CREDO

1 septiembre 2008

Creemos en un Dios que por amor ha creado todo el Universo,

sus leyes, su belleza y su misterio.

De su amor infinito han brotado la grandeza de las estrellas

y la humilde belleza de las flores.

Que nos ha dado en regalo este bellísimo planeta azul

que han contemplado los astronautas desde la luna

como una hermosa joya flotando en los espacios infinitos,

para que lo cuidemos y amemos.

Creemos en un Dios que es infinitamente más que Padre y Madre,

porque aunque una madre pudiera abandonar al hijo de sus entrañas,

Él nunca nos abandonará.

Creemos en Jesucristo, que nos fue enviado por el Padre

para que conociéramos que Dios es Amor.

Que fue verdadero hombre y dio testimonio del Padre c

on su vida y con su muerte para que en el mundo

pueda hacerse presente el verdadero Reino de Dios,

reino de verdad y de justicia, reino de paz y de amor.

Dios le glorificó resucitándole de entre los muertos

y dándole un nombre que está sobre todo nombre,

Señor del mundo y de la historia.

Creemos en el Espíritu de Jesús y del Padre que vela

por toda la comunidad de los creyentes, haciéndole avanzar

a través de la historia como los israelitas por el desierto.

Creemos en la Iglesia como la reunión en el tiempo y en el espacio

de los que intentamos ser seguidores de Jesús de Nazaret.

Creemos en ella como un pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal

donde no hay ni superiores ni inferiores

porque todos somos hermanos, hijos del mismo Padre.

Una Iglesia que queremos que sea signo de unión,

de hermandad, de servicio a los marginados,

de defensa de la justicia y los derechos humanos ante el mundo entero.

Lamentamos los pecados personales e institucionales de los hombres

que componemos la Iglesia, tanto en el pasado como en el presente.

Estos pecados velan el verdadero rostro de Dios ante el mundo.

Creemos que el odio, la injusticia y la violencia no podrán vencer

la fuerza del amor, la razón y la paz.

Creemos en un mundo donde definitivamente triunfarán las fuerzas del bien

que como pequeñas semillas Dios ha sembrado en cada uno de los corazones

de los hombres y las mujeres de todos los tiempos.

Creemos que la vida y la muerte de Jesús no han sido un fracaso,

ni tampoco lo serán las vidas de todos los hombres que han luchado,

luchan y lucharán como Jesús por un mundo más justo,

un mundo en el que todos podamos llamarnos hermanos

y serlo en realidad, donde Dios sea todo en todos.

Amén.

 TOMÁS MAZA RUIZ

 

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