DECÁLOGO DEL BUEN PRÓJIMO… O DEL MALO

1 abril 2010

“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y…” (Lucas 10,25-37)

  1. Desnudar: Cuántas veces despojamos al hermano de lo mejor que tiene. No permitimos, tal vez por envidia, tal vez por prepotencia, que crezca, que sea feliz. Le arrebatamos su ilusión, sus ganas de vivir, sus sueños. Nos comportamos como el perro del hortelano, ni comemos las berzas ni las dejamos comer.
  2. Acercar(se): Ver de lejos a un hermano que necesita ayuda nos puede producir compasión, lástima, alguna lagrimilla… E incluso hasta una piadosa oración puede florecer de nuestros labios. Sin embargo esa no debes ser nuestra actitud. Acercarse al hermano de corazón y no de mero cumplimiento, nos enciende “la luz de emergencia” y nos obliga irremediablemente a reaccionar.
  3. Golpear: Aunque no lleguemos a los puños, aunque no brote la sangre. Golpes de odio, de indiferencia, golpes que van haciendo mella en el corazón del hermano y que, después de varios asaltos, no le queda más remedio que tirar la toalla, mientras nosotros, orgullosos a no poder más, nos apuntamos un KAO más en nuestra agenda de hombres de bien.
  4. Curar: Mancharse de sangre. Oler las miserias del hermano, respirar sus mismos sufrimientos y vendar a base de mucho amor sus heridas. Ah, y no olvidar revisar la herida, pues puede infectarse con el tiempo y el olvido.
  5. Alejar: El corazón a veces puede jugarnos una mala pasada. Lo mejor es “no meterse en problemas,” que el hermano se las arregle como pueda, y que cada uno se saque las castañas del fuego… ¿verdad?
  6. Llevar: A veces en volandas, otras con sufrimiento. Convertirse en compañero de camino del hermano. Darle la mano y asistirle cada vez que tropieza, aun con el riesgo de que os vayáis los dos al suelo.
  7. Desviar: Estudiar los movimientos del hermano para diseñar un buen desvío. O mejor, jugar al escondite con nuestra vida y estar siempre en alerta, no sea que nos descubran y trastoquen nuestro ordenadísimo corazón.
  8. Dar: Nuestro tiempo, nuestras capacidades. Dar sin reservas, sin vacilaciones, sin ponerse a juzgar si el hermano lo merece o no. Darse totalmente, hasta quedar agotado, rendido, extenuado.
  9. Pasar: ¡Dar carpetazo! y a otra cosa. No permitir que los problemas del hermano vayan a complicarnos la vida. Pasar del hermano, eso sí, con inteligencia, rebozando nuestra indiferencia de buenas palabras, de cariñosos apretones de manos, e incluso de algún que otro rosario o novena.
  10. Cuidar: Ahora viene lo más difícil. No prestar los primeros auxilios y si te he visto no me acuerdo. Dios, por algún motivo, ha puesto a ese hermano en nuestro camino, y algún día nos pedirá cuentas de él.

 Ahora ya solo te queda cambiar la introducción:

Tú mismo bajabas o subías de tu lugar de trabajo, o de tu centro de enseñanza, o de tu barrio, o de tu casa o de tu… El caso es que en el camino te encontraste con un hermano que necesitaba ayuda…

Llega el momento de decidir qué verbos utilizar para con tu prójimo.

José María Escudero

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