutos, cambiamos de cuentacuentos, pasando todos los grupos por los distintos cuentacuentos.
A medida que el cuentacuentos va narrando la historia, se le puede interrumpir para indicar si es un error lo que está diciendo en ese momento, o, si se prefiere, al final de la narración se reseñan, entre todos, los errores que se han ido localizando.
Lógicamente lo que pretendemos es acercar ese personaje a unos destinatarios que lo desconocen o que lo conocen poco, y de una forma lúdica.
Apostar por la narración es apostar por educar con el corazón. A partir de esta experiencia animémonos a seguir contando los mejores «cuentos» a nuestros destinatarios y destinatarias (y que su relajación no nos desanime: es parte de la fantasía).
Xulio C. Iglesias
Ourense