Examen sorpresa en humanidad

1 septiembre 2008

Para estudiantes activos e “inactivos” de la ESO, bachillerato, módulos, carreras universitarias y… todas aquellas personas que quieran conseguir (no es necesaria formalizar la matrícula) la licenciatura en Amor y Humanidad.

Cuando venga el Maestro de los maestros, todos nosotros nos sentaremos en los pupitres de la gran escuela del amor. Será el momento en que el Señor nos entregue una cuartilla muy parecida a esta, y nos conceda un tiempo (vamos a poner, unos diez minutos) para leerla con atención… ¡A qué esperáis!

Primero nos dirá:

–Recibid la licenciatura del reino de mi Padre… Porque…

No tenía ni idea, apenas quedaban dos días para el examen, y a vosotros no os importó acompañarme a la biblioteca, para preparar juntos la materia.

Tiré la toalla y empecé a hacer novillos, y vosotros os convertisteis en mis hermanos mayores, “cantándome las cuarenta” una, dos, tres… las veces que fueron necesarias.

No conocía a nadie, y vosotros tardasteis un recreo en hacerme uno más de la pandilla.

Iba vestido un tanto chapado a la antigua, y a vosotros nos os importó en absoluto montar en un santiamén un chiringuito en clase, y compartir conmigo vuestra ropa de marca.

Enfermé y tuve que ausentarme una temporada, y vosotros hicisteis enseguida turnos para visitarme, llevarme los deberes, explicarme las lecciones…

Me encerré en mí mismo por problemas personales, y vosotros estuvisteis a mi lado, aguantando mis rarezas, mis cabreos, mis salidas de tono…

Después también se dirigirá a nosotros con estas palabras:

–Lo siento, por mucho que lo he intentado, no llegáis al cinco… Bueno, ni al cuatro, ni al tres, ni…

Porque iba muy mal preparado para el examen, y vosotros únicamente me prestasteis atención unos días después, para enseñarme vuestra gran nota.

Me desanimé y dejé de ir a clase, y vosotros tardasteis dos minutos en eliminar mi número de vuestro móvil y de vuestro corazón.

Venía de otro colegio, apenas conocía a nadie, y vosotros seguisteis con vuestros amigos, con vuestra pandilla, con los de siempre.

Iba vestido de “los años 70,” y vosotros después de mofaros de mí y hacer las gracias típicas, me pusisteis una decena de motes.

Estuve en el hospital un tiempo, y a mi regreso me encontré con  un pupitre lleno de fotocopias y unos compañeros que ni giraron la cabeza al oírme entrar por la puerta.

Tuve problemas en casa y llegaba a clase hecho polvo, y vosotros os alejasteis rápidamente de mí, alegando que ya no era el mismo…

Amigos, una vez leído y meditado el examen…, ya no hay tiempo para más (hemos tenido una vida entera para responder) Ah, y no os preocupéis por la nota, pues todos, punto arriba, punto abajo, nos la sabemos, ¿verdad?

Por si acaso, sería aconsejable señalar en círculo rojo todos y cada uno de los días del año, festivos y laborales, y hacer este examen u otro parecido (consultar Mt 25,31-46) diariamente. Si lo hacemos así, seguro que cuando llegue el examen de verdad, no nos pille de sorpresa.

José María Escudero

 

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