Fuertes en la debilidad

1 diciembre 2004

 

Debilidad de Dios

Queremos tener fuerza, poder,

influencia para acabar con tanto dolor,

tanta injusticia, tanta muerte;

pero somos abatidos

por los vientos y las brisas

por la noche y sus tinieblas,

por el miedo y la distancia.

 

Queremos

alumbrar esperanza,

soñamos con un mundo mejor,

deseamos abatir a los poderosos,

derrotar nuestro egoísmo,

y no tenemos fuerza

para alzar la voz,

para ser y compartir,

para no consumirnos,

para derramarnos.

 

¡Nos hace falta la fuerza de tu debilidad,

buen Dios nuestro!

 

La fuerza de un Niño necesitado,

que se deja alumbrar, querer, abrazar,

alimentar, moldear.

La debilidad de tu Palabra

para hacerla verdad en nuestra vida.

Fuerza y debilidad.

Fragilidad y profecía.

Noche, y sin embargo

cada día vuelve a amanecer.

 

 

La Palabra se hizo carne…

Tú en carne, en debilidad,

como uno cualquiera.

La trascendencia condensada

hasta asumir con gozo la inmanencia,

transmitiendo a todo el universo

la definitiva luz de su transparencia.

(Leonardo Boff).

Misterio diáfano

y oculto de la Encarnación.

El ser humano no se deifica:

Dios es el que se funde

con la materia, con lo humano,

se revela en la más profunda,

en la más plena e intensa humanidad.

 

Seremos más divinos

cuanto más nos humanicemos.

 

Sed perfectos

Sed perfectos como vuestro Padre

celestial es perfecto.

Mejor, vamos a traducir:

sed misericordiosos, sed buenos,

sed compasivos y tiernos

como vuestra Madre,

que tiene entrañas de misericordia.

 

La debilidad de Dios

es mucho más potente

que las bombas inteligentes,

que las bombas de racimo,

que los misiles teledirigidos.

 

Cuando somos débiles,

entonces sí que somos fuertes.

Escogidos por Dios

para humillar a los fuertes,

a los prepotentes, a los poderosos,

a los violentos, a los sabios.

 

Partir de cero, con nuevos valores:

los de una encarnación

en la sencillez de vida,

la fragilidad, la cercanía,

la comprensión,

la contemplación, la justicia,

la palabra, la denuncia,

el compromiso, el abrazo,

la fiesta junto a los que tiene otro color,

otra cultura, otra oración,

el gozo inefable de la fraternidad.

 

Para dar a luz una nueva humanidad,

un nuevo mundo deseado, necesario, posible.

 

Miguel Ángel Mesa

 

 

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