El estadio como laboratorio

1 abril 2000

Un campo de fútbol es un magnífico laboratorio para el estudio del comportamiento humano. El público que se da cita allí actúa por lo general al unísono, reaccionando de la misma manera ante idénticos estímulos. Tantas emociones en torno a un simple juego son incomprensibles para quienes no son seguidores de ningún equipo. En los países donde el fútbol no tiene arraigo, nadie se emociona con los goles, que no mueven ni pasiones ni dinero. Porque el elemento fundamental de los deportes de equipo es la capacidad de aglutinar personas.

En ocasiones, simplemente sirven de catalizadores para colectivos que ya existían previamente y que tenían identidad propia. Entonces, las banderas del grupo (barrio, ciudad, región, país) ondean junto con las del equipo: no hace falta poner ejemplos. Las comunidades que se expresan a través de los clubes de fútbol son a veces de tipo religioso, como los católicos del Celtic de Glasgow y los protestantes del Rangers. En otros casos, el club de fútbol es en sí mismo el que forma grupo, y la identificación se hace entonces aún más inexplicable. En cualquier caso, la adscripción a un club u otro alcanza perfiles de creencia, de fe, que se transmiten de padres a hijos. La afición al fútbol puede, como todas las creencias, llegar al fanatismo, y las pasiones desbordadas pueden acabar en delirio y tragedia.

El fútbol es una metáfora de la sociedad humana, que tiene mucho de gregarismo, y poco de racionalidad. Y sin embargo, el fútbol puede ser una fiesta: la diversidad es compatible con la convivencia civilizada, y el amor a unos colores no debería llevar al odio de los del contrario. Pero, ¿puede haber pasión sin rivalidad? Seguro que no. ¿Y puede haber rivalidad sin odio? Esperemos que sí, en el fútbol y en la política.

 

JUAN LUIS ARSUAGA

«El Mundo», 25.2.2000

 

 

1. Este texto fue escrito por Juan Luis Arsuaga, codirector del proyecto Atapuerca. Su padre, P. María Arsuaga, fue jugador del Real Madrid entre 1946 y 1954. ¿Qué nos parece? ¿Qué nos sugiere?

2. ¿En qué estamos de acuerdo de lo que dice? ¿Qué refleja de nosotros, de nuestro comportamiento? ¿Por qué vamos o no vamos al fútbol? ¿Cómo vivimos los partidos? ¿Por qué?

3. Comentar lo que dice: «El fútbol es una metáfora de la sociedad humana, que tiene mucho de gregarismo y poco de racionalidad».

 

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