Adoradores, ¿de qué?

1 junio 2007

Los móviles o celulares

“Año 2001, planeta Tierra. Más de 6.000 millones de habitantes. El dato: 700 millones de personas tienen móvil. ¿Increíble, verdad? Increíble pero real. La trayectoria de la telefonía móvil es una de las más rápidas de la Historia del Tiempo Presente. En poco más de tres años el número de móviles en todo el mundo ha crecido de modo espectacular.” Así resumía un ejercicio de traducción al inglés la situación, que no había hecho más que comenzar.

Al comenzar el año 2000, en España, 35 de cada cien habitantes tenía móvil: había en total 15 millones de abonados a la telefonía móvil, el doble de los que había un año antes (7,5 millones). El crecimiento siguió imparable y en junio de 2006 se llegó a un punto en España en el que el número de celulares (44,3 millones de líneas) era mayor que el de habitantes (44,1 millones).

Por eso desde principios de 2003 –fecha de la que proviene esta imagen– comenzaron a aparecer los teléfonos multimedia, con capacidad para hacer fotos y enviar imágenes. Y cuatro años más tarde, a principios de 2007, fotografía, bluetooth (conexión de dispositivos electrónicos sin cables) y MP3 (descarga de música) marcaban la tendencia española de compra de dispositivos móviles: el 85,20 por ciento de los teléfonos que se venden en España cuentan con esta aplicación, de los cuales el 63,05 por ciento son cámaras megapixel de alta resolución. Y los expertos dicen que “la tecnología 3G se perfila como la comunicación del futuro, y poco a poco gana adeptos. El móvil se ha convertido no sólo en un dispositivo que facilita la comunicación oral, sino que se le han añadido multitud de funciones extras. La telefonía 3G ofrece un paso más en la comunicación. Gracias a esta tecnología se puede disfrutar de videollamadas, descarga de contenidos de Internet o de televisión.”

La imagen

Esta imagen de Pablo Blasberg ilustraba en CincoDías (29.3.03) un reportaje sobre los “Mitos y leyendas del móvil multimedia”. Tan solo cuatro años más tarde, como se ve, los mitos y leyendas eran realidad.

Con esta imagen podemos abordar diversos temas (dependencias, nuevos rituales, relación con la tecnología, comunicación…) y descubrir cómo somos y cómo funcionamos en relación con un teléfono móvil.

  • Ver la imagen. ¿Qué pasa ahí? ¿Por qué?
  • ¿Qué me dice? ¿Qué me recuerda?
  • ¿Qué sentimientos me provoca…?
  • Partir de esas intervenciones.
  • Centrarse después en los elementos que aparecen.

El teléfono tótem

En la imagen, el teléfono móvil o celular se ha convertido en… un tótem. Las comparaciones entre tótem y teléfono pueden ser múltiples.

  • Un tótem es un objeto, ser o animal sobrenatural, que en las mitologías de algunas culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo. ¿Es el móvil nuestro tótem personal o colectivo? ¿En qué sentido?
  • El tótem puede incluir diversidad de atributos y significados. ¿Qué puede significar este tótem-teléfono?
  • El tótem tenía virtualidad y poder: protege… ¿De qué nos protege a nosotros el móvil?

Adoradores

  • Pero tocar al tótem era tabú: algo sagrado y sobre todo, algo prohibido. ¿Cuáles son nuestras normas tabú ante el móvil?
  • Hay adoradores del móvil-tótem: ¿Quiénes están? ¿Qué hacen? ¿Por qué? ¿Y la cartera?
  • Son media docena de ejecutivos adorando al móvil multimedia… ¿Quiénes no están pero podrían estar?
  • ¿Es así en nuestra realidad? ¿En qué sentido somos también nosotros adoradores del móvil?

El móvil y nosotros

  • ¿En qué nos parecemos cada uno a un móvil o celular? Recordar el funcionamiento de un teléfono móvil y aplicarlo a nosotros mismos. Hay muchas posibilidades: apagado/encendido, con cobertura o sin ella, tipo de batería cargada o no, conexiones, memoria de números, llamadas perdidas, mensajes que nos llegan, mensajes que esperamos y no nos llegan, conexión a la red para cargarse…
  • Por cierto, ¿a quién buscamos para que nos adore? ¿Quién nos gustaría que nos adorara?
  • Y final: ¿Cómo funcionamos nosotros ante el móvil? ¿Y qué pasaría i no tuviéramos móvil… Podemos desconectarnos una temporada…

Herminio Otero

 

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