No me creo el telediario,
Medio Todopoderoso,
ni tu visión unidireccional de la Tierra,
de la que decides lo visible y lo invisible.
Crees en un solo señor: la audiencia.
Es tu única misión,
por ella prefieres lo que vende antes que lo cierto:
la sangre sobre el fondo, el ritmo sobre lo que importa,
lo sensacionalista sobre lo verdadero.
Fabricado, no contado,
de la misma naturaleza que la industria,
por quien los contenidos son hechos,
que, para nosotros los hombres, bajan por ondas del cielo,
y como en las obras de Hollywood,
se encarnan en historias simples de malos y buenos,
en escenarios de catástrofes y violencia donde habitan hombres
(mientras nos lavamos como Pilato) que padecen y son sepultados
en el olvido al tercer día, según las estadísticas.
Y nosotros en las nubes, a este lado de la pantalla,
convencidos de estar en la gloria, lejos de heridos y muertos,
para qué vamos a discutir.
Crees en el ingreso publicitario, señor y dador de EBITDA*, que,
junto con las concesiones y alineamientos políticos,
decide quién recibe una misma adoración y gloria,
y quién habla por las antenas.
Creo en el Periodista,
pero no en su circunstancia,
que es una, precaria, caótica y coercitiva.
Lamento su inercia y su autocensura,
cuyo freno no tiene fin.
Confieso que hay un sólo periodismo
(el deportivo) que trata con rigor los datos.
Espero la resurrección de los medios
como ojos del mundo futuro. Amén.
* El Ebitda (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) se obtiene a partir del estado de pérdidas y ganancias de una empresa: es la utilidad antes de descontar los intereses, las depreciaciones, las amortizaciones y los impuestos.