Encuentra tu camino bajo la acción del Espíritu

1 junio 2008

Mis queridos jóvenes: Hoy os escribo una carta más, y en ella quiero recordaros que un Amigo ha muerto por ti, a fin de que “encuentres tu camino, bajo la acción del Espíritu Santo”.

  1. AMIGO, con mayúsculas

Este AMIGO es llamado Jesús de Nazaret y ha entregado su vida por ti. Nunca has tenido un amigo mejor y jamás lo tendrás. Este amigo tuyo era inocente y los hombres lo mataron por odio. Él asumió la muerte con una inmensa voluntad de amor y de ofrenda, para convertirse para toda la humanidad en fuente inagotable de reconciliación con Dios.

  1. Él te amó y se entregó por ti

Jesús de Nazaret murió por todos, pero también por unas personas concretas, por ti y por mí. Al entregar su vida por ti y por mí, nos conocía a cada uno por nuestro nombre e íntimamente. Así, en la cruz, Él te veía y oraba por ti. “Él te amó y se entregó por ti” (cf. Gál 2,20), y en la muerte en cruz nos entregó su Espíritu.

  1. Este amigo ha resucitado y vive para siempre

El amigo que ha muerto por ti es mucho más que un recuerdo. Está vivo. Ha resucitado. Dios nos lo ha devuelto: glorificado, presente, alma de nuestra alma, insuflándonos su Espíritu. Él desea poseer en plenitud tu corazón, en el que mora, para entregarse plenamente.

  1. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tienes, querido joven, quienquiera que seas, que identificarte con Jesús, tu amigo. Tienes que decirle que te gustaría encontrar el camino de tu vida.

El verdadero conocimiento de Jesús te revitalizará y lo revitalizará todo: Cristo no tiene un premio, porque Él mismo es el premio. Esta oración debería ser algo así como el latido del corazón de cada joven y gritar unánimemente: “Aquí estamos, oh Padre, para hacer tu voluntad”.

  1. Descubre tu camino

El Espíritu Santo es el gran artista que ha cincelado a Jesucristo… El Espíritu Santo realiza en ti la obra y la tarea a fin de que descubras tu camino. Pide luz al Espíritu Santo para que te haga comprender el sentido de tu camino. Posiblemente, te encuentres en una encrucijada de caminos. Debes descubrir el tuyo, el que Dios quiere para ti.

  1. ¿Qué será de mi? Bajo la acción del Espíritu Santo descubre tu camino

La labor del Espíritu Santo, que te conduce, estriba en darte a conocer el sabor paradójico por estos valores del Reino. Sabor que contrasta, muchas veces, con la filosofía humana, la filosofía del mundo. A la luz de la acción del Espíritu sorprende que te preguntes: ¿qué será de mi vida? Bajo la acción del Espíritu Santo descubre tu camino.

  1. La fuerza para el camino viene del Espíritu Santo

En nuestro camino necesitamos la fuerza del Espíritu de coraje y valentía para abordar todos los días la lucha diaria, en nosotros mismos, en nuestro trabajo, en nuestro camino evangélico y vocacional. También necesitamos coraje para buscar nuevos caminos que hacen futuro, para transformar nuestras obras, para renovarlas, para enderezarlas, para acomodar nuestras obras al Evangelio y a las nuevas necesidades de la sociedad en la que vivimos.

  1. Vivir tu camino con alegría

El Espíritu tiene que ser en tu camino un Espíritu de alegría. Y tiene como función regar el camino de nuestra vida personal, eclesial y de grupo, con alegría. Tú, joven, tienes en tu camino la misión de vivir y transmitir la alegría del Resucitado, regalada por el Espíritu de Cristo Resucitado. “Un santo triste es un triste santo”.

  1. “Hágase en mí según tu palabra”

María dijo: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Tu amigo ha muerto por ti. No te quedes solo en él. Allí está Jesús. Allí está María, que se mantuvo fiel al pie de la Cruz. Sujétate a su mano. Y junto a ellos, ante cualquier trabajo, ante cualquier sufrimiento, ante cualquier alegría, atrévete a repetir: ¡Padre, aquí estoy! Tu gracia está en mí.

  1. Varias sugerencias para orar en el camino

– Acoger al espíritu. Sentir el soplo de Jesús y escuchar sus palabras: “Recibid el Espíritu Santo”. Moverme, desinstalarme, hacerle hueco, escuchar su aliento…

– Aprender a vivir como persona resucitada. Es decir, en libertad. La voluntad de Dios es nuestra paz. Para ello dejar que Jesús entre y se ponga en medio de tu vida; enseñar y dar; alegrarse con los demás, caminar y convivir, transmitir paz y dejar hacer a Dios en mi vida.

– Dar gracias por tener la misma misión que Jesús. Por ser continuador de su obra, por ser dador de paz, por esta capacidad de alegrar y liberar.

De la Carta pastoral de Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

con motivo del XIV Encuentro Diocesano de Juventud

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