Con rostro humano

1 abril 2002

Este dibujo de Victoria Martos ilustraba un reportaje en Aridana, suplemento de informática de «El Mundo» (29.11.01). Se refería a la generación de telefonía móvil que se preparaba para ser la estrella de las cercanas navidades de ese año. Y se centraba en concreto en el GPRS, que estaba a medio camino entre el teléfono GSM y que tenía casi las mismas características de navegación por Internet que el UMTS. Al margen de este origen, podremos emplear la imagen de forma simbólica y en múltiples direcciones. Apuntamos algunas.

 

La imagen

  1. Presentar la imagen al grupo. ¿Qué vemos? ¿Qué nos dice? ¿A qué nos suena?
  2. Con esas tres preguntas ya nos centramos en parte de lo que vemos en la imagen: oído, ojos, boca… de algo que tiene rostro humano. ¿Qué nos sugiere todo eso?
  3. La imagen se refiere claramente a un teléfono móvil (en otro sitios llamado «celular»), pero sale también un cable con auricular… Sobraría en un teléfono móvil, pero ahí está: ¿Qué puede significar? ¿Sobra o es un adminículo de repuesto por si nos falta lo esencial?
  4. Para ser rostro humano más completo, le falta la nariz. Pero está sustituida por esa pantalla de pantallas: múltiples iconos para múltiples funciones. ¿Qué puede significa?
  5. La superficie del teléfono está formada por nubes. ¿Con qué lo podemos relacionar? ¿Ondas invisibles pero reales en el espacio?
  6. Este teléfono no tiene teclas… Tenemos todo y nos falta lo esencial: ¿Cuál es?

 

  El teléfono y nosotros

  1. ¿En qué nos parecemos las personas a un teléfono (normal)?
  2. ¿En qué se parece este teléfono en concreto a nosotros? O mejor, ¿en qué nos parecemos nosotros a él? Nos vamos centrando en partes. Se pueden seguir las pautas dadas en el apartado anterior.
  3. Escribir un relato titulado «Cara de teléfono» en el que se refleje cómo somos, qué nos pasa, cómo funcionamos, qué sentimos, qué esperamos, cómo nos comunicamos o nos incomunicamos… las personas. O sencillamente un relato o parábola cuya ilustración sea esa imagen.
  4. ¿En qué se parece ese teléfono a cada uno de nosotros? Podemos responder a partir de lo que se señala en las pautas siguientes, que también se pueden aplicar a otras realidades.

 

  • Oír y escuchar

ú ¿Cómo escucho? ¿Cómo me siento escuchado y por quién?

ú ¿Qué me gustaría escuchar que no he oído? ¿Qué me gustaría que dijeran de mí personas concretas: mis padres, determinados amigos, profesores, tal persona concreta?

ú ¿Qué me han dicho que me hubiera gustado no tener que escuchar? ¿Necesito estar oyendo algo en todo momento?

ú ¿Cómo me llevo con el silencio? ¿Qué hago para escuchar lo que habitualmente no se oye?

 

  • Ver y mirar

ú ¿Qué me gusta ver? ¿Qué hubiera gustado no tener que haber visto?

ú ¿Quién me ha enseñado a ver la vida? ¿Con qué ojos? ¿Veo la vida y a la personas con buenos ojos?

ú ¿Contemplo además de ver? ¿O miro sin ver?

ú ¿Me fijo en los detalles de las personas y a la vez voy a lo esencial?

  • Tener olfato

ú La pantalla ocupa el lugar de la nariz y está ocupada por iconos…

ú Nos centramos en los iconos. ¿Qué puede significar cada uno?

ú Trabajamos pues a partir de cada uno de ellos. Sugerimos tan sólo una pregunta por icono sabiendo que las preguntas pueden ser más y, sobre todo, distintas: ¿En qué nos gustaría volver a empezar? ¿Qué nos gustaría borrar o detener de lo que nos han dicho, de lo que hemos dicho o hecho…? ¿Qué mensaje nos gustaría recibir o enviar? ¿Cuál sería nuestra dirección simbólica y significativa? ¿Con qué tendría que contar o desconectar? ¿Qué mensajes me gustaría escuchar (de los demás, de mis padres, de Dios…)? ¿Cuáles son mis preguntas más inquietantes y en qué necesitaría ayuda? ¿Qué direcciones tengo para seguir en la vida y cuál sería mejor que siguiera? ¿Qué tendría que borrar? ¿En qué tendría que profundizar y por lo tanto acercarme y detenerme en ello con más detenimiento? ¿A qué tengo que esperar? ¿En qué me confirmo y digo OK?

  • Hablar y callar

ú ¿Me gusta más hablar o callar? ¿Me cuesta más hablar o callar?

ú ¿Qué me hubiera gustado decir en alguna ocasión que no dije?

ú ¿Sobre qué tendría que haber guardado silencio y no callé?

ú ¿Quién o qué me ayuda a hablar y expresarme con facilidad?

ú ¿Qué puedo decir de los demás (por ejemplo del grupo, o de mi familia) que sé que les gustaría escuchar?

ú Inventar algún mensaje tipo móvil: que enviaríamos al mejor amigo, al cura que queremos, al obispo ejemplar, al político coherente, a nuestros padres… Poner otros destinatarios comunes (todos al mismo, según se diga en el grupo) o personales (que cada uno elige).

 Otras funciones

  • ¿Está nuestro teléfono –el teléfono que somos– habitualmente operativo? ¿Cómo se carga?
  • Yo no tengo móvil. ¿Y qué?
  • ¿Cómo va nuestra conexión con Dios? ¿La tenemos abierta… en todo momento? ¿Cómo la aprovecho? ¿La cierro, minimizo, maximizo, estoy en conexión…?

Herminio Otero

 

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