Cómo «discernir» la llamada de Dios

1 junio 1998

He aquí algunas indicaciones prácticas para hacer el «discernimiento» sobre la llamada de Dios.

  1. La calidad de mi vida humana

– ¿Cómo es mi relación con los que me rodean? ¿Qué carácter tengo? ¿Soy dialogante, socia­ble, capaz de trabajar en equipo…?

¿Soy responsable de aquello a lo que me he comprometido: familia, estudios, vida pro­fesional, horarios, compromisos diversos (animador, monitor, etc … )? ¿Tengo un senti­do generoso del trabajo? ¿Soy capaz de aus­teridad y sacrificio?

– ¿Cuáles son mis motivaciones de fondo en todo lo que hago?

¿Soy fiel a los compromisos adquiridos? ¿Doy continuidad a lo que inicio?

– ¿En qué contexto y circunstancias nace mi vocación?

– Tengo una actitud positiva frente al mundo, o una actitud de huida?

  1. La «consistencia» de mi experiencia espiri­tual

– ¿Vivo una fuerte relación personal con Dios Padre-Hijo-Espíritu?

– ¿Es Jesucristo alguien amado a quien quiero «imitar» y seguir ya desde ahora?

-¿En qué se concreta mi amistad con Jesús? Oración personal, Palabra de Dios, sacra­mentos, María, capacidad de conversión, motivación de lo que hago y «estilo de vida», vocación de servicio, etc.

  1. Mi sentido de Iglesia

¿Mi búsqueda es individual: «Mi Jesús y yo»… o me dejo ayudar?

– ¿Valoro el acompañamiento personal y tam­bién la vida de grupo?

– ¿Acepto la guía de la Iglesia (a través de las personas que tienen competencia) en mi camino de maduración y discernimiento? ¿Soy capaz de apoyar y estimular el camino de otros?

– ¿Tengo una mirada positiva sobre los otros miembros de la Iglesia y las diferentes voca­ciones?

  1. Mi sentido de misión

– ¿Estoy atento a las «llamadas» del mundo, al clamor de las personas necesitadas?

– ¿Qué me dice la situación de tantos jóvenes «pobres» y abandonados?

– ¿Voy «conociendo» y viviendo el Evangelio y deseo «contagiarlo» a los demás?

– ¿Cómo se concreta esto en mi vida ordina­ria?

– ¿Pienso que es una suerte y un regalo (gra­cia) poder trabajar por el Reino de Dios?

  1. Mis aptitudes («talentos»)

¿Me conozco bien? ¿Soy consciente de mis cualidades y limitaciones (definitivas o superables): físicas, psíquicas, intelectuales, afectivas…?

– ¿Me acepto como soy? ¿Tengo un buen nivel de autoestima?

– ¿Cómo acepto los avisos y correcciones?

  1. Mi proyecto

– ¿Tengo un proyecto ya «cerrado», hecho según mis ideas? ¿O me siento libre y dispo­nible para cambiar ese proyecto porque mi preocupación real es amar y servir a Dios lo mejor que pueda?

– ¿Tengo una auténtica disponibilidad y una verdadera obediencia a la voluntad de Dios? ¿En qué se concreta?

– ¿Me dedico a hacer «turismo espiritual» o me tomo tiempo para madurar y profundi­zar lo que yo hago, y ver si realmente lo hago desde Dios?

¿Espero señales extraordinarias para avan­zar o voy dando pasos concretos?

–          ¿Tengo paciencia conmigo mismo (que no significa conformismo): respetando los tiem­pos de maduración y las lógicas etapas de todo proceso?

 

  1. Mis silencios

PASCAL ROLAND, Adaptación de José Sorando «Echo», n.° 130

 

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