De encadenados a libres

1 septiembre 2000

  1. Origen y sentido

Este dibujo de Arranz ilustraba en El País Negocios (9.7.2000) una consulta sobre las medidas liberalizadoras de la economía junto a otras medidas de apoyo y fomento a la innovación, la investigación y el desarrollo.

Al margen de este origen, la imagen puede servirnos para ver cuál es nuestro aprecio por la libertad y cómo la ejercemos en realidad. Aprender a ser libre y a obrar autónomamente es una asignatura que hemos de superar adecuadamente para ejercerla durante toda la vida.

El sentimiento de libertad es especialmente fuerte en la adolescencia. Las posibilidades de ejercerla en la actualidad son teóricamente múltiples, pero en realidad su aprendizaje sigue ofreciendo problemas. Por otra parte, una generación a la que se le denomina «generación sin límites» ha de aprender a gestionar adecuadamente su libertad hasta llegar a descubrir que, aunque cree que puede hacer todo, en realidad no todo lo puede lograr. Amenazados por la competitividad, el sinsentido o la falta de futuro algunos adolescentes y jóvenes son capaces de vender su libertad  por un plato de seguridad y encadenarse arrojando la llave que les abre. Ser libres: una meta para toda la vida que exige un largo proceso de aprendizaje.

 

  1. Encadenados

– Ver la imagen. ¿Qué pasa ahí? ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué?

– ¿A qué se puede referir?

– ¿Qué nos dice a cada uno?

– ¿En qué sentido se parece a cada uno de nosotros? ¿Y a nuestro grupo?

– ¿Qué realidades complejas puede representar? Centrarse, por ejemplo, en la educación, política, religión, estudios, trabajo, familia, amigos, televisión, tiempo libre, drogadicción, oración… y compararlas con lo que ahí sucede.

 

  1. Soltar las cadenas

– Centrarse en cada una de esas realidades y seguir profundizando: ¿En qué sentido nos encadenan?

– En concreto: ahí había un candado. ¿En qué se puede concretar su nombre? ¿Quién lo había puesto? ¿Para qué?

– Alguien ha soltado el candado. ¿Cómo? ¿Para qué?

– Tanto para cerrar como para abrir, hay una llave. Dar nombre a esa llave en cada ocasión.

– Más: diseñar la llave que nos conduce a la libertad en los diversos ámbitos. ¿Qué podemos hacer para que esa llave funcione? Concretar actitudes que se pueden poner en práctica.

 

  1. ¿Encadenados todavía?

– Profundizar: El candado se ha abierto, pero las cadenas siguen estando ahí.  ¿Dónde tienen su origen? ¿Quién las mantiene? ¿A quiénes le interesan que existan?

– El problema es cómo romper las cadenas para prescindir definitivamente de ellas. ¿Cómo?

– Para eso, dar nombre a cada una de las cadenas. Y concretar más: dar nombre a cada uno de los eslabones. ¿Cómo nos siguen encadenando todavía, personal o colectivamente?

 

  1. Aprender a ser libres

– Siempre podemos tener la tentación de decir: «Libertad, ¿para qué?». Y caer en la dependencia. O pretender la manipulación de los demás. ¿Cómo nos movemos en ese sentido?

– Ahora no nos ponen límites (la sociedad, la familia, la escuela…) y son muchos quienes nos invitan a superar todo límite (la publicidad, los medios de comunicación….). ¿Estamos de acuerdo? ¿En qué se manifiesta eso? ¿Qué hacer para ser autónomos y obrar con libertad?

– Saber ser libre implica aprender a decidir. ¿Cuál es nuestra mayor decisión? ¿Cómo ha sido? ¿Cómo nos ha ayudado a vivir más libres?

– El problema no está sólo en actuar adecuadamente en un momento determinado sino en seguir obrando de forma adecuada en todo momento. ¿Qué va a pasar después? Por ejemplo: convertir esta imagen en oración, o poema, o relato pero uno o cinco o diez años más tarde, después de «haber abierto el candado», o sea, de haber tomado la decisión que nos ha conducido a la libertad.

HERMINIO OTERO

 

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