En su origen, los días que hoy son Navidad eran una fiesta pagana. Jesrís de Nazaret no nació el el 25 de diciembre, ni en el año cero de nuestra era. Estos datos son conocidos hace siglos, aunque algunos listillos crean haberlos descubierto ellos ahora. Más discusión puede haber en torno a Belén: los dos evangelios que cuentan el nacimiento (le Jesús (Mago y Lucas) nocoinciden prácticamente en ningún rasgo, lo cual indica que sus fuentes y tradiciones han sido muy diversas: y sin embargo coinciden (casi) sólo en el dato de Belén. Esto para algunos es un argumento a favor. Respecto de la cueva y el establo, el patriarca marxista F. Bloch escribió: «Un origen así no se lo inventa nadie para un Fundador»». Quizá. Pero todas estas elucubraciones pertenecen más a la curiosidad y a la información inútil. Son datos que no cambian nada. A lo más, no sé si lograrían desmitificar algo de la Navidad pasada, cuando lo que hoy necesitamos es desmitificar la Navidad presente. Desmitificar, en este caso, sería sobre todo, des-edulcorar. Y para esta otra tarea sería mejor comenzar así: El Niño Dios no nace en El Corte Inglés, ni en las calles despilfarradamente iluminadas de nuestras ciudades. Si uno es creyente, tiene due comenzar por aceptar seriamente esto. Si no lo es, puede que se trate de una información no del todo inútil.
La mayor mitificación de nuestra Navidad no ha consistido en darle una fecha inexacta, o en forzar algún dato para que parezca coincidir con otra frase de] Antiguo Testamento. Ha consistido en desfigurar su sentido y edulcorarla a través de un proceso lento de reconversión pagana. Los dos menores ejemplos de ese proceso son las dos figuras emblemáticas de todos los belenes: los pastores \ los reyes magos.
- Nuestros nacimientos tienen unas figuras bucólicas vestidas de pastor: pero no parecen tomadas del relato bíblico ,¡no de alguna égloga de Garcilaso. Un rabino contemporáneo de Jesús decía: «No hay oficio más despreciable que el de pastor'». Los pastores tenían fama de ladrones. Esto es, precisamente, lo que ha desaparecido de nuestros nacimientos.
Imaginarnos una narración que parafrasea a la del capítulo 2 de san Lucas: «Había unos okupas en aquella misma comarca que pasaban la noche medio al raso, en el antiguo cine Princesa. Y un enviado del Señor se presentó ante ellos. Se atemorizaron creyendo que era la policía. Pero el mensajero les dijo: no temáis que vengo a traeros una buena noticia: en esta misma ciudad ha nacido una esperanza Divina para vosotros».
Se puede imaginar que, allá por el s. XXV, alguna mamá lee esta narración a su niño, y el pequeño le pregunta: «Mamá, ¿y por qué no fue el mensajero del Señor a las otras gentes de la ciudad?» Hijo, es que andaban atareados comprando».
- Con los magos prisa algo parecido. Textos del judaísmo contemporáneo de Jesús consideran la mamá como uno de los pecados mayores, digno incluso (le la pena (le muerte. ¡Magos y además no judíos!: es imposible provocar con menos palabras, más sensación de rechazo. Pero la tradición occidental ha comenzado por anteponerlos lo de «reyes'» magos, que no está en ningún evangelio. Se redime así lo escandaloso del personaje: más o menos como cuando nosotros hablamos de «los jeques árabes». Los árabes, ya se sabe, son todos unos fundamentalistas… menos esos multimillonarios que se pasean por Marbella. Ya están pues mitificados también los magos.
Imaginemos otra narración que parafrasea la del capítulo 2 de san Mateo: «He aquí que unos imanes y unos gurus venidos (le Oriente llegaron a la capital de la cristiandad diciendo: se nos ha manifestado allá lejos la luz de Dios y venimos buscándola. Se trató de tenderles una celada pidiéndoles que cuando la encontraran fueran a comunicarlo a las autoridades. Pero, al salir ellos, volvieron a ver la luz. La fueron siguiendo, y se paró en los Grandes Lagos. Y allí encontraron una pobre mujer hutu acababa de parir, en medio del camino. Y le dieron todo lo que les quedaba».
Y otra vez, cuando en el s. XXV alguna mujer cuente esta historia a su niño, puede ser que el pequeño pregunte: «Mamá, ¿y por qué no vieron la estrella los habitantes de la capital?– ‘Torque la iluminación de sus calles se lo impedía, hijo». Y sin embargo, es cierto que Navidad es una buena noticia y significa alegría. Desmitificarla será entonces desmitificar nuestra idea de alegría.