CARTA A MI HERMANO

1 junio 2005

Hola, ¿cómo estas? Sólo te envío esta carta

para decirte lo mucho que te amo y pienso en ti.

 

Ayer te vi mientras hablabas con tus amigos

y esperé todo el día deseoso de que también lo hicieras conmigo.

Al llegar el atardecer, te ofrecí una puesta de sol para cerrar tu día

y una brisa suave para que descansaras.

Y esperé… pero nunca llegaste.

Sí, me dolió, pero todavía te amo.

Te vi dormir… Deseaba tocar tus sienes

y derramé la luz de la luna sobre tu almohada,

también sobre tu rostro. Nuevamente esperé

deseando llegar rápidamente para poder hablarte…

¡Tengo tantos regalos para ti…!

 

Despertaste tarde y te fuiste rápido al trabajo.

Mis lágrimas estaban en la lluvia que caía.

Hoy te ves muy triste… ¡Si tan solo escucharas cuánto te amo…!

Te amo y trato de decírtelo en el cielo azul

y en la tranquilidad de la hierba verde.

Lo susurro en las hojas de los árboles y en los arroyos de las montañas

y lo expreso en los cantos de los pájaros.

Te cobijo en el tibio sol y perfumo el aire con olorosas fragancias naturales.

Mi amor es más profundo que los mares

y más grande que los deseos que en tu mente anidan.

 

¡Si tú supieras cuanto anhelo caminar y hablar contigo…!

Podemos vivir juntos siempre aquí en la tierra

y en todo el universo si así lo quieres tú.

Yo sé que te han dicho que la vida es muy difícil

pero, si sabes ser mi amigo, jamás tendrás dificultades

y además mi Padre, que es el tuyo también, te ama definitivamente

y me ha pedido que te proteja.

 

Yo, te amo como Él y sólo espero que me pidas

que te acompañe, te guíe y te aconseje…

Llámame, búscame, cuenta conmigo…

Tengo miles de maravillas que ofrecerte.

Deseo que veas la vida como es, un juego permanente y lleno de aventuras.

 

¿Podrías hablarme hoy?

Tu amigo,

Jesús

 

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