Ciegos de nacimiento

1 marzo 2003

Relectura actual de Jn 9 desde São Paulo

 

Al pasar, Jesús vio un adolescente, internado en la FEBEM (Fundación Estatal de Bienestar del Menor, en Brasil).

Los discípulos preguntaron: “Maestro, ¿quién fue el que pecó, para que quedase preso, él o sus padres?” Jesús respondió: “Ni de él ni de sus padres es la culpa, sino esto es para que en él sea oído el grito que clama por la justicia y la fraternidad”.

Dicho esto, fue a visitarlo, lo abrazó, y le dijo: “Vuelve a tu casa y a tu comunidad; yo te envío, y allá algunos estarán esperándote”.

El adolescente volvió, fue acogido y se sintió libre de verdad, como nunca antes, sin saber bien por qué…

Algunos vecinos, entonces, y los que lo conocían de antes y lo llamaban ‘vagabundo’, decían: “¿No es éste el que se sentaba ahí, todo el día sin hacer nada, y acababa robando cuando alguien lo llamaba?”

Unos decían: “El mismo”. Pero otros decían: “No sé, son tantos… Casi son todos; y todos son iguales, con el mismo pasado y con el mismo futuro”.

Él, sin embargo decía: “Soy yo”.

Llevaron entonces a los fariseos al muchacho que estuvo preso en la FEBEM. Ahora, el muchacho había robado una moto. Los fariseos le preguntaron cómo era que había salido de la FEBEM. Les respondió: “Un Hombre me envió para mi casa y para la comunidad”. Decían entonces algunos fariseos: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda la Ley”. Otros decían: “¿Con qué autoridad lo envió para su casa y su comunidad? ¿Cómo es que se le fue al muchacho aquella pinta de bandido que tenía?”. Y estaban divididos.

Los fariseos, entonces, llamaron a sus padres, y les dijeron: “Este es su hijo, el que era un ladrón. ¿Cómo es que ahora está aquí y con ese brillo en los ojos?”

Sus padres entonces contestaron: “Sabemos que es nuestro hijo y que nació sin futuro. Pero por qué está aquí ahora con nosotros, eso no lo sabemos. Tampoco sabemos quién fue el que le hizo volver. Pregúntenle a él. Ya es un hombre. Siempre fue muy responsable para decidir por sí mismo”.

Los padres dijeron eso porque tenían miedo de la Ley, que mandaba prender a todos los adolescentes de 16 años para arriba en caso de alguna infracción.

Entonces llamaron de nuevo al adolescente y le preguntaron: “¿Y cómo fue que te envió a tu casa y a tu comunidad?”.

Él respondió: “Ya se lo he dicho, pero ustedes no me escuchan. ¿Para qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que quieren aprender de él y de sus amigos?”

Entonces se pusieron a insultarlo, y dijeron: “Amigo de él lo serás tú. Nosotros somos amigos de la Ley y del poder”. Respondió el adolescente: “Es espantoso: ustedes tienen poder y dinero, y sólo actúan con violencia y oportunismo. Jamás ustedes han conseguido recuperar: sólo condenar. Sin embargo, este Hombre y sus amigos, me han devuelto el brillo en los ojos…”.

Ellos dijeron: “Naciste ya un vagabundo, ¿y nos quieres dar lecciones?” Y lo expulsaron.

Jesús oyó decir que lo habían expulsado. Le salió al paso y le dijo: “¿Tú crees en el Dios Humano?

El respondió: “Hasta ahora sólo he conocido a un Dios distante, vengativo, amenazador, lleno de reglas…”.

Jesús le dijo: “Tus ojos, hoy, han visto al Dios Humano”.

Exclamó él: “¡Creo, Señor!”. Y se dejó abrazar de nuevo.

 

Dario Bossi, São Paulo, Brasil

Agenda Latinoamericana 2001-2002

 

 

PARA HACER: 

  1. Leer primero el texto Jn 9. ¿Qué nos dice?
  2. Leer después este relato. ¿Qué nos dice? ¿Qué nos aclara del primero?
  3. Tomar otro texto del evangelio y actualizarlo. Podemos centrarnos todos en el mismo texto o buscar cada uno un pasaje propio.
  4. Este relato obtuvo el primer premio en el concurso de «Páginas Neobíblicas» de la Agenda Latinoamericana, que recomendamos (Ver http://latinoamericana.org/). Allí se encuentran más textos que pueden servirnos en nuestra acción educativa y pastoral.

 

 

 

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