ENCONTRARSE EN LOS PUENTES

1 mayo 2006

Educar en la fe a los jóvenes es preparar el terreno para la llamada: es crear el contexto donde sembrar presencias de trascendencia y cultivar experiencias de Reino de Dios y del Dios del Reino. Y además, acompañar en el crecimiento y maduración de la fe cuando surja, así como compartir la esperanza y gozar fraternalmente de la caridad.

¿Cómo suscitar la experiencia de Dios –y, por tanto, la experiencia de Dios cristiana– en un mundo de tantas lábiles convicciones, en una cultura que genera muchas personas frágiles y a casi a la deriva, en una sociedad que fragmenta a las personas y las relaciones humanas, en unos tiempos de tanta saturación de experiencias?

Detecto unos posibles puentes –latidos, latencias, intuiciones, experiencias– en los que encontrarse como evangelizadores con los jóvenes. Son posibilidades de abrir experiencias profundamente jóvenes –reales, intensas y muy a mano– a la presencia del Evangelio. Son grandes puentes o ámbitos de apertura en los que ayudar a leer, a interpretar y a vivir en profundidad la propia vida. Son posibilidades de educar en la fe, para la fe, desde la fe.

  •  Un puente: el deseo de silencio y de encuentro con uno mismo. Hay ya muchos jóvenes conscientes de que no se conocen, de que están desparramados, de que están “troquelados” por tanta “fashion”, que están hartos de tanto ruido… físico, emocional, consumista… y no saben por dónde crecer como seres humanos en lo mejor que hay en ellos. Por tanto, posibilitemos ámbitos de silencio. Acompañemos esas experiencias. Mostremos que sabemos de lo que estamos hablando: Dios habla al corazón de cada uno y posibilita que cada uno seamos únicos e irrepetibles. Además, la Iglesia sabe mucho de silencio: narremos nuestras experiencias de silencio.
  • Otro puente: la experiencia de la fragilidad personal: la enfermedad, el dolor y la muerte. Las experiencias de fracaso afectivo o de fracaso vital. Las experiencias de desolación. Cuando se toca fondo, uno se pregunta si está solo, aislado, en este duro mundo. Acompañemos esos momentos, mostremos que sabemos de qué estamos hablando: a pesar de la dureza de la vida no estamos solos: hay alguien más, alguien que es un Amor sobre todo Amor. Además, la Iglesia sabe mucho de misericordia: narremos nuestras experiencias de misericordia.
  • Otro puente: la experiencia del amor. Sea el deseo, sea el dar de sí hacia los demás. Sobre el deseo: existe juventud mientras hay deseo de otro mundo, mientras hay intensidad cuando se vive lo que se vive y se desea vivir humanamente mejor – más justicia, más libertad, más vida.. Acompañemos esas experiencias mostrando que sabemos de qué hablamos: la pasión por el Reino, por la vida: para que todos tengan vida y vida en abundancia. A esto nos llama el Dios de Jesucristo. Eso es el seguimiento de Jesucristo. Esa es la misión de la Iglesia. Sobre el dar de si hacia los demás: eso es la gratuidad. Hay juventud cuando hay generosidad, Acompañemos esas experiencias. Mostremos que sabemos de qué estamos hablando: el dar gratis lo que gratis hemos recibido, el darse a los demás como signo de que hemos sido creados por amor y de que al amor estamos llamados individual y colectivamente.
  • Otro puente: la pasión por la verdad. Se es joven cuando se dice no a la impostura, no a la falsedad. Cuando no se pacta con la mentira. Se es joven cuando se desnuda al comediante. Al falsario, al funcionario –sea político, sea educador, sea eclesiástico–. Acompañemos esas experiencias, mostremos que sabemos de qué estamos hablando: el anuncio profético del Reino y la denuncia profética de todo lo que impide que el ser humano sea auténticamente ser humano. Además la Iglesia sabe mucho de la búsqueda de la verdad: narremos nuestras experiencias con la verdad.
  • Otro puente: la inquietud por la unidad, por la comunión, por la creación de redes de solidaridad. Acompañemos esas experiencias. Mostremos que la comunión es algo muy claro por muy vivido por los cristianos actuales y de todos los tiempos. Indiquemos la llamada a la unidad de todo el género humano que constantemente nos lanza Dios Padre de todos los hombres: todos somos hermanos. Además, la Iglesia sabe mucho de comunión: narremos nuestras experiencias de comunión.
  • Hay más puentes: el deseo de encontrar en la naturaleza la liberación de la alienación del modo de vida urbanita, el deseo de belleza en la creación artesana de obras de arte, el deseo de sentido de la vida en el que uno puede ser uno mismo y participar con lo mejor de uno mismo…

“Hay puentes. No hay que hacer ‘obras de romanos’ para conectar con los jóvenes. Sólo hay que salir y caminar con ellos por sus puentes y narrar, humildemente, nuestras experiencias como seres humanos, gracias a Dios. Salir, acompañar y narrar…

Fransec Torralba

Sevilla, Inauguración del Máster en Pastoral Juvenil (2004–2005) (cf Eclesalia, 9.3/06).

 

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