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22 marzo 2017

El otro día, presentando a la Comunidad Educativa de mi “cole” la Vocación de Salesianos Cooperadores, uno de mis compañeros, joven, me preguntó: ¿qué debemos hacer para animar, proponer y acompañar los proyectos vocacionales a los jóvenes?

Mis palabras fueron; En un mundo donde el comprometerse no está “en boga”, es necesario que nos demos cuenta del valor que tiene compartir nuestra vida sin ningún miedo. Mostrar lo que somos y lo que intentamos vivir y ser, enseñando nuestras debilidades y también nuestras fortalezas.

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Los jóvenes sólo se harán preguntas vocacionales y podrán imaginar o visualizar su ser vocación con modelos cercanos y claros. Modelos que les ayuden a pensar “yo quiero ser como…” “…me gusta como nos habla…” “¡Jo! Eso es austeridad” “…yo quiero rezar así…” “…habla de Dios de forma natural y cercana”. Cualquier pensamiento o idea que muchos de nosotros hemos tenido a la hora de discernir qué nos pedía Dios, y lo hemos visualizado en personas cercanas a nosotros.

¡Está claro! Dios nos pone en el camino personas: hermanos, padres, amigos, parejas… Nos pone personas que nos ayuden a responder personal e interiormente qué quiere de nosotros. Todos nosotros tenemos una obligación y una responsabilidad, como agentes pastorales, como acompañantes, como educadores, no tenemos que tener miedo a mostrar lo que interiormente sentimos y soñamos. Compartir “comprometidamente” nuestra vida. Muchas veces nos llevará a lugares muy íntimos, donde nuestra relación con Dios, nuestra fragilidad y nuestra humanidad queden muy expuesta, pero sólo con este tipo de comunicaciones se puede tocar el corazón.

Sin miedo, comprometidos, en acción, en continuo contacto interior, mirando al cielo, pisando tierra, siendo capaces salir a las orillas de los caminos y caminar con los excluidos y pequeños, …como Don Bosco. ¡Así debemos Ser para nuestros Jóvenes!

Lourdes Rojo Pol / SS.CC. Educación en la Fe – Inspectoría Santiago el Mayor.

 

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