Nueva York, Diciembre del 99 tenía todos los boletos para pasar a la Historia como el mes más consumista del siglo en el país más derrochador del planeta. La prosperidad económica, la invasión de Intemet (navidades.com) y la fiebre del milenio hacían presagiar una orgía sin precedentes en la cesta del dispendio.
Y sin embargo no ha sido así. Los grandes almacenes se quejan porque la cosa no va como soñaban, las macrofiestas milenarias se suspenden por falta de demanda y el 72% de los norteamericanos afirma que no piensa hacer nada especial para celebrar el año 2000.
«Simplificarás las fiestas»,dice el undécimo mandamiento que une por primera vez a creyentes y menos creyentes. En cientos de iglesias de todas las confesiones, por segundo año consecutivo, se celebra una curiosa campaña con el nombre deLas Navidades de los 100 dólares. La idea la puso en marcha en Nueva York un tal Bill McKibben, ecologista y cristiano, tan preocupado por la profanación de las fiestas como por la borrachera consumista que acaba teniendo un nefasto impacto en el medio ambiente. Quienes la suscriben hacen el firme propósito de no gastar más de 100 dólares (unas 15.000 pesetas) en regalos y en excesos (y en dejarse exactamente el mismo dinero en obras de caridad).
Sin profesar necesariamente ninguna fe, el 58% de los norteamericanos reconoce haber dado algún paso para simplificar las navidades del 99, según una reciente encuesta de la Opinion Research Corporation Intemational. Una tercera parte reconoce que su decisión obedece al deseo de «mantener el espíritu de las fiestas». Uno de cada cuatro dice que lo hace para reducir el estrés o para pasar más tiempo con la familia y con los amigos. El 91% de los encuestados admite que las presiones comerciales por estas fechas son abrumadoras.
El cuento del milenio no ha hecho más que saturar la copa de champaña, y así lo expresaba la revista Time en portada: «El fin de año más simple: por qué renunciamos al hipercomercialismo y preferimos una noche tranquila y con cierto sentido». Tan sólo el 19% de los norteamericanos confiesa planear algo fuera de lo común para la noche de marras, casi el mismo porcentaje (15%) que anuncia su firme deseo de recibir el año 2000 en la cama y con los angelitos. El 68% dice que lo más probable es que se quede en casa para celebrarlo, en compañía de familiares y amigos. Están también los solitarios recalcitrantes, un 9%, que optarán entre viajar a algún destino cálido, encerrarse entre cuatro paredes con tapones en los oídos o trabajar voluntariamente unas cuantas horas extras -fabulosamente pagadas- para hacerle un corte de mangas al efecto 2000 y a todos esos tontos felices que se despertarán con la resaca del siglo.
CARLOS FRESNEDA, «El Mundo» (26.12.99)
Para hacer
1. Hemos dejado el texto tal como salió hace un año, con aquello del efecto 2000 y la fiebre del (falso) cambio de milenio. En él se dicen muchas cosas: estructurarlas. 2. Éste puede ser el tercer año en que más personas se incorporen a la campaña «Las navidades de las 100 euros», que ya es bastante. Difundir esta idea. 3. Buscar y ofrecer oportunidades para celebrar la Navidad de otra forma. ¿Qué puede hacer nuestro grupo? ¿Qué podemos hacer en la familia? ¿Qué puedo hacer yo? |