Agua, trasnacionales y nanotecnología

1 julio 2005

Mientras la falta de acceso al agua es una tragedia para millones de personas en el mundo -según la Organización de Naciones Unidas más de 1300 millones de personas sufren escasez de agua, y otro tanto sólo la consigue sucia o contaminada-, para otros es un fantástico negocio. Según el Banco Mundial, el mercado del agua en el orbe excede el billón de dólares anuales.
  Agua dulce: Del total de agua del planeta, apenas 2.8 por ciento es agua dulce. La mayoría está en polos y glaciares, y resta sólo 0.02 por ciento de agua superficial y 0.37 por ciento en aguas subterráneas, cuyo acceso requiere tecnologías de extracción cada vez más profundas.
 Problemas: Sin embargo, el problema del agua dulce no es que no alcance para la población mundial -al igual que la producción de alimentos, es suficiente para abastecernos a todos-, sino su injusto acceso y distribución, su acelerada contaminación y su despilfarro. El 70 por ciento del agua dulce disponible globalmente es utilizado en la agricultura industrial y 15 por ciento en otras industrias, que a su vez son responsables de la mayor y peor contaminación, debido a la filtración de agrotóxicos, la salinización de aguas y la contaminación industrial.
 Privatización: Frente a las múltiples crisis del agua (acceso, distribución, degradación, despilfarro) -generada por esos actores, pero que sufren principalmente los más desposeídos- la solución mágica que impulsan los creadores de políticas del capital trasnacional, como el Banco Mundial, es la privatización. La mayoría de las fuentes y distribución de agua en todo el mundo son públicas, pero debido a contratos de concesión para extraerla, distribuirla, purificarla y/o embotellarla se está instrumentando su privatización de facto. Tal como sucede en otros importantes sectores, como la energía, la agricultura y la salud, hay un peligroso cóctel de factores que se complementan: al control de mercado se suma el control de las patentes y las tecnologías claves.
 Dos empresas -Vivendi y Suez- tienen el 70 por ciento del mercado mundial de agua, que es controlado por diez trasnacionales. Las mayores son empresas múltiples que incluyen extracción, construcción de redes, distribución y rubros anexos -como las nombradas y Saur, RWE y Bechtel- hasta llegar a empresas de alimentos y bebidas, como Nestlé, Coke, Pepsico,Danone, Unilever.
 La nanotecnología (manipulación de la materia viva o inerte, a escala nanométrica, o sea de átomos y moléculas) emerge como una tecnología puntera en aspectos claves como la purificación y desalinización del agua. «Los principales acuíferos sufren un proceso desalinización creciente debido a la agricultura, al tiempo que se espera que la demanda de agua dulce crezca 70 por ciento en los próximos 25 años». Frente a la salinización y los problemas de contaminación industrial y fecal, solamente la nanotecnología puede enfrentar estos problemas simultáneamente.

  • Por ejemplo, KX Industries, de Connecticut, ha desarrollado filtros basados en membranasnanotecnológicas antivirales y antibacteriales. El principio básico es que los poros de las membranas son tan minúsculos que pueden filtrar hasta los organismos más pequeños.
  • A ello se agrega el tipo de material utilizado. La empresa Argonide de Standford hacenanofibras de aluminio, cuya carga eléctrica positiva atrae a los microbios cargados negativamente.
  • Otras construcciones incluyen materiales fotocatalíticos que someten el agua filtrada a rayos ultravioletas, potencialmente destruyendo solventes industriales, plaguicidas y gérmenes.

 Nuevos riesgos: Además del control corporativo, junto con la nanotecnología vienen nuevos riesgos ambientales y a la salud, así como cuestiones de bioética al crear organismos híbridos con nanobiotecnología. El óxido de titanio en nanopartículas, así como los nanotubos de carbono, pueden tener efectos nocivos en la salud y el ambiente. ¡Y la apuesta es usarlos en las redes de agua que llegan a millones de personas! Paradójicamente, para justificar socialmente el uso de estas nuevas tecnologías, la industria presenta estos usos supuestamente positivos y que según ellos «beneficiarán a los pobres». Sólo que de paso podrían estar agregando nuevos problemas, quizá aún más graves, a este recurso vital para la vida en el planeta.

Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC
http://www.alainet.org

 

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