Dios nos conoce mejor que nadie

1 septiembre 2002

«No mires hacia atrás con ira ni hacia delante con miedo,

sino a tu alrededor con atención» (JAMES THURBER)

 

Señor, tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro.

Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé qué hacer.

Mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos.

En mi camino has puesto tu huella, en mi descanso te has sentado a mi lado,

todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo.

Tú oyes el corazón del hombre sumido en el silencio,

cuando aún no tiene palabras para abrirse a ti.

 

Es increíble: me tienes agarrado totalmente, me cubres con tu palma y me siento tuyo.

Como grano de arena en el desierto,

como gota de agua perdida en el mar, así me encuentro ante ti.

Dios mío, quiero abrir mis brazos y abrazarte,

quiero llegar hasta tu orilla y nunca toco tu tierra.

 

Todo mi ser se abre a tu gracia esperando el rocío de la mañana.

Toda mi vida tiende a ti esperando tu Vida sin término.

Mi corazón, en mi interior, se alegra viendo tu fuerza y tu gloria en mí.

Tú me das razón para existir. Tu vida es el sentido de mi existencia.

Tu lealtad vale más que la vida. Tu amistad, más que todos los triunfos.

Quiero saciarme de tu presencia. Quiero llenarme de tu Santo Espíritu.

Quiero sentirme en plenitud de tu gracia.

 

Me digo y no sé responderme: ¿A dónde iré que no sienta el calor de tu aliento?

Me digo: ¿A dónde escaparé que no me encuentre con tu mirada?

Cuando escalo mi vida y me supero, allí estás tú.

Cuando me canso en el camino y me siento barro,

allí, perdido en mi dolor, te encuentro a ti.

Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras y toco el despertar de algo nuevo,

cuando surco los mares de mis sueños y pierdo la arena pegadiza de mis playas,

allí está tu mano, y tus ojos, y tu boca… Allí, como Amigo fiel, de nuevo estás tú.

 

Tú eres como manantial de donde brota el río, como raíz de donde arranca el árbol.

Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas, me has dado el origen y quieres que camine

hacia la meta que no es otra sino tú. Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi pregunta.

Me amabas ya cuando me tejiste en el seno de mi madre.

Te doy gracias porque me has llamado a ser feliz.

 

Señor, me conoces hasta el fondo de mi alma,

nada se te esconde de cuanto soy en lo más profundo.

Yo me pregunto si el sentido de mi vida puede darse si le faltas tú.

 

Dios mío, sondéame para conocer mi corazón,

ponme a prueba para conocer mis sentimientos,

mira si mi camino se desvía o se vuelve camino muerto.

Guíame por el camino nuevo que has abierto entre los hombres.

Quiero hacer de él un proyecto para mi vida,

y paso a paso, desde lo hondo de mi ser, vivir para ti.

 

FERE (Equipo de pastoral educativa, 20.9.01)

 

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