Jóvenes queridos, ustedes ¡No tienen precio! ¡No son piezas de subasta! Por favor, no se dejencomprar, no se dejen seducir, no se dejen esclavizar por las colonizaciones ideológicas que nos metenideas en la cabeza y al final nos volvemos esclavos, dependientes, fracasados en la vida (…) deben repetirlo siempre: ¡Soy libre, soy libre! Enamórense de esta libertad, que es la que ofrece Jesús (ChV 122).
Desde los orígenes de la Iglesia, la fuerza del Evangelio ha hecho posible la encarnación constante de la Palabra en las diferentes culturas en las que ha resonado la Buena Noticia de Jesucristo. La Encarnación del Hijo de Dios es la primera inculturación de la Palabra: Jesús, Verbo encarnado, nace judío entre judíos, en un pueblo de hondas tradiciones y con una cultura marcada por la experiencia religiosa de sus antepasados; en unas coordenadas histórico- temporales concretas; habla la lengua de su pueblo y se desarrolla como hombre en los parámetros culturales de su tiempo. Su mensaje liberador encuentraresonancia en los hombres y mujeres de su tierra en un horizonte simbólico bien concreto.
Pero el Evangelio sobrepasa los límites del tiempo y el espacio. La salvación de Dios se hace universal rompiendonacionalismos ideológicos y en Jesucristo se propone como gracia y amor para todos, más allá de los estrechos márgenes de laidentidad nacional, la ley excluyente o los signos que marca la tradición.
Este esfuerzo de inculturación fue lo que permitió la rápida expansión del cristianismo en el mundo conocido. El Evangelio podía ser anunciado desde las razones que fundaban la esperanza de los creyentes y no desde el fanatismo o la imposición. La nueva fe era experiencial y tocaba la vida de las personas, transformándolas desde dentro y dando sentido a la vida y a la historia. El Evangelio de Jesucristo se hacía cultura y, desde dentro de ella, propiciaba un cam- bio que se operaba en laspersonas y en la misma realidad social contribuyendo al bien común. La experiencia del amor de Dios propiciado en el encuentrocon Jesús el Cristo, el Viviente, daba plenitud al corazón. Solo así se puede entender que muchos decidieran perder la vida deforma cruenta a manos de los poderosos antes que renunciar a la propia fe.
El Evangelio debe hoy continuar proponiéndose en las diferentes culturas en la que la Iglesia anuncia y media la propuesta cristiana. Hoy como ayer, como siempre, la fuerza de la Salvación de Dios supera los diques de contención de un cristianismo que corra el riesgo de quedarse anquilosado y cerrado sobre sí mismo. La continua llamada del papa Francisco a propiciar una “Iglesia en salida” reclama el esfuerzo de los creyentes por encarnar el mensaje en la cultura haciéndolo comprensible;por anunciar la Buena Noticia desde el tiempo que vivimos, sin parapetos ni nostalgias; por abrir prisiones injustas y partir el pan con quien no lo tiene en nombre de Jesucristo el Señor.
Hoy, la situación de pluralismo cultural y de cambio de paradigma en el pensamiento y en la sociedad contemporánea plantea unescenario diferente para la evangelización. En esta nueva situación, la comunidad cristiana deberá afrontar las dificultades que provoca la fractura entre la realidad social y la Iglesia y superar los obstáculos para una comunicación más acertada que pue- dahacer llegar de forma nítida la buena noticia de Jesucristo a los hombres y mujeres de hoy.
Esto supone, naturalmente, no perder de vista al destinatario del anuncio y las condiciones en las que éste pueda acoger lapropuesta del encuentro liberador con el Resucitado de forma que provoque la respuesta de adhesión al Dios de la vida que enCristo se nos ha revelado. Habremos de tener en cuenta que en el proceso evangelizador está en juego, pues, el quién
–esto es–, la Iglesia y las personas; el qué, el Misterio del Amor de Dios revelado en Jesucristo por la fuerza del Espíritu, y elcómo, es decir, la metodología adecuada para que –en la era de la comunicación– el modo de comunicar no ofusque laexperiencia de la fe.
Con estas coordenadas, somos conscientes de que la cultura que habitan los jóvenes de nuestro tiempo nos interpela comoeducadores. Hemos querido reflexionar en nuestra revista MISIÓN Joven sobre los desafíos que hemos de afrontar para que resuene el Evangelio, de forma significativa, en medio de tanto ruido. La evangelización es una mediación a través de la cual laIglesia quiere hacer llegar el mensaje liberador de Jesús a la vida de muchos jóvenes que esperan, a veces sin saberlo, laBuena Noticia que dé sentido a sus días. Para ello propo- nemos tres reflexiones que pueden ayudarnos en esta tarea:
- El salesiano Fabio Attard, buen conocedor de la pastoral juvenil y de la cultura contempo- ránea, ahonda en las implicaciones de la evangelización en un mundo globalizado a través de su estudio El anuncio de la fe en la cultura
- El profesor Jesús Rojano, experto en la cultura juvenil, nos propone su reflexión en torno a los retos de una pastoral co njóvenes que quiera ser buena noticia para la vida y la esperanza de las personas en su artículo Fe y cultura juvenil: encuentros y Álvaro Fraile, educador y artista conocido en nuestro país por su creatividad y propuesta evangelizadora a través de la música, nos ofrece su reflexión en su artículo Evangelizar a través de la música, el arte, las redes.
Creemos que se trata de una reflexión urgente y necesaria. Confiamos en que esta peque- ña contribución pueda ayudar acoordinadores de pastoral y agentes evangelizadores a seguir adentrándonos en la cultura juvenil para, desde dentro de ella, hacer resonar el Evangelio de Jesús, el Hijo de Dios vivo, Salvador.
José Miguel Núñez