EL KIT DE UN EDUCADOR CRISTIANO

1 octubre 2004

  1. La Biblia. No basta utilizarla con tus jóvenes como libro de texto. Más bien debe convertirse en manantial de agua fresca al que tú acudas frecuentemente para saciar tu sed. De manera que vayas embriagándote y tus muchachos conozcan a través de ti la Palabra de Dios hecha vida.

 

  1. Reloj sin agujas. Tu profesión, amigo, no conoce horarios. No son los 50 minutos o las 4 horas que pasas al lado de tus chavales. Un educador lo es las 24 horas del día. Ah, y cuando llegues a casa con la sensación de que has perdido el tiempo…, no desesperes, ¡es una buena señal!

 

  1. Semillas. No quieras ver los frutos inmediatamente. En la mayoría de los casos tú sembrarás y serán otros los que recojan. De momento confórmate con pequeños frutos: una sonrisa, un saludo, un gesto agradecido…

 

  1. Toallita desmaquillante. Háblales con tu vida. Deja a un lado las largas peroratas y los sabios consejos. Para convencerles no basta con tu poder de elocuencia. Muéstrate a ellos tal y como eres, sin caretas. Si lo que haces es auténtico, no te quepa ninguna duda de que tus jóvenes “te plagiarán”.

 

  1. Pin de un monigote gracioso. Arroja tus cabreos y tristezas antes de entrar en contacto con tus muchachos. En una sociedad donde les vendemos con tanta facilidad “felicidad de la barata”, las decepciones son huésped permanente en la vida de muchos de ellos. La alegría cristiana, y más si se trata de un educador, debe convertirse en un virus de difícil curación.

 

  1. Agenda con las direcciones y teléfonos de tus muchachos. No te conformes con transmitirles todo lo que sabes… En un mundo que avanza a pasos agigantados, muy pronto podrá sustituirte una máquina. Dios les ha puesto en tu camino: que sus problemas, sus proyectos e ilusiones sean también tuyos. Métete en sus vidas aunque incordies.

 

  1. Fotografía de tus chavales. Son tus jóvenes los que tienen que ir creciendo y formándose. Son ellos los protagonistas: retírate en el momento justo. Date cuenta que ya la sociedad les mete por todos los sitios “superhéroes de plastilina.” Deja que hablen, que decidan, aun corriendo el peligro de equivocarse.

 

  1. Nº 7 bordado en tu camisa. “Setenta veces siete”: no lo olvides nunca. Si eres capaz de formar personas de paz, de reconciliación lograrás acercar kilómetros y kilómetros el Reino de Dios. Introduce en tu vocabulario el perdón, “lo siento”, “me he equivocado”

 

  1. Piezas de un puzzle. No te conformes nunca con la tarea hecha. Eso sí, siéntete orgulloso, pero jamás creas que el trabajo está acabado. Cada día es una oportunidad para avanzar un poco más.

 

  1. Una vela. Un buen examen de conciencia para un educador cristiano es aquel en el que no sólo se pregunta por lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer… Cada día habla a Dios de cada uno de tus muchachos, preséntale sus vidas… y deja que Dios te ilumine.

José María Escudero

 

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