Dios al habla

1 diciembre 2002

–Pasa –me dijo Dios–. ¿Así que quieres entrevistarme?

–Bueno, si tiene tiempo…– Se sonríe y me dice: –Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo. ¿Qué preguntas quieres hacerme?

–Ninguna nueva ni difícil para usted. ¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?

Y dijo:

–Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños.

Que primero pierden la salud para tener dinero y, enseguida, pierden el dinero para recuperar la salud.

Que, por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que ni viven el presente ni el futuro.

Que viven como si fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido, y pensar que yo…

Con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, deja de hablar. Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio. Después le dije:

–Como padre, ¿qué es lo que pedirías a tus hijos para este nuevo año?

–Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame; lo que sí pueden es amar y dejarse amar.

Que aprendan que lleva años construir la confianza, y sólo segundos para destruirla.

Que aprendan que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quién tienen en sus vidas.

Que aprendan que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.

Que aprendan que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.

Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán.

Que aprendan que bastan unos pocos segundos para producir heridas profundas en las personas que amamos, y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.

Que aprendan que, a perdonar, se aprende perdonando.

Que aprendan que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo.

Que aprendan que el dinero lo compra todo, menos la felicidad.

Que aprendan que a veces, cuando están molestos, tienen derecho a estarlo, pero eso no les da derecho a molestar a los que los rodean.

Que aprendan que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un tren de aterrizaje para lograrlos.

Que aprendan que amigos de verdad son escasos y, quien ha encontrado uno, ha encontrado un verdadero tesoro.

Que aprendan que no siempre es suficiente ser perdonado por otros, algunas veces deben perdonarse a sí mismos.

Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.

Que aprendan que de lo que siembran cosechan: si siembran chismes cosecharán intrigas, si siembran amor cosecharán felicidad.

Que aprendan que la verdadera felicidad no es obsesionarse con tener más sino ser feliz con lo que pueden tener.

Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte sino producto de sus decisiones. Ellos deciden ser felices con lo que son y tienen, o morir de envidia y celos por lo que les falta y carecen.

Que aprendan que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente.

Que aprendan que sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos consigo mismos llegan lejos en la vida.

Que aprendan que, a pesar de que piensen que no tienen nada más que dar, cuando un amigo llora con ellos encuentren la fortaleza para vencer sus dolores.

Que aprendan que retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja más rápidamente de ellos y el dejarlas ir las deja para siempre al lado de ellos.

Que aprendan que a pesar de que la palabra amor pueda tener muchos significados distintos, pierde valor cuando es usada en exceso.

Que aprendan que la distancia más lejos que pueden estar de mí es la distancia de una simple oración…

 

Para hacer

Este texto, enviado por Ricardo Díaz a encuentra.com, puede convertirse en felicitación de Navidad. O en un programa de acción para el Año nuevo. En ese sentido lo ofrecemos. Concretar en el segundo caso cómo llevar a cabo cada propuesta.

Ver también la entrevista con Dios de la página anterior: ¿Qué nos dice Dios para hoy y para todo el año? Elegir algunas de sus propuestas: las más sugerentes, las que más necesitamos, las más difíciles de llevar a cabo…

 

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