De la movida al compromiso

1 noviembre 1999

CUADERNO JOVEN nació en pleno auge de lo que se llamó Movida madrileña y en él anun­ciamos su defunción. Durante 14 años hemos navegado con otras rutas pero sabiendo lo que allí se cocía. Ahora uno de sus protago­nistas, Luis A. de Villena, acaba de realzarla en novela (Madrid ha muerto, título con referen­cias al eslogan de entonces «Madrid me ma­ta»). Y Manuel Hidalgo,entonces joven direc­tor de Cultura de Diario 16, comenta ahora (ver «El Mundo», 9 de octubre de 1999):

«La Movida fue uno de los caballos de Tro­ya que erosionó desde dentro la viabilidad del imaginario, de la ideología, del propósi­to, no diré del proyecto, socialista. Al decir socialista, no me refiero específicamente al PSOE, sino al conjunto social que abrigaba, o creía abrigar, ideas socialistas. Al mismo tiempo, la Movida no era sino un epifenóme­no de la posmodernidad, caracterizada por el individualismo, el narcisismo, el hedonismo y el egotismo. El PSOE gobernante, a comien­zos de los 80, se topó con la Movida, surgida del hambre atrasada de libertad, de la necesi­dad de dar cauce a placeres y opciones repri­midos por la dictadura y del cansancio de quemarse las yemas de los dedos con el com­promiso de tantos mecheros encendidos, y por boca de Tierno Galván,alcalde a la sa­zón de Madrid, decidió asumirla y gestionar­la como elemento embellecedor y autopresti­giante y síntoma de la nueva política de li­bertades y patrocinada por los socialistas.

La estrategia, triste es decirlo, fue equivo­cada. Tan cierto como que la sociedad espa­ñola, los jóvenes sobre todo, necesitábamos de una válvula de escape que nos aligerara de la espesa y severa herrumbre del fran­quismo y de sus continuadores peridemocrá­ticos, la UCD, era que los elementos constitu­tivos de la Movida, y de su matriz posmo­derna, debilitarían los presupuestos y los ob­jetivos del socialismo. La preocupación por lo colectivo, el socorro de los desfavorecidos

o la solidaridad no eran, precisamente, los valores que ocupaban y preocupaban a los posmodernos, a los protagonistas de la Mo­vida, en sus días y noches de sexo, droga, ar­te y música.

La repentina vocación neoliberal y neoca­pitalista, el reformismo de ciertos líderes so­cialistas hicieron después el resto, entroni­zando, tras la libertaria búsqueda del placer, el culto al dinero. El resultado de todo eso ha sido el advenimiento de una derecha política que gestiona sin problemas, desde perspecti­vas laicas y cínicas, los frutos madurados en aquellos años.

Luis Antonio de Villena, en su interesantí­sima novela Madrid lea muerto, se empeña erróneamente, a mi juicio, en contraponer los años del socialismo a los años del PP sin dar­se cuenta de que aquellos barros trajeron es­tos lodos. Es decir, que el PP está adminis­trando alegremente los restos del naufragio del socialismo, atacado por el mascarón de proa de la Movida (…).

Pero hay más. Su ruidosa y furiosa, elegía­ca y emocionante crónica memorialística de aquellos años, los 80, no da respuesta clara a otro problema, como el anterior, hecho de con­tradicciones. A mí, no me sirve la imagen del fuego negro para explicar por qué la libertad más hermosa y el placer más deseable hubie­ron de acabar en sufrimiento v en una larga nómina de muertos y desaparecidos.

No. Quiero un vitalismo, v un fulgor, y un esplendor que se prolonguen, que se sosten­gan y se preserven de vomitonas y agonías, que sean compatibles con el amor y con el compromiso, que no sean flor de una noche y moribundia de la mañana siguiente.’,

Es necesario tener en cuenta todo este pro­ceso, que ha afectado más de lo que parece a quienes fueron jóvenes durante esta época y a quienes lo son ahora, y que espera de noso­tros una respuesta.

CUADERNO JOVEN

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