Mónica

1 mayo 2001

Cuando a Mónica en clase, tenía, trece años. Era la criatura más bonita que pudiera soñar Julio Rome­ro deTorres. una belleza, morena,, de ojos dulces, profundos y cabello suavemente  ondulado.

Su carácter era, como su  físico: dulce y suave

No destacaba, como estudiante ni por buena ni por mala.

Dejé de verla al final de aquel curso.

Una mediodía , siete  años después, alguien gritó mi  nombre en la calle Capitán Arenas. Una joven me abrazó muy efusiva  y preguntó ¿No me conoces?

Paso un mal rato cada vez que alguien me hace esa pregunta. Normalmente recuerdo la cara y, curiosamente , la letra si se trata  de una exalumna, pero no recuerdo el nombre. En este caso no conseguía recordar ni una cosa ni otra.

Tenía ante mí una muchacha gorda , de aspecto descuidado que me miraba con cariño  y que parecía a punto de romper a llorar.

Nada, no conseguía acordarme. Me dijo: Soy Mónica. Con eso debería haber bastado , pero no. Solo cuando me dijo el apellido recordé.

Me quedé tan parada que dije : no puede ser .Nunca debí decirlo ni mucho menos expresar con los ojos la sorpresa y la decepción que debió leer en ellos. Porque ella expresó por mí todo lo que pasaba por mi cabeza y más.

Hacía un año y medio se había enamorado de un hombre quince años mayor que ella, divorciado , rico. La convenció para irse con él a  vivir una aventura de película  a canarias. Aprendió muchas cosas con él: a  no dar importancia a un porro de vez en cuando, a unas pastillas algún fin de semana y a emociones más fuertes después.

Lo que yo tenía delante era todo lo que quedaba de aquella criatura tan hermosa y dulce que seis o siete años atrás.

En aquellos momentos seguía una terapia. Intentaba reconducir  su vida, pero ¿ alguien devolverá a sus ojos la belleza, la suavidad y la dulzura que perdió tan tontamente?

 

UNA EDUCADORA

PARA HACER

  1. Leer y comentar esta historia real analizando los sentimientos, las actitudes, los valores que mueven en cada momento a sus protagonistas: a Mónica, al hombre que se cruza un día en su camino y a la educadora que es­cribe el relato. Imaginar las reacciones de los padres.
  2. Dialogar sobre la influencia educativa de la escuela, de la familia, de los amigos, de la Iglesia, de lps modelos que ofrece el ambiente (la televisión, la prensa, los famosos, etc.).
  3. Establecer un paralelo con la historia del hijo pródigo que nos narra Lucas (15, 11-32).
  4. ¿Qué tiene cada uno de cada personaje de esta historia? ¿Qué influencia han tenido en el crecimiento huma­no-cristiano de cada uno la familia, el colegio, los amigos, el ambiente, la confianza en el Dios Padre bueno de la parábola, la experiencia de saberse perdonado y con una segunda oportunidad.
  5. En un momento de silencio oracional háblale a Dios de tu historia personal (personas que te han ayudado o te han hecho mal, momentos buenos y caídas, etc.) Siente cómo Él te acoge, abraza, comprende, perdona, anima y te ofrece siempre una segunda oportunidad.

 

JOSÉ SOBANDO

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